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El león de Castilla acecha a la Albolafia

En la imagen, el escudo de Córdoba actual y el histórico a la derecha

Aristóteles Moreno

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Los escudos no son neutros. Tienen su historia, sus signos identitarios y, cómo no, su profunda carga ideológica. El escudo de Córdoba también. Por supuesto. Por eso, no es anecdótico que el Ayuntamiento se plantee restituir el histórico escudo del león rampante y los castillos. Los dos símbolos de las armas reales de Fernando III, el rey cristiano que arrebató Córdoba en 1236 a los musulmanes y precipitó el desplome de Al Andalus.

El león y las almenas son el emblema de la corona castellanoleonesa. Pero no únicamente. También el de la comunidad autónoma del mismo nombre. Y hoy, ochocientos años después, el viejo escudo de Córdoba y el de Castilla y León se parecen como dos gotas de agua. Córdoba, por lo tanto, adoptó los símbolos de su conquistador y así figuraba ya en un documento de 1284 que se conserva en el Archivo Municipal.

Pero ojo. El Concejo local creado tras la conquista cristiana quiso, sin embargo, tener su propia insignia. Y solo cinco años después, en 1241, y con autorización de Fernando III, diseña un nuevo distintivo. El sello elegido por aquel primigenio equipo municipal representa el perfil de la ciudad, con el alminar de la Mezquita, la noria andalusí de la Albolafia, el Puente Romano y las palmeras que Julio César ordenó plantar cuando le ganó la guerra civil a Pompeyo.

Los dos símbolos convivieron durante siglos. El escudo del león como divisa de la ciudad y el sello de la Albolafia como distintivo municipal para autenticar y lacrar documentos oficiales. El sello ha pervivido con solo dos modificaciones. En el siglo XVI, incorpora un lema en latín para evocar su fundación romana: Corduba militae domus, inclyta fonsque sophiae (Córdoba, casa de guerrera gente y de sabiduría clara fuente). Y el alminar se convierte en torre cristiana rematada por el campanario tras la construcción de la Catedral católica en su interior.

El león rampante no representa únicamente al rey conquistador. Es también la expresión de un nuevo orden peninsular que se construyó sobre la expulsión del islam y la alianza entre el altar y la corona como pilares inalterables de la nación española. Hasta que en 1983, el primer Ayuntamiento democrático de Córdoba tras la dictadura franquista, y bajo un Gobierno comunista presidido por Anguita, decide alterar el curso de la historia y jubilar nada menos que el centenario escudo de Fernando III.

“Romper con el concepto de ciudad conquistada”

En aquella audaz corporación ejercía de número dos Herminio Trigo. “Queríamos romper con el concepto de ciudad conquistada que representaba el escudo”, argumenta en conversación telefónica. “Y queríamos sacar el orgullo de Córdoba como capital del mundo en la época califal”. Se propusieron buscar un nuevo símbolo y solicitaron un informe histórico. Fue entonces cuando apareció el sello de la Albolafia y la Mezquita, que paradójicamente había sido diseñado por el Concejo municipal siete siglos y medio antes.

“Fue una forma de recuperar una imagen propia y genuina de Córdoba. Y ni el león rampante ni los castillos nos representaban”, subraya quien tres años después se convirtió en alcalde de la ciudad tras la salida de Julio Anguita. La decisión se tomó en pleno municipal y el escudo de las armas reales de Fernando III fue sustituido por el emblema de la Albolafia, el Puente Romano y la torre de la Mezquita Catedral.

Hasta hoy. Cuarenta y un años después, el Gobierno local sopesa recuperar el viejo escudo de la monarquía castellana como emblema oficial de Córdoba. Para ello, ha encargado un informe histórico al cronista de la ciudad, Julián Hurtado de Molina, que ya ha emitido un dictamen aunque aún no se ha hecho público.

“No hablamos de cambiar el escudo sino de restituir el histórico”, explica a Cordópolis. El cronista oficial ha recopilado abundante información documental sobre la historia y el uso de los dos emblemas a través de los siglos, tal como hemos desgranado en párrafos anteriores. Lo que Hurtado de Molina propone en su informe es recuperar el blasón del león rampante y los castillos junto al lema en latín, que abrazaría el escudo en forma de arco. “Es interesante recuperar el pasado romano también para recordar que Córdoba es una ciudad bimilenaria”.

Hurtado de Molina no entra en las razones que han impulsado al Ayuntamiento a querer reemplazar el escudo de Córdoba. “No lo sé ni quiero saberlo”, respondió a preguntas del periodista. “Es una decisión del Gobierno local. Yo solo doy un dictamen histórico. Únicamente puedo decir que el escudo histórico de la ciudad ha sido ese hasta que en 1983 se decidió cambiarlo por el sello de la Albolafia”.

El Ayuntamiento, no obstante, se apresuró horas después de que se filtrara la noticia a descartar el cambio de emblema local, pese a que había sido un encargo expreso suyo. “El escudo no se va a tocar”, aseguró el teniente de alcalde de Relaciones Institucionales, Julián Urbano, en declaraciones a ABC Córdoba.

El debate sobre el escudo no es baladí. Y airea interpretaciones de todo signo. El historiador Manuel García Parody sostiene que el sello de la Albolafia “define mejor a Córdoba”. En su opinión, tiene más sentido porque “no solamente alude a unos leoneses que conquistan y repueblan la ciudad sino que evoca elementos característicos propios”.

Parody ve una evidente intencionalidad política en la decisión municipal. La eventual recuperación del emblema de Fernando III persigue evidenciar que la “única Córdoba es la castellana y cristiana, y que la otra no existe”, subraya el historiador. “Y Córdoba es algo más que la pertenencia a la corona castellanoleonesa. Es Al Andalus, es la Bética, es Tartesos”. De hecho, la restitución del león rampante con el lema latino recupera la aportación cristiana y romana de Córdoba, pero arranca de raíz los casi cinco siglos de cultura islámica que convirtieron a la ciudad de la Mezquita en la capital de Europa durante el Califato omeya. “Se salta la parte más gloriosa de la historia de Córdoba”, remarca Parody.

La iniciativa municipal se produce en un contexto político de enorme tensión territorial. El desafío secesionista catalán ha despertado el nacionalismo español, que se esfuerza por rescatar los mitos identitarios de la España que presuntamente se forjó en Covadonga como signos de reafirmación patriótica. En la última década se han multiplicado los actos de reivindicación simbólica de la mal llamada Reconquista, impulsados principalmente por la formación ultranacionalista Vox. Pero no solo. Y ahí se inserta la propuesta del PP en Córdoba.

A Herminio Trigo la recuperación del viejo escudo de Fernando III le parece un “desatino total”. Y lo interpreta como un movimiento para “cercenar una parte de la historia de Córdoba” y revertir una iniciativa que fue adoptada en los años ochenta por un Gobierno municipal de izquierda. En el fondo, asegura Trigo, lo que revela el debate de la restitución del escudo del león rampante es la existencia de dos modos de entender el país: “La España diversa o la de los Reyes Católicos”.

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