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Sergio Ramírez, procesado en Nicaragua: “Entre la cárcel y el exilio, he escogido el exilio”

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez

Juan Velasco

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Cuando el escritor nicaragüense Sergio Ramírez ambientó su última novela,Tongolele no sabía bailar (Alfaguara, 2021), en las revueltas de 2018 contra el Gobierno de Daniel Ortega, optaba por situarse en el mismo lugar en el que se situó a finales de los años 70, cuando al frente del país estaba el dictador Somoza.

Habían pasado 44 años desde que el Gobierno de Somoza lo encausó por subvertir el orden político y ahora, de nuevo, su nombre volvía a estar entre las causas pendientes de la Fiscalía nicaragüense. Su novela, un ejercicio de género negro escrito con la maestría de un Premio Cervantes, acabó siendo censurada y el autor, acusado de fomentar e incitar al odio y lavado de dinero, bienes y activos.

“Cuando la dictadura de Somoza me impuso una acusación penal muy parecida a la que he sufrido ahora, yo tenía entonces 30 años, y regresé a Nicaragua para afrontar esta acusación. Hoy, entre la cárcel y el exilio, he escogido el exilio”, ha afirmado este sábado en Córdoba Ramírez, que ha visitado la ciudad para participar en la 18 edición del Festival Cosmopoética.

Un festival que concluye este sábado dando voz a uno de los más destacados miembros de la revolución sandinista que derrocó a Somoza en 1979, junto a Violeta Chamorro, Alfonso Robelo y Moises Hassan y el actual presidente, un Daniel Ortega con el que compartió gabinete presidencial en los años años 80, y que ahora lo ha puesto en la diana, dentro de una oleada de detenciones contra las voces críticas y supuestos opositores del país.

Pensar en la casa abandonada es lo más triste que puede haber para alguien que se enfrenta al exilio

Desde que se sabe procesado, su vida, ha dicho, ha entrado en “un estado de zozobra”. “¿Cuál es el futuro si uno no puede regresar a su país?”, se ha cuestionado el escritor, que ha señalado que “pensar en la casa abandonada es lo más triste que puede haber para alguien que se enfrenta al exilio”. La idea del autor, al que las acusaciones le pillaron en Estado Unidos, es asentarse con su esposa en Madrid, un lugar donde encontrar la estabilidad suficiente como para seguir escribiendo.

Habla con resignación, sin hacerse demasiadas ilusiones ante un posible cambio en su país. “Los exiliados tienden a idealizar la situaciones, a crear fantasías sobre la caída de los regímenes dictatoriales. Yo creo que no es así, creo que la lucha contra una dictadura como la que sufre Nicaragua es muy larga y muy difícil”, lamenta el autor, novelista, cuentista, ensayista, periodista, político y abogado, que ya vivió un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania.

Aunque diga lo contrario, el propio Ramírez se aferra a lo gestos positivos, como la salida de Nicaragua de la Organización de Estados Americanos (OEA), que interpreta como un gesto “de soberbia y, al mismo tiempo de debilidad”. A su juicio, abandonar esta organización supone para Nicaragua “afrontar una serie de consecuencias políticas y financieras” y hacerlo contando sólo con “apoyos verbales y lejanos” de países como Venezuela, Cuba, Rusia, Irán, que no cree que “sean muy efectivos a la hora de solventar los problemas graves que Ortega va a tener a partir de ahora”.

Donde hay una tiranía hay un escritor perseguido

Además, ha apuntado otro error del presidente nicaragüense: “La ambición de concentrar poder para no cambiar es lo que cava la tumba de estos regímenes tiránicos, de los que América Latina ha estado plagada”, ha reflexionado el escritor, que ha añadido que allí “donde hay una tiranía, hay un escritor perseguido”.

“Podemos verlo en Bielorrusia, que es un ejemplo muy cercano a Nicaragua. Son tiranías anacrónicas, pero ahí están. Y hay perseguidos en todas partes donde no se respeta la democracia y la libertad de expresión”, ha señalado el escritor que, no obstante, ha advertido de que su intención es la de seguir escribiendo, aunque sea lejos de su país.

“Creo que para la escritura no hay tercera edad. Uno escribe hasta el último día”, ha zanjado el primer autor centroamericano en obtener el Premio Cervantes, y que ha afirmado sentirse “muy en familia” en Cosmopoética. Eso a pesar de proclamarse como un narrador “en el sentido estricto de la palabra”.

“Yo siempre he creído que la prosa nunca está despojada de sentido poético. Y si no tiene un ritmo y una melodía no existe como tal. Mi primera credencial es ser un gran lector de poesía”, ha confesado Ramírez.

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