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La navaja de Okham, 60 hectáreas y Madinat Al Zahira: así es la hipótesis de Antonio Monterroso

Monterroso, a la derecha, durante su intervención

Alfonso Alba

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“No se han equivocado. Hoy no hay fútbol aquí”. El catedrático de la Universidad de Córdoba Juan Pedro Monferrer bromeaba ante el lleno hasta la bandera del salón de actos de la Casa Árabe de Córdoba. Había hasta público en pie y gente que se había quedado fuera para atender a la conferencia del profesor de Arqueología Antonio Monterroso Checa, para plantear la hipótesis sobre la ubicación de Madinat Al Zahira, la ciudad perdida de Almanzor. Entre el público, los principales arqueólogos de la ciudad, una multitud de profesionales y público interesado en el patrimonio.

Monterroso sostuvo su hipótesis en la famosa navaja de Okham, que afirma que “la explicación más simple suele ser la más probable”. En su amplia disertación, en la que expuso cómo ha analizado al detalle el vuelo Lidar del Instituto Geográfico Nacional (IGN), insistió una y otra vez en una alteración de terreno entre Córdoba y Villafranca, en una zona de piedemonte muy similar a Medina Azahara, que ocupa un espacio de 60 hectáreas de superficie. La propia Medina Azahara tiene 110. La Corduba que fundó Claudio Marcelo no llega a 60. Por lo que, se preguntaba, “si no es Al Zahira, ¿qué es?”. No puede ser una ciudad romana, ni un asentamiento prehistórico. Y las fuentes bibliográficas y la historia coinciden en que la ciudad perdida de Almanzor estaba al este de Qurtuba.

El profesor cordobés y su equipo en la Universidad de Córdoba han barrido gracias a esta tecnología buena parte de la provincia de Córdoba en busca de evidencias arqueológicas en el subsuelo. En total, han dado con más de 300 probables yacimientos, que han comunicado a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Pero no han dado con ni uno, que no fuese ya conocido, de las dimensiones en las que Monterroso Checa plantea la probable ubicación de Madinat Al Zahira.

Monterroso recordó que actualmente la tecnología Lidar es una de las principales que desarrollan los arqueólogos de medio mundo. Así, se han identificado construcciones prehispánicas en vastas selvas de Hispanoamérica. En España solo existen ocho equipos trabajando con este tipo de dispositivos y la Universidad de Córdoba dispone de uno de los más punteros. Con ellos ya se ha localizado un anfiteatro en Torreparedones o varios asentamientos en el Valle del Guadiato. Pero en la provincia de Córdoba, insiste Monterroso, no hay ninguna anomalía tan importante como la que propone para Madinat Al Zahira.

La zona, tras una investigación con diversos planos y fuentes, no ha sido construida prácticamente desde que fue arrasada, en el siglo XI. Desde entonces, el terreno ha sido una dehesa. Y lo sigue siendo. Por eso, insiste, se han podido apreciar las construcciones del subsuelo. Para poder salir de dudas, solo hace falta un permiso de la Junta de Andalucía que dé acceso a la zona al equipo de la Universidad de Córdoba para un vuelo propio con un dron. E incluso, con el permiso de la propiedad, un estudio geofísico para ver las dimensiones de lo que hay ahí abajo. Una pequeña excavación arqueológica para revisar la cerámica haría salir de toda duda y certificar, si fuese el caso, que aquello es califal.

“Con este tipo de tecnología”, que llamó “arqueología computacional”, “dañamos menos y conocemos más”, explicó Monterroso, para justificar el uso de estas nuevas tecnologías. Tanto, que insistió en que la arqueología moderna vive un debate similar al de hace años, cuando las piezas se almacenaban en zulos de universidades.

Sobre su hipótesis y las contradicciones de algunas fuentes, Monterroso Checa también consideró que hay algo en lo que coincidirían, para descartar otros emplazamientos: que los constructores tuvieron que allanar el terreno (algo que no ocurriría en una zona cercana al Guadalquivir) y que desde el alcázar de Madinat Al Zahira se veía el río “como una serpiente”.

El debate

El turno de preguntas provocó un interesante debate en la Casa Árabe en el que intervino el arqueólogo municipal Juan Murillo, quien sostiene la zona del Arenal próxima al Guadalquivir como uno de los probables emplazamientos de Al Zahira. El propio Murillo aludió a dos “nudos gordianos” basados en la “documentación jurídica”. Así, aludió a una polémica sobre un problema que tuvo que enfrentar Almanzor con Al Zahira, sobre si su mezquita podía ser aljama, como la de Qurtuba, o no. Así, señalaba que había gente que “cumplía el precepto” de orar en viernes “en las dos mezquitas a la vez”. “¿Cómo se puede hacer a 14 kilómetros de distancia” en el mismo día?, se preguntó. También cuestionó que las fuentes bibliográficas sostienen que Al Zahira lindaba con los arrabales orientales de Qurtuba, que no llegarían tan lejos. “Tenemos un vacío desde la Choza del Cojo”, cuestionó.

Aparte, Murillo admitió que se trata de un “yacimiento muy importante” que “hay que proteger” y estudiar, y que se incluirá en la Carta Arqueológica en la que trabaja el Ayuntamiento de Córdoba para evitar daños futuros.

El propio catedrático Monferrer sostuvo que según algunas traducciones los súbditos de Almanzor no acudían “el mismo día” a las dos mezquitas, sino en viernes diferentes. “Como ahora cuando hay gente que cambia de iglesia para ir a misa y cumplir con todos”, explicó. Además, dijo que todos los viernes las oraciones serían “a la misma hora” por lo que sería imposible ir a dos el mismo día “aunque estuviesen a 500 metros”.

“El problema para mí es que no hay donde buscar” Al Zahira que no sea en el importante yacimiento del piedemonte, sostuvo Monterroso. “Son 60 hectáreas. Ese es mi principal argumento”, concluyó.

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