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Los 21 lugares en los que se ha hallado Medina Zahira, la ciudad perdida de Almanzor

El Guadalquivir en sus meandros, uno de los lugares propuestos por los arqueólogos.

Alfonso Alba

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Si hay un tesoro perdido que cualquier arqueólogo quiere descubrir en una ciudad como Córdoba, que siempre da sorpresas, es Madinat Al Zahira, la famosa ciudad palatina que Almanzor mandó construir y con la que quiso, pero no pudo, hacer sombra a Madinat Al Zahara. Juan Quiles Arance, de la Universidad de Córdoba, acaba de publicar un documentadísimo artículo de investigación en la revista Antiquitas en la que hace un recorrido por los últimos 250 años de presuntos descubrimientos de Medina Zahira, “la ciudad resplandeciente”. En este tiempo, jamás se ha descubierto rastro alguno de esta enorme ciudad andalusí. Eso sí, han sido, al menos, 21 los lugares señalados como posibles emplazamientos. En algunos casos, incluso, se llegó a hablar (y publicar) que se había descubierto.

“A lo largo de los últimos 250 años, no ha habido en Córdoba arqueólogo, historiador, académico o simplemente aficionado que se precie de conocer la historia de la ciudad, que no haya salido a buscar la esquiva fundación de Almanzor, bien en los campos, bien en los libros de los estantes de las bibliotecas. Y es así como se han almacenado en el acervo cultural de los cordobeses opiniones muy diversas sobre la localización de Medina Zahira”, arranca Quiles. De hecho, hay incluso centros comerciales con ese nombre, Zahira, precisamente por que caló en la memoria colectiva que por allí cerca estaba la ciudad que brillaba de Almanzor. Quiles ha presentado cronológicamente todos los lugares señalados, sin entrar, advierte, en cuál puede ser el mejor o el peor. Solo como una demostración del enorme interés que ha despertado localizar este escurridizo yacimiento arqueológico.

“Las referencias sobre su asentamiento se han ido desplazando como si de una espiral se tratase, desde el centro de la medina a su extremo occidental, para pasar después bordeando las riberas del Guadalquivir por esta parte de la ciudad, y dirigirse hacia oriente de la capital califal. Más tarde se alejará su búsqueda significativamente del entorno de Qurtuba”, explica. Ya en la segunda mitad del siglo XX, Medina Zahira se fue desplazando al este hasta aparecer, últimamente, sobre el meandro que forma el río Guadalquivir en su entrada al casco urbano.

La primera vez que se habló de dónde podía estar Medina Zahira fue en el siglo XVIII. Bartolomé Sánchez de Feria y Morales (¿les suena a nombre de una calle?) tiró de una traducción en la Capilla de San Bartolomé de Córdoba para señalar que era allí donde estaba la famosa ciudad de Almanzor. Muy cerca de la Mezquita, desde luego.

Ya en el siglo XIX, Luis Ramírez de las Casas Deza usó esta información para señalar que en la zona de La Salud había unos muros que se corresponderían con esta ciudad palatina. Se basó en los descubrimientos de Sánchez de Feria. Pero una traducción posterior de la Capilla de San Bartolomé realizada por el arqueólogo Amador de los Ríos señaló que no, que aquello estaba escrito por mudéjares y no, desde luego, en el siglo X.

A principios del siglo XX, explica el investigador, volvió el interés por la ciudad de Almanzor. Ramírez de Arellano usó restos arqueológicos para proponer otro lugar: entre la Fuensanta, la Cuesta de la Pólvora y el barrio de Santiago. Por esa época también, Ricardo Velázquez Bosco comienza a excavar Medina Azahara. En un estudio, identifica unos vestigos en el Moroquil como los de Medina Zahira. Llegó a excavar, pero finalmente esta opción fue descartada. Velázquez Bosco marcó más lugares posibles.

En los años veinte, varios investigadores se lanzan a la busca y captura de la ciudad de Almanzor, pero lo hacen en Poniente, y no al este, como propuso Ramírez de Arellano padre (el hijo fue el de los paseos). Entre ellos, Rafael Castejón, el histórico arabista y veterinario. La búsqueda acaba sin éxito. Y regresa en los años cincuenta. Será el turno para dos importantes arabistas: Torres Balbás y Lévi-Provençal. El primero se basará en traducciones y no localizó un lugar concreto, sino que expuso que la ciudad debía estar en Levante y no en Poniente. Igualmente, Lévi-Provençal regresa a la Fuensanta como lugar idóneo.

La década de los sesenta recupera la fiebre y son varios futuros académicos cordobeses los que proponen ubicaciones. Varios arabistas liderados por Rafael Castejón Martínez de Arizala regresan al trabajo. Todos vuelven al entorno de la Fuensanta a buscar el lugar de la ciudad resplandeciente. También se van al arroyo Pedroches y a Rabanales, e incluso excavan en Tejavana.

“En el relato de la búsqueda de la ciudad, los años 90 del siglo XX los acapara sin lugar a dudas Antonio Arjona Castro”, escribe Quiles. En enero de 1995 llegó a publicar que había hallado Medina Zahira y lo hizo en Diario Córdoba. Ahí señaló al cortijo de Las Quemadas y Las Quemadillas. Pese a estar convencido del hallazgo, con mucho material cerámico (que otros autores dicen que es romano) y un estudio toponímico del lugar, finalmente Medina Zahira regresa al silencio hasta la llegada “del segundo milenio”. Entonces comienza otra nueva fiebre por localizar la ciudad palatina.

Ahora se usan ya imágenes por satélite, se incorporan los trabajos anteriores y unos años en los que se ha excavado mucho en Córdoba. “A lo largo del nuevo siglo irán apareciendo en diferentes publicaciones, tanto en papel como digitalmente, nuevas localizaciones de Medina Zahira”, escribe Quiles. Es entonces cuando cunde la idea de que Medina Zahira estuvo en lo que es hoy un gran meandro del Guadalquivir, pero por donde en el siglo X no pasaba el río. A partir de entonces, surgen numerosas hipótesis: junto al Mercadona, junto a la ciudad deportiva del Córdoba, en un segundo meandro, en la zona de Carbonell...

“Sea como fuere, cuando el 17 de febrero de 1009 al-Mahdí ordenó destruir la ciudad de los amiríes, actuó como un prestidigitador con la historia al hacer desaparecer a los ojos de todos para siempre, la muy famosa, nombrada y deseada ciudad de Medina Zahira”. “La búsqueda prosigue”. Y proseguirá.

Cronología (elaboración del autor)

(1772). Huerto del Rey/Hospital del Cardenal/Iglesia de San Bartolomé.

(1837, 1884). Heras de la salud/Huertas del Rey.

(1905, 1917). Ermita de la Fuensanta/Cuesta de la Pólvora/Barrio de Santiago.

(1910). Ruinas del Moroquil/Alamiriya.

(1912). Cortijo del Alcaide.

(1912). Vado de Casillas.

(1924, 1929). Cañito de María Ruiz.

(1957). Iglesia de la Fuensanta y huerta del mismo nombre.

(1964). Hazas de Lope García.

(1964). Cortijo del Arenal.

(1964). Entre el arroyo Pedroches y Rabanales.

(1964). Pago de Valdetejas o Tejavana.

(1994). Cortijo de Las Quemadas y llanos del Cortijo de Las Quemadillas.

(2010). Entre el molino de Lope García y el molino de Carbonell.

(2011). Frente a Mercacórdoba, entre la autovía y el río.

(2013). Entre el Cortijo del Arenal y el Molino de Carbonell.

(2014). Entre el Arroyo Pedroche y el Cortijo del Arenal.

(2014). Cortijo de las Quemadillas.

(2014). En el centro del segundo meandro, junto al río.

(2014). Al Sur del Camino de las Quemadas, junto al Cortijo de Palomarejo.

(2018). Entre el molino de Lope García y el Molino de Carbonell, centrado en la Ciudad Deportiva Rafael Gómez.

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