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ÁLEX GALLEGOS

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La artista chilena Patricia Domínguez ha presentado esta mañana ‘Matrix vegetal’, una intervención artística fuera de concurso del Festival FLORA. Comisariada por TBA21 en el marco de la exposición ‘Remedios: por los caminos ancestrales’, se podrá visitar desde hoy y hasta el 12 de noviembre en el C3A Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, dependiente de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte.

‘Matrix Vegetal’ es una investigación multimedia que abarca la etnobotánica experimental, la filosofía cuántica sudamericana, narrativas oníricas y tecnologías de conectividad orgánica. En su afán por abrir una puerta al reino cuántico y comprender mejor el funcionamiento de las plantas y sus espíritus, durante un mes la artista ejerció como aprendiz de Amador Aniceto, curandero residente en Madre de Dios (Perú). Bajo su guía, Domínguez perfeccionó su capacidad para relacionarse con el lenguaje y la sabiduría vibrantes del reino vegetal. Se separó conscientemente de la «matriz digital» y, con una paciencia y concentración inquebrantables, cultivó una conexión simbiótica tanto con las plantas como con la matriz vegetal.

‘Matrix Vegetal’ está formada por un vídeo monocanal, enmarcado por una estructura triangular con luces LED verdes. Estas luces fluorescentes simbolizan la investigación de la artista sobre los efectos de la colonización, la globalización y la hipercomercialización en Sudamérica. Al mismo tiempo, la obra transmite una perspectiva poética de la existencia contemporánea, intrincadamente entrelazada con la tierra. En palabras de Domínguez, “enciendo mi máscara terapéutica LED hecha en China y la pongo en una frecuencia de luz verde”. Las luces LED, que sirven como metáfora del sistema tardocapitalista –-y, en consecuencia, de la degradación ecológica—, se emplean para establecer y delinear un espacio de resistencia. Dentro de este espacio, la sabiduría y los recuerdos ancestrales toman forma, ofreciendo vías para sanar las heridas del trauma colonial y fomentando nuevos mitos de resistencia multiespecie.

La instalación se completa con tres acuarelas y un altar vegetal, cuidadosamente ensamblado con ofrendas dedicadas a la matriz vegetal. En sus acuarelas oníricas, Domínguez conjura reinos tecnológicamente animados en los que seres humanos, plantas, animales y objetos entablan un diálogo sin fisuras, tejiendo nuevas “tecnologías de encantamiento”: visiones para remodelar las infraestructuras de las zonas muertas geofísicas y tecnocientíficas de la modernidad que buscan ofrecer nuevas posibilidades de transformación.

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