Una vivienda inteligente e inclusiva como un traje a medida para cada persona con discapacidad
Abrir la puerta de casa automáticamente con la voz o con un mando. Tener una videomirilla a la altura de la silla de ruedas que también se puede consultar desde el móvil o la tablet a distancia. Subir las persianas motorizadas sin tener que tocarlas -desde casa o desde la calle-, tener los aparatos eléctricos con enchufes inteligentes para encenderlos o apagarlos a distancia -midiendo además el consumo de energía-. Contar con un detector de humo en la cocina y un detector de caídas en el baño, además de un botón de SOS para alertar a familiares o vecinos. Y todo ello, en una vivienda con arquitectura apropiada para tener espacios amplios y sin obstáculos. Es un hogar digital inclusivo, un proyecto que ya es realidad donde empresas cordobesas se han unido para utilizar la última tecnología con el objetivo de facilitar la autonomía de las personas con discapacidad en su propia vivienda.
Se trata del proyecto Rumbo, que ya ha entregado 27 viviendas con estas características en Andalucía, seis de ellas en Córdoba capital. A través de la integración de sistemas y sin obras, se han aplicado soluciones al hogar para transformar los espacios, mejorando así la calidad de vida de las personas que necesitan atender distintas maneras de desenvolverse en su hogar. “Hacemos un traje a medida para cada vivienda, para cada usuario”, explica a este periódico Juan José Cuevas, CEO de Quanticpro, una de las firmas que han colaborado en este proyecto conjunto donde también están Ortopedia España, Synergya Tech y Codisa Impulsa Igualdad.
Una reproducción a escala de cómo son estos hogares a medida del usuario se ha podido ver estos días en la sede de Fepamic en Córdoba, para ver cómo se adapta una vivienda a las necesidades de cada persona. Usuarios de sillas de ruedas, andadores, personas con movilidad reducida, con discapacidad auditiva o cualquier otro tipo de funcionalidad, necesitan un hogar adaptado que les ofrezca la posibilidad de no depender de otras personas para estar en su propia casa.
“Lo primero que hacemos es un análisis de las necesidades de cada usuario y de la tecnología que se puede aplicar”. Así, con “sistemas interoperables” y que están abiertos a nuevas y futuras incorporaciones de aplicacaciones, la vivienda va tomando forma de ese traje a medida, adaptado a la persona. “Sumamos una arquitectura abierta, con espacios amplios, y un mobiliario adaptado también, con la tecnología que requiere”, añaden los promotores de esta iniciativa conjunta.
Tecnología aplicada a las instalaciones eléctricas de la vivienda o al suministro de agua, a ventanas y persianas, a la puerta de entrada o al porterillo de la comunidad. Pero también a los espacios que pueden reunir más peligros en una casa, como son el baño -donde más caídas se producen-, y la cocina y el riesgo de incendio que existe allí.
La adaptación de estos hogares digitales inclusivos ha supuesto una media de entre 3.000 y 4.000 euros, aseguran. Y pueden incluir también en el mobiliario desde una cama de cota cero a una grúa de traslado, silla inodoro, asideros o sillones especiales. Todo ello dentro de un espacio sin pasillos o vestíbulos estrechos, con conexión amplia entre zonas de la casa y sistemas de iluminación, calefacción y ventilación completamente adaptados.
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