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La Noche Blanca de los abanicos

Espectáculo en el Patio de los Naranjos | TONI BLANCO

Alfonso Alba

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La Plaza de Las Tendillas estaba llena (quizás algo menos que en ediciones anteriores), con una temperatura que todavía superaba los 37 grados centígrados. A las 22:30 en punto, Arcángel, Marina Heredia y Carmen Linares arrancaban, por este orden, un espectáculo vibrante ante un público que buscaba el aire como podía. Al ritmo de las guitarras y también de las palmas, el público movía sus abanicos. Al unísono, sin haberse puesto de acuerdo, la multitud seguía el ritmo flamenco al compás de sus abanicos. Y resoplaba. Y después aplaudía. Entregado.

La décima edición de La Noche Blanca del Flamenco ha sido, seguro, la más calurosa de todas. Sin apenas viento, tras una jornada con una temperatura máxima de 43,5 grados centígrados, miles de cordobeses decidieron lanzarse a unas calles todavía hirvientes en busca de un soplo de flamenco.

El concierto inaugural no defraudó. Arcángel, Marina Heredia y Carmen Linares se sucedieron en un espectáculo en el que disfrutaron con la colaboración como artista invitada de la bailaora Patricia Guerrero, Giraldillo al Mejor Espectáculo en la última edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla. En un mano a mano, los tres artistas hicieron vibrar a un público entregado y atento, que se centraba en la música para olvidarse del proceso de cocción al que estaba siendo sometida la Plaza de Las Tendillas.

Hasta que Manuel Lombo descubrió el origen de su música en la Plaza del Potro allá por las 3:00 de la madrugada, se fueron dando la mano, poco a poco, hasta 12 conciertos de gran formato en toda la ciudad. Imposible seguirlos todos a la vez. Si acaso, un poco de cada y con dificultades. Incluso más tarde que Manuel Lombo agotó la Noche Blanca del Flamenco el polifacético y exlíder de El Bicho, Miguel Campello, a las 5:00 de la madrugada, con un espectáculo más fresco, que era lo que pedía la noche.

Antes, una Plaza de la Corredera repleta recibió a las 2:00 de la madrugada a Lole Montoya y al Pele, auténtico padrino del lugar, junto a El Calli. Antes, en la plaza de San Agustín se brindó un homenaje a otro de los cantaores gitanos más universales, Camarón de la Isla por parte del cantaor Pedro El Granaíno, el saxofonista Jorge Pardo y el guitarrista Antonio de Patrocinio Hijo.

Horas antes, los jóvenes valores tomaron el escenario del Patio de San Basilio, con José Anillo, El Barullo y Francisco Prieto El Currito, ganadores en las modalidades de Cante, Baile y Guitarra Flamenca de la última edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Y también en el entorno de La Calahorra, la bailaora Ana Morales, una de las figuras con más proyección del baile flamenco contemporáneo, hizo de las suyas.

Este año, los artistas cordobeses han ganado peso este año y protagonizarán íntegramente dos producciones. Una de ellas fue Homenaje a los guitarreros de Córdoba, que reunió en el Patio de Los Naranjos a maestros como Merengue de Córdoba o Juanma El Tomate y nuevos valores del toque flamenco como a José Tomás Jiménez en una propuesta audiovisual que contó con escenografía virtual desarrollada con técnicas de vídeo mapping.

La otra producción llevó por título Mujeres al cante, una obra en la que nueve jóvenes cantaoras pusieron su voz a figuras femeninas que han sido condenadas al anonimato a lo largo de la historia.

Otra de las novedades de este año fue que el Bulevar Hernán Ruiz y los jardines del Parque Madre Coraje se sumaron como nuevos emplazamientos. El primero acogió un concierto del cantante Mario Díaz y el segundo la presentación en directo del nuevo disco de Las Migas, dos incorporaciones con las que se persigue integrar nuevos públicos y territorios en el mapa de la Noche Blanca del Flamenco. En la misma estela, la del mestizaje y la fusión musical entre el flamenco y la música árabe, se situó la producción de Casa Árabe con el concierto del guitarrista marroquí Simo Baazzaoui en el Compás de San Francisco.

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