El tesoro que guarda todos los olivos del mundo
Como si de un particular Arca de Noé se tratara, Córdoba guarda todos las variedades de olivo que existen en el mundo. Se trata del Banco Mundial de Germoplasma de Olivo, que gestiona el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) en Córdoba, y que se presenta como una colección que mantiene en el campo el olivar más variopinto, con unas 900 variedades de olivo procedentes de un total de 26 países del mundo.
El objetivo de este banco es conservar la mayor diversidad posible de olivos existentes, en este caso bajo las mismas condiciones en un terreno único, además de proporcionar la base más amplia para la investigación y mejora genética de nuevos tipos de olivo.
“Nosotros no solo conservamos y mantenemos esa gran diversidad de olivos, sino que también la analizamos para evaluar la variabilidad de olivo”, señala la responsable del centro, Angjelina Belaj. Variables de los olivos que proceden de países como México, Uruguay, Argentina, Estados Unidos y, por supuesto, todos los del arco del Mediterráneo.
“La riqueza principal de este banco es justamente esa diversidad, ese gran número de variedades y entradas que proceden de países diferentes. Porque cada una de esas variedades se selecciona en su país de origen por algo, ya sea por su rendimiento, ya sea por su resistencia a estrés, por el tamaño del fruto o la variedad del aceite...”, explica la experta.
Además, la investigación es clave en este centro, en dos vertientes diferenciadas. De un lado, la lucha contra las enfermedades que afectan al olivo. Y, de otro lado, el estudio genético que ayuda a cruzar variedades y mejorarlas. “Desde mi punto de vista, cuanta más diversidad tengamos mejor será, sobre todo considerando que siempre estamos expuestos a amenazas tanto viejas como nuevas, como es el caso de dos enfermedades”. Por eso en el centro, además de estudiar las variedades de olivo en cuanto a contenido de aceite y producción, se analiza su resistencia a plagas y enfermedades.
Y junto a ello, el programa de mejora genética que tiene el Banco Mundial de Germoplasma de Olivo trata de sacar adelante los mejores olivos. “Casi todas las variedades que se cultivan en Andalucía, en España y en el mundo son variedades muy antiguas”, indica otro investigador del centro, Raúl de la Rosa. Cuentan, en algunos casos, con 2000 años de antigüedad. “Uno de los objetivos de nuestro trabajo es intentar, usando como base esa variedad, generar nuevas variedades de olivo que podrían estar más adaptadas a la agricultura moderna”, explica.
Esa tarea se concreta en realizar cruzamientos de distintos olivos y estudiar su descendencia. “Ese proceso puede llevar hasta 15 o 20 años, porque el olivo crece muy despacio y porque la evaluación que hacemos requiere mucho tiempo pero, después de ese tiempo, ya tenemos algunas selecciones, algunos hijos que reúnen esas características buscadas”.
Y así, ya sea en el laboratorio, los invernaderos o en el propio campo, la vida de este centro transcurre día a día con los investigadores guardando y conservando el mayor tesoro de olivos de todo el mundo.
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