Narrar los márgenes con aliento lírico: “La poesía está en la mirada de quien escribe”

La obra literaria de Aroa Moreno (Madrid, 1981) y Lara Moreno (Sevilla, 1978), dos de las voces que participan este miércoles en Cosmopoética, está atravesada por la poesía, aunque se haya dado la paradoja de que lleguen al festival cordobés con una novela (Mañana matarán a Daniel) y un libro de relatos (Ningún amor está vivo en el recuerdo), respectivamente.

Hay más cosas en común entre ambas. Para empezar una historia personal en común -se conocen desde hace casi 20 años- que hoy, en el marco de la 22 edición del festival cordobés, se va a trasladar también a su intervención en la sección A dos voces. Antes, las dos autoras han charlado un rato con la prensa, conscientes de que la poesía es mucho más que una disposición deliberada del lenguaje.

“Cuando escribes narrativa, poesía o en prensa, al final siempre usas la herramienta del lenguaje. Pero la poesía se traslada en la mirada de quien escribe, en la luz de las páginas o en la forma que tienen las palabras”, explicaba Aroa Moreno, para quien, incluso en los textos periodísticos cabe un registro que “busque la emoción pese a que sea para contar cosas terribles”.

En la misma línea, Lara Moreno defendió que “la poesía atraviesa todo lo que hacemos, ya sea prosa, crónica u opinión”. La escritora sevillana afirmó que su relación con lo poético es inevitable: “Querría pensar que nunca dejará de haber un mínimo resquicio de poesía en toda la narrativa o todo el pensamiento”.

Ambas reflexionaron también sobre la lectura en tiempos de redes sociales y teléfonos. “Los móviles y las redes están cambiando nuestra forma de leer y prestar atención, pero el poema tiene un núcleo polar. La poesía necesita otros tiempos o silencios para ser leída. Y para ser escrita”, sostuvo la autora de La Bajamar. Lara Moreno, en cambio, reconoció que no piensa en la dificultad del lector para concentrarse: “Si no, te vuelves loca. Pero sí que lo sufro a la hora de escribir poesía, porque para mí aparece como algo que se me cae. Es una idea que se me instala en la cabeza. Y esos espacios orgánicos de la poesía corren peligro cuando rellenamos cada momento con el teléfono”.

Otro punto de sintonía fue el cambio en sus referentes literarios. “Ha habido un giro radical de los poetas a las poetas. En ellas he encontrado relatos poéticos en los que sí me entiendo y antes me costaba más”, señalaba Aroa Moreno, mientras su compañera coincidía: “Antes eran ellos, ahora ya no. Queremos mucho a Lorca y a Miguel Hernández, pero nuestros referentes son otras: Blanca Varela, Anne Carson, Miriam Reyes…”.

En el diálogo apareció también la relación entre escritura y territorio, teniendo en cuenta que ambas son escritoras residentes en Madrid que han optado por trasladar la acción de algunas de sus novelas lejos de la capital española. Lara Moreno, una de las voces que anticipó el viaje inverso de la ciudad al mundo rural con Por si se va la luz (2013), sin embargo, habló de Madrid como escenario literario y vital: “Lo he recorrido en mi obra. Es supuesto centro, pero también margen, porque siempre hay alguien intentando huir y alguien intentando entrar”.

Por su parte, Aroa Moreno recordó que escribió sobre Euskadi como forma de comprensión: “No conseguía dilucidar el silencio sobrepuesto uno a otro y necesitaba pensarlo por escrito. Y las cosas de las que más cuesta escribir son las que más quiero: mi madre, mi hijo o Madrid, que aunque sea un agujero negro, es muy irradiador”.