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Sequía, fitosanitarios y vertidos: embalses, acuíferos y fuentes cordobesas contaminados

Peces flotando en el embalse de La Colada

Alfonso Alba

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En el verano del año 2005, 200.000 cordobeses se quedaron sin agua potable. La sequía, que no era excepcional, había provocado que los niveles de la terbutilazina, un herbicida muy popular usado en el olivar, contaminase las aguas del embalse de Iznájar. Fue el primer aviso de que la sequía y un uso intensivo de la agricultura iba a provocar problemas en el agua. La crisis de la terbutilazina se solucionó a las dos semanas gracias al buen funcionamiento de una potabilización del agua del embalse basada en el carbón activo.

A finales del verano de 2023, la provincia de Córdoba sufre una de las grandes sequías de las últimas décadas. Tanto el agua embalsada como la de los acuíferos y manantiales están en mínimos también históricos. Y en la provincia se multiplican los problemas relacionados con la alta concentración de sustancias contaminantes en agua que tiene diferentes usos.

Desde abril de este año está prohibido beber agua potable en los municipios del norte de la provincia de Córdoba que dependen de la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETA) de Sierra Boyera: todos salvo Villaharta, Villaviciosa, una parte de Espiel y Obejo. Sierra Boyera se secó y se bombea agua desde La Colada, un embalse que lleva años con problemas por la alta presencia de cianobacterias. A pesar de que está a casi el 60% de su capacidad, la contaminación es tan importante que su agua ha provocado una alta mortandad de peces. Este episodio ya se produjo en el año 2020. La Junta prohibió al año siguiente el baño en el embalse y la mantiene. En abril ha prohibido beber su agua.

El caso de La Colada es el más extremo. El arroyo Guadarramilla es uno de sus principales suministradores de agua. Pero el Guadarramilla es un arroyo en el que se producen importantes vertidos, especialmente de aguas residuales. La depuradora de Pozoblanco es insuficiente, según admite tanto el Ayuntamiento como la Junta de Andalucía, ambos responsables últimos de los vertidos. Se diseñó para una población de 10.000 habitantes, cuando en la zona viven más de 17.000 y existe una importante industria agroganadera que genera también una gran cantidad de residuos.

En 2013, el Gobierno ya previó construir un by pass para evitar que el agua del Guadarramilla acabara en La Colada. Nunca se hizo. En todos estos años, los vertidos han ido finalizando en el embalse y ahora se ha llenado de un líquido difícilmente potabilizable. El presidente de la Diputación, Salvador Fuentes, ha anunciado la construcción de una nueva potabilizadora, para la que ha fijado una inversión de unos siete millones de euros. Pero las obras tardarán años. Mientras, la única solución que tienen los vecinos de la zona es que llueva mucho y que Sierra Boyera se vuelva a llenar. Pero estos dos embalses se localizan en una zona en la que el clima más está cambiando y menos está lloviendo. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya ha señalado el proceso de conversión de estas comarcas en una especie de estepa.

El caso de La Breña II

La Breña II se construyó para garantizar el regadío en el Valle del Guadalquivir en momentos de escasez de lluvias. El embalse, de hecho, nunca ha estado lleno al 100%. El Ayuntamiento de Almodóvar del Río lo aprovecha también como una playa de interior, como un embarcadero recreativo y como un espacio que se ha puesto de moda para contemplar las puestas de sol.

Esta semana, la Junta de Andalucía ha prohibido el baño en La Breña por la presencia de microorganismos en sus aguas. Rápidamente, el Ayuntamiento de Almodóvar ha pedido una investigación. En La Breña hay bastante agua. El embalse está al 11% de su capacidad, pero retiene 94 hectómetros cúbicos. Nadie entiende cómo con tanta agua el pantano puede estar contaminado.

A falta de informes, el principal afluente de agua de La Breña es el río Guadiato, que nace precisamente cerca de donde está Sierra Boyera. Pero ni allí ni en Puente Nuevo hay niveles de contaminación altos, por lo que las sospechas se centran en las viviendas que vierten sus residuos sin control en Sierra Morena, especialmente en el término municipal de Córdoba capital. A pesar de que en Santa María de Trassierra hay un sistema de depuración, rudimentario. Se producen vertidos en los arroyos y en el propio río Guadiato. De hecho, este verano se han vuelto a repetir episodios de contaminación en las fuentes del Bejarano, los Baños de Popea, que casi se han secado.

Nitratos en las fuentes del sur

Por otra parte, Ecologistas en Acción ha encargado varios informes sobre la situación de los acuíferos y manantiales en el sur de la provincia, especialmente en la Campiña. El resultado ha sido que todas las fuentes que siguen teniendo agua tienen grandes aportes de nitratos. En algunos casos, señalan, el triple de los permitidos por la Organización Mundial de la Salud.

De la misma manera, la agricultura intensiva unida a la escasez de agua en los acuíferos ha provocado que la concentración de nitratos sea ahora mucho más alta que en épocas húmedas. Y que la nula escorrentía no esté arrastrando las impurezas como ha ocurrido con anterioridad.

Por eso, los expertos en hidrología coinciden en que la única solución pasa por reducir al máximo los vertidos incontrolados, por controlar la agricultura y ganadería intensiva y, desde luego, por que llueva a cántaros.

Así, se estima que en el próximo año hidrológico, una provincia como Córdoba necesitaría una media de precipitación de entre 800 y 1.000 litros para poder ir recuperando la normalidad.

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