Serrat (y el Sur) afortunadamente existen
El autor de este artículo canta las virtudes de Joan Manuel, su relación con la poesía y los nombres de mujer, antes de acudir esta noche al concierto de la Axerquía |
¿Se imaginan que no existiera Serrat? ¿Cómo sería este mundo sin él? ¿Qué sentido tendría todo esto?
No hay respuesta posible. Son preguntas retóricas. Es caprichoso el azar y Joan Manuel Serrat existe –y nosotros con él, haciéndonos mutuamente compañía- y, así, todas aquellas pequeñas cosas que nos conforman cobran sentido.
Gracias a Serrat hay mujeres que se llaman Lucía o Penélope. Todas guapas, fuertes y sanas. Gracias a Serrat el poeta pastor sigue en la boca del pueblo y don Antonio es el maestro eterno. Gracias a él los pinos siguen siendo verdes y la genista, amarilla, aquí en el Sur nuestro y de Benedetti, cerca del mar.
Serrat trae el desorden de 50 años de escenario a las tablas del Teatro de la Axerquía, con su pianista cómplice, Ricard Miralles, y el jefe Josep Mas, Kitflus, dirigiendo la orquesta.
El pueblo se viste de fiesta.
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