REPORTAJE
El último maquinista de la histórica locomotora cordobesa de 1864
En 1966, a Alberto Villalba le encargaron que revisara y reparara la antigua locomotora que prestaba sus servicios en la fábrica de la Electromecánicas en Córdoba y que hoy se puede ver ante la antigua estación de tren. Él trabajaba en la Electromecánicas como mecánico, pero nunca antes se había hecho cargo de esta máquina. La desmontó pieza por pieza, la reparó y volvió a montarla, de manera que la vieja locomotora siguió prestando su servicio esencial en la fábrica, guiando a las decenas de vagones de mercancías que entraban y salían de ella. Poco después, además de seguir cuidándola con mimo, Alberto Villalba optó al puesto de maquinista. Y desde 1967 hasta 1978, fue el último maquinista que condujo esta histórica locomotora.
Ahora, a sus 80 años, Villalba recuerda con Cordópolis cómo fue su época laboral con esta locomotora, patrimonio industrial de la ciudad de Córdoba, para la que se pide su protección y traslado ante la actual estación de trenes de la capital, en la Plaza de las Tres Culturas.
10.000 kilos de peso y un pasado minero
“Pesaba exactamente 10.000 kilos. Y la caldera nueva se la pusieron en Puerto Real (Cádiz)”, cuenta Villalba sobre la locomotora. En su día, había sido construida en París en 1864 con un diseño de la ingeniería de estructura metálica roblonada, a la vez que otra máquina gemela exactamente igual. Ambas se utilizaron para el ferrocarril minero del bajo Aragón y posteriormente prestaron sus servicios en las minas de La Reunión, en la localidad sevillana de Villanueva del Río. Tras la finalización de la Guerra Civil, las dos locomotoras pasaron a Renfe y, años después, tras darles de baja la empresa ferroviaria, fueron adquiridas por la sociedad industrial emblemática de Córdoba: la Electromecánicas, en 1963.
Fue poco después cuando Alberto Villalba se puso a los mandos de la locomotora. “Cuando estaba en la Electromecánicas, no sabíamos cuál de las dos máquinas gemelas era -la Santa Rita o la Leonito-. Pero un día, desatornillando el reloj que medía la presión de la caldera, cayó al suelo una especie de medalla de una virgen. Dije: 'Esta es la Santa Rita'”, explica sobre la distinción con la locomotora gemela.
A su mandos, este maquinista sacaba y entraba “hasta 22 y 24 vagones para la Electromecánicas”, que iban cargados de mercancías -“normalmente cobre o carbón”, recuerda. Cuando un tren llegaba con los vagones cargados hasta la fábrica, los dejaba “en un culatón”, una especie de vía en fondo de saco, desde donde Villalba se encargaba de enganchar la locomotora para llevar el material hasta la fábrica y, al revés, de sacar la mercancía que la Electromecánicas comercializaba.
Funcionaba con carbón
La propia locomotora funcionaba con carbón, recuerda. Y también cuenta cómo a los pocos años, la máquina que ya contaba con más de un siglo de vida, “empezaba a fallar, funcionaba mal”. Sus jefes atendieron su petición para que la empresa comprase “una máquina diésel” que sustituyó a la antigua locomotora, pero esta siguió también en uso.
“Se quedó de repuesto, por si fallaba la diésel. Porque no podía faltar nunca una máquina para mover las mercancías”, destaca de su papel esencial en la fábrica. “Entonces, todo se movía a través del tren, no era con camiones como ahora”. Y así, hasta 1978, Alberto Villalba se ocupó de esta histórica locomotora hasta que dejó de utilizarse.
Luego, con el tiempo, la antigua locomotora se recuperó como elemento del patrimonio industrial de Córdoba, como parte de la historia de la fábrica Electromecánicas y, ubicada en los jardines delante de la antigua estación de Renfe de la capital, recuerda aquella época y a los viejos trenes. Sin embargo, el paso de los años, la falta de cuidado y el vandalismo han hecho que la máquina presente graves daños actualmente.
Daños y vandalismo
“Es una pena que esté así”, dice el que fuera su maquinista mientras ve el deterioro y los desperfectos que arrastra la máquina, con herrumbre y desaparición de partes de su chasis metálico, de elementos de control mecánico y de elementos de madera, además de sufrir carcoma los que se mantienen. Algunos grafitis en su estructura exterior, basura acumulada en el interior de la cabina y la rotura de las cartelas metálicas de identificación de la máquina, se suman en el actual estado de la locomotora.
Por eso, desde la Asociación para la Defensa del Patrimonio Industrial de Córdoba se ha elaborado una propuesta para proteger la máquina de 1864 y trasladarla a la Plaza de las Tres Culturas, ante la actual estación de ferrocarril de Córdoba. Una propuesta cuya viabilidad está estudiando Adif y para la que también se ha pedido la colaboración del Ayuntamiento en cuanto a la reparación y protección de la locomotora.
Historia de la locomotora: construida para el ferrocarril minero
Esta histórica locomotora y su hermana gemela fueron construidas en París y se destinaron al ferrocarril minero Zaragoza - Escatrón, compañía constituida en 1865 con el objetivo de explotar la zona minera del bajo Aragón, según la documentación aportada por la Asociación para la Defensa del Patrimonio Industrial de Córdoba.
El 15 de junio de 1874, se inauguró el primer tramo ferroviario entre Zaragoza - Fuentes del Ebro y, para la construcción de dicho tramo se adquirieron estas dos modestas locomotoras de vapor de la firma francesa Anjubault, que contaban una potencia de 200 CV, una tracción de 2.220 Kg, y trabajaban a una presión de 8 Kg/cm2.
Los problemas económicos de Zaragoza - Escatrón las llevaron en 1881 a integrarse en el ferrocarril Valls - Villanueva - Barcelona (VVB); poco tiempo después, fue absorbida por Tarragona - Barcelona - Francia (TBF) y a su vez esta pasó a formar parte de la línea Madrid - Zaragoza - Alicante (MZA). De ahí, su primera referencia: MZA 612.
Dicha empresa había adquirido la explotación del ferrocarril Córdoba - Sevilla en 1875, así como todas sus concesiones mineras; por ello se conoce que esta antigua locomotora trabajó en las minas de La Reunión, en la localidad sevillana de Villanueva del Río. Tras la finalización de la Guerra Civil, las dos locomotoras pasaron a Renfe, donde recibieron la nomenclatura 020-0211 y 020-0212. Tras darles de baja la empresa ferroviaria, fueron adquiridas por la sociedad industrial de La Electromecánicas de Córdoba, en 1963.
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