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Los Patios de Córdoba: origen y singularidades de una fiesta centenaria en la que los vecinos te abren su casa

Patio de la Calle Trueque

Alfonso Alba

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Hace un siglo, un alcalde de Córdoba, Francisco Fernández de Mesa, decidió convertir en concurso una singularidad local. En plena Feria, a finales de mayo, el Ayuntamiento convocó un Concurso Popular de Patios, Rejas y Balcones para premiar aquella vecindad que ofreciese el recinto más bonito y mejor decorado de la ciudad. Los premios, 100, 75 y 50 pesetas a los tres mejores (solo se presentaron tres). Las condiciones: que los propietarios abriesen sus puertas de manera gratuita y que viviesen allí. Aquel concurso fue un fracaso y no se volvió a convocar hasta la II República. Entonces, y sobre todo tras la Guerra Civil, se convirtió en una fiesta tan grande que hoy está declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Pero ojo. Lo que está protegida es la tradición, no los recintos físicos.

El origen: de Roma al hacinamiento vecinal del siglo XIX

Antes que una fiesta de primavera el patio es una construcción que tiene origen romano. Córdoba fue Colonia Patricia (tuvo Senado propio), capital de la Bética y la ciudad más importante de Hispania (los restos de su anfiteatro y de su teatro son colosales, con dimensiones cercanas a las de la propia Roma). Y como en La vida de Bryan, ¿qué es lo que nos han traído los romanos? Una manera de construir. Las casas unifamiliares se levantaban alrededor de un patio cuadrado o rectangular, porticado y con una fuente o un estanque en medio. Al Andalus reutilizó este sistema y lo perfeccionó, con pozos y un sistema de riego que mantenía siempre verde, húmedo y fresco el espacio principal de las viviendas. Pero eran casas cerradas, que únicamente disfrutaban sus moradores y sus dueños.

No fue hasta el siglo XIX cuando los Patios de Córdoba se convirtieron en singulares, aunque a través de la pobreza. La emigración del campo a la ciudad transformó las antiguas casas solariegas, enormes y señoriales, en patios de vecinos. Cualquier lugar valía para acoger a miles de familias que huían de la miseria rural y que trataban de prosperar en la ciudad. Así, se transformaron antiguas caballerizas en enormes casas de vecinos. Lo cuenta Rafael Ávalos en este reportaje y lo ejemplifica con el patio de la Plaza de las Tazas, con una enorme puerta, un gran pasillo para el tránsito de los animales y un patio gigante en torno al cual llegaron a vivir 19 familias en habitaciones.

La vida entorno a un patio

Ese hacinamiento vecinal en un casco histórico como el de Córdoba tenía sus inconvenientes. En la mayoría de las casas de vecinos, el patio era un desahogo. Las familias vivían en habitaciones donde no había nada más que camastros. En el patio estaban las cocinas compartidas, los baños compartidos, las herramientas compartidas. En el patio estaba, por tanto, una vida compartida donde se celebraba y se lloraba, donde se pasaba el rato, donde se conversaba y criticaba. Donde ocurría la vida.

El hacinamiento a su vez provocaba problemas de higiene. Compartir un baño para 19 familias, una cocina para 40 comensales, generaba unos olores tremendos. La función principal de las flores, además de estética, era aromática. Pugnar contra el peor olfato ofreciendo las mejores fragancias.

Lo que protege la Unesco

En el año 2012, la Unesco decidió proteger la Fiesta de los Patios de Córdoba. Y lo hizo por una singularidad: “A principios del mes de mayo, y por espacio de doce días, tiene lugar en Córdoba la fiesta de los patios. Las casas de patio son viviendas colectivas habitadas por varias familias, o grupos de viviendas individuales, que poseen un patio en común y están situadas en el barrio viejo de la ciudad. Los patios están ornamentados con un sinnúmero de plantas de múltiples variedades cuidadosa y atractivamente dispuestas”, expone, textualmente, la declaración Patrimonio de la Humanidad.

Es decir, casas privadas, donde sigue viviendo gente, en el casco histórico de Córdoba, que en mayo abren sus puertas para mostrar sus flores y la belleza del lugar que habitan. En esas casas, y en el mes de mayo, “se interpretan canciones y músicas populares cordobesas, en particular cantes y bailes flamencos. Los vecinos, junto con sus familias y amigos, se agrupan para ornamentar los patios, que se convierten en lugares de esparcimiento y celebraciones colectivas en las que todos comen y beben juntos”. “La Fiesta de los Patios de Córdoba promueve la función del patio como lugar de encuentro intercultural y fomenta un modo de vida colectivo sostenible, basado en el establecimiento de vínculos sociales sólidos y de redes de solidaridad e intercambios entre vecinos, estimulando al mismo tiempo la adquisición de conocimientos y el respeto por la naturaleza”, concluye la Unesco.

Lo que verás en los Patios de Córdoba

Córdoba en mayo es una ciudad repleta. Durante las dos semanas de la Fiesta de los Patios, miles de turistas llegan a la ciudad. En estos 14 días, se celebra un concurso con patios que sí que compiten por un premio y otros que abren sus puertas sin hacerlo. Hasta el 14 de mayo, se pueden visitar 63 recintos, 53 de ellos del concurso oficial. En concreto, de los 53 patios que participan en el concurso, 24 lo hacen en arquitectura antigua; 21, en moderna, y ocho, en patios singulares, donde este año se incluye el situado en el número 13 de la calle Badanas, mientras que fuera de concurso habrá tres patios más, como son los de los colegios San Lorenzo y López Diéguez y la Filmoteca de Andalucía.

Las seis rutas del concurso son: Regina-Realejo, con cinco patios; Santa Marina-San Agustín, con ocho patios; San Lorenzo, con diez; Santiago-San Lorenzo, con nueve; Judería-San Francisco, con nueve, y el Alcázar Viejo, con 12 patios. Cada ruta es diferente. Cada patio, también.

Los patios más conocidos están en el Alcázar Viejo (el barrio de San Basilio). Allí abundan los típicos recintos con una escalera al fondo para ascender a la planta superior. Poco a poco, han ido desapareciendo patios del concurso, ya que sus dueños ya no viven allí. Eso sí, son patios que se pueden visitar durante todo el año. Pero que se alejan, en ocasiones, de la esencia de lo que decidió proteger la Unesco.

Los patios más desconocidos están en las rutas de la Axerquía (el lugar del casco histórico más alejado de la Mezquita); Santiago, San Lorenzo, Regina y Realejo. Siguen siendo o casas unifamiliares o de vecinos. Son los lugares menos visitados, con menos colas y dónde aún es posible charlas con los propietarios o cuidadores de los patios. Donde transitar sin demasiada prisa y contemplar el espectáculo floral que desborda estos oasis de frescor en una Córdoba que cada vez se calienta antes.

Arquitectura antigua y moderna

El casco histórico de Córdoba es uno de los más grandes de Europa que está protegido por la Unesco. Solo lo supera el de Bolonia, en Italia. Por eso, su urbanismo está tan protegido. Los vecinos, de hecho, no pueden ni instalar placas solares en sus tejados. Y desde luego, los promotores no pueden derribar una casa de más de cien años y construir un bloque de pisos.

Las normas urbanísticas han logrado preservar un skyline histórico en Córdoba, donde apenas hay casas de más de dos plantas de altura y donde es obligatorio construir un patio, según la superficie del solar. Eso ha hecho que, por un lado, se hayan conservado históricas casas-patio. Y que por otro se hayan construido casas-patio modernas. El propio concurso reconoce esta diferencia y ofrece premios a estos dos tipos de construcciones.

En el casco histórico de Córdoba hay, por tanto, miles de casas con patio, aunque solo concursen medio centenar. No son las mismas todos los años. Aunque muchas sí que repiten. Por eso, no están todos los que son, pero sí son todos los que están.

Así, es fácil encontrar casas patio enormes como la de la calle Marroquíes, multiganador del concurso, donde en un mismo patio hay varios a la vez, donde se entrecruzan pequeñas calles que conducen a casas o talleres artesanales. Donde perviven los baños comunitarios. Y donde sigue habiendo fiestas, almuerzos y cenas en común. También casas unifamiliares, más modernas, donde en vez de estanque hay una piscina (decorada, eso sí), y el riego ya no se hace con una lata amarrada a una caña para llegar a todas las macetas, sino por un moderno sistema de goteo que ahorra mucho (y que mejora la vida de los cuidadores).

Flamenco en los patios

La Unesco protegió también la fiesta. Y la fiesta en los patios es música. En total, hay organizados diez conciertos: cuatro en la Casa de las Campanas; cuatro conciertos extraordinarios en la Plaza de la Corredera, los días 10, 11 y 12 de may,o y el Festival Flamenco el día 13 de mayo, además de conciertos en los barrios, en las plazas Amanecer de Fátima y Matías Prats.

Además, el Centro Flamenco 'Fosforito' ameniza las rutas (no es difícil encontrarlos por el casco histórico como flautistas de Hamelin, guiando con su música a los visitantes), el tradicional Festival Flamenco 'Cruzando el Río' junto a la Torre de la Calahorra, el festival que realiza la Asociación de Vecinos de Alcázar Viejo, y flamenco directo en las calles en los barrios de Santa Marina y San Pedro.

Todo en un mes de mayo en el que Córdoba se transforma y que concluye con la gran traca final: diez días de Feria, pero lejos ya del casco histórico.

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