GINÉS LIÉBANA
—
OBITUARIO
Muere Ginés Liébana, el artista total y bon vivant del Grupo Cántico
El pintor, poeta y escritor Ginés Liébana (Torredonjimeno, 1921) ha fallecido este sábado en Madrid. Sus allegados han informado a este periódico del deceso del artista, el último superviviente del Grupo Cántico, un creador total, que estuvo hasta el último día pintando y escribiendo en su estudio de la capital española.
Hace un año y medio, en una visita a ese espacio, le decía a este medio que, a sus cien años, tenía mucho por hacer. “Mi profesión es activa”, explicaba el pintor, que llegó a Córdoba siendo un niño de la mano de su padre, Antonio Liébana Lara, nombrado jefe de cartería de la compañía de Correos. Es en la ciudad de Córdoba donde se forma y donde, ya adolescente, vive la Guerra Civil, en la que su padre y su hermano son fusilados por el ejército franquista, tras lo que su madre se mete en un convento.
También en la ciudad comienza a estudiar Bellas Artes y, tras conocer a Pablo García Baena (compañero de colegio en La Asunción), Juan Bernier, Ricardo Molina y el resto de poetas cordobeses, se convierte en el ilustrador de la revista Cántico, una publicación literaria esencial en la historia de la poesía española, desde la que se iluminó una ciudad gris por la posguerra y el franquismo. Su muerte se ha producido, de hecho, poco antes de que termine el 2022, el año en que se cumplía el 75 aniversario del lanzamiento del primer número de la revista.
Liébana fue, además, un viajero empedernido. En los 50 se marchó a vivir a París como “un exiliado alegre” y allí comenzó a organizar sus primeras exposiciones. En esta época, gracias a un trabajo en el Instituto de Cultura, también logra viajar a Brasil y Portugal, y recorre Italia, donde llega a abrir un estudio en Venecia. Muchas de esas peripecias están en el libro Merde, una especie de cuaderno de viajes que publicó la editorial Cántico hace unos años.
Cántico se publicó en dos etapas, entre 1947-1949 y entre 1954-1957, convirtiéndose en referente de una nueva forma de percibir la creación literaria, más preocupada por la formalidad estilística y la estética pero sin renunciar a una profunda sensualidad en su contenido. De todo el grupo, Liébana siempre destacó como el bon vivant, un artista total entregado a la vida, el arte y sus placeres, a partir de una filosofía en la que el humor, la fina ironía y la alegría impregnaban todo lo que acometía.
En los sesenta se instala en Madrid, donde ya había trabajado antes como ilustrador para las revistas La estafeta literaria y Fantasía y el semanario El Español. En esta segunda etapa se convierte en un pintor total. Liébana comienza a destacar por su pintura elaborada, miniaturista, mágica, simbólica y donde se refleja su sensibilidad andaluza y sensual. Su obra se desglosa en tres grandes vertientes, los dibujos de ángeles, los retratos y los cuadros fantásticos.
Pasados los sesenta años, ya en los años noventa, Liébana comienza a publicar libros de poemas y teatro. Comienza con el cuento erótico El árbol de la alcoba, al que siguieron obras de teatro y poesía como El navegante que se quedó en Toledo, Penumbrales de la Romeraca, El hombre que se casó con Charles Chaplin, Donde nunca se hace tarde o La tienda de las ambigüedades.
Con la llegada del nuevo milenio, comienza a recoger premios y reconocimientos, que solían importarle un pimiento, aunque siempre aceptaba de buen grado. En 2005 fue galardonado con la Medalla de Oro de Bellas Artes por su magna trayectoria creativa. El 24 de octubre de 2010 fue elegido Hijo Adoptivo de Córdoba y el 28 de Febrero de 2011 recibió la medalla de Andalucía.
Su imagen de sabio dicharachero le acompañó hasta el final de sus días. “Hombre, somos felices y otras cosas. Sería muy aburrido ser siempre feliz. Aburridísimo. Todo en la vida se pasa, la penuria, la felicidad, todo… Para qué me voy a preocupar”, señalaba a este periódico en una de sus últimas entrevistas.
0