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“El cine no tiene futuro porque el futuro no existe”

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Marta Jiménez

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El cineasta David Trueba, director de Vivir es fácil con los ojos cerrados, inaugura el ciclo Verso suelto en La Magdalena con una charla sobre los paralelismo entre cine y poesía y lo poético en el cine

Vivir es fácil con los ojos cerrados,Verso suelto

“El cine no tiene futuro porque el futuro no existe”. Dándole una vuelta metafísica a la reflexión de los hermanos Lumiere sobre aquello de que el cine era un invento sin futuro, finalizó ayer la primera charla de Verso Suelto, el ciclo que Cosmopoética dedica a reflexionar sobre la presencia de la poesía en otras manifestaciones artísticas. El director de cine David Trueba, candidato español a ser nominado al Oscar por Vivir es fácil con los ojos cerrados, fue el primer invitado en La Magdalena -su charla comenzó con un “buenas noches, hermanos”-, por donde pasará esta noche la artista visual Dora García y mañana el escritor Agustín Fernández Mallo.

Durante su charla de una hora, en la que el director y escritor encontró mil y un paralelismos entre cine y poesía, Trueba confesó que se sacudió los prejuicios de que lo poético solo estaba en el cine de autor gracias a un profesor de guión que tuvo en una escuela hollywoodiense en 1992. Su maestro, un hombre mayor que había pertenecido a otra época de la industria, les decía a sus alumnos: “lo más importante para escribir guiones de cine es la poesía, Poetry, yes”. Para el director, aquella fue toda “una revelación” en la que abrió su mente para encontrar poesía “en la naturaleza, la tecnología y hasta en el comportamiento humano”.

Sobre las relaciones entre ambas artes, “que persiguen lo mismo, generar una impresión en el espectador”, el director encontró cientos: los códigos visuales de la métrica, que en el cine están en las secuencias “porque hacer cine es muy parecido a hacer un soneto”; en la idea reducida a una imagen; en la importancia del cómo se cuenta el qué se cuenta. Incluso en el cine digital encuentra Trueba el elemento poético, “ya que superado el trauma de la nostalgia por el objeto, la importancia es el estado de ánimo de la persona que es la que usa la tecnología y no al contrario”.

Escenas de películas de Rohmer, Peckinpah, Ford, Berlanga salpicaron un discurso que también se detuvo en un verso de Cummings aparecido en Hannah y sus hermanas de Woody Allen: “ni siquiera la lluvia tiene las manos tan pequeñas”, en alusión al enamoramiento del personaje de Michael Caine hacia su cuñada, interpretada por Barbara Hershey. Aunque, “la apoteosis de un poema dentro de una película” está para el director en Viridiana de Buñuel y en la escena en que el personaje de Paco Rabal compra un perro porque le apena que vaya atado al eje de la rueda de un carro, y, una vez comprado, aparece en el camino otro carro con un perro atado a sus ruedas. “Eso es un poema”, sentenció Trueba.

David citó la poesía modernista de la norteamericana Marianne Moore entre sus favoritas y alabó la suerte que tuvo el cine “de no haberse sacralizado” como sí le ocurre a la poesía. El último paralelismo entre cine y poesía que reveló, antes de marcharse volando en AVE, es que el director/escritor propone y el espectador/lector completa lo que ocurre en una escena/verso. “De eso se trata, de encontrar a quien complete tu poema o tu película”.

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