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Alejandra Luque

23 de mayo de 2021 06:00 h

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La historia que van a leer no es una excepción. Es una realidad cada vez más repetida que conocen de cerca las asociaciones y fundaciones que trabajan con menores extranjeros no acompañados que llegan a Andalucía. Él se llama Anas Mishabi, un joven que con 16 años dejó atrás su vida en Marruecos y llegó a Melilla en el interior de la rueda de un camión. La desesperación va unida a la huida. Desde entonces ha pasado por varios centros por la provincia de Córdoba hasta que ha conseguido asentarse en la capital gracias a un trabajo de fondo de la Fundación Don Bosco. Hoy estudia para sacarse el título de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) y poder cumplir su sueño: abrir su propia peluquería.

En 2018 Anas consiguió llegar hasta Melilla desde donde fue derivado a un centro de menores de la provincia de Córdoba. Recuerda con angustia aquellos meses ya que, según cuenta, sólo podía salir del centro los fines de semana. En octubre de 2019, siendo aún menor y residiendo en el centro de protección de menores La Marquesa, de la Fundación Arcoiris, comenzó una medida judicial de libertad vigilada tras un episodio que él mismo cuenta. “Agredí a una trabajadora porque bajo ningún concepto quería volver a Melilla porque iba a estar muy mal”.

En aquel momento, el Servicio Integral para le Ejecución de Medidas Judiciales de Medio Abierto (SIMA), gestionado por aquel entonces por Fundación Don Bosco, es responsable del seguimiento y ejecución de las medidas impuestas a los menores infractores. Esta fue la primera toma de contacto que tuvo el joven con la Fundación Don Bosco, una relación de reciprocidad que ha permitido que Anas mire al futuro con otros ojos.

Desde la entidad explican a CORDÓPOLIS que la disposición del joven por construir su vida en Córdoba fue total. Ha participado en proyectos de la fundación tendentes a mejorar no sólo su inserción en la sociedad, sino también para incrementar sus estudios y sus capacidades laborales. Aún siendo menor, y estando tutelado por la Junta de Andalucía, su preocupación siempre fue qué sería de él si cumplía los 18 años y no tenía dónde vivir. Esta era la única manera de permanecer en Córdoba ya que, en caso de no conseguirlo, debía regresar a Melilla donde su Servicio de Protección de Menores, a su vez, lo obligaría a volver a Marruecos al no tener un recurso residencial.

En cada reunión, él siempre manifestaba sus miedos a regresar a su país de origen. Pudo, por fin, entrar en el proyecto Buzzetti de la fundación, dedicado al acompañamiento y promoción de menores y jóvenes extutelados por los servicios públicos, y siempre con la mirada puesta en conseguir una autonomía plena. Regina Luque, técnica de la fundación, lo ha acompañado en cada uno de sus pasos. Los logros del joven son también los suyos. Como regalo de cumpleaños, en febrero de 2020, Anas consiguió una plaza en el albergue de Cáritas. Había logrado quedarse en Córdoba.

Después llegó el hostal Lucano, donde ha podido vivir hasta el pasado 18 de mayo, día en que Anas palpó aquello que tanto ansiaba: conseguir una plaza en uno de los pisos de autonomía gestionados por la fundación. Con un hogar al que volver, el joven acude cada día una peluquería en La Fuensanta, donde realiza las prácticas de un Curso de Peluquería y Estética. “Desde pequeño siempre me ha gustado y en Melilla hice otro curso”, explica el joven, que cuenta con ilusión cómo su buen hacer en la peluquería ha hecho que le renueven otros dos meses.

Su meta ahora es poder abrir su propia peluquería, pero sabe que aún le queda mucha formación. Su inquietudes le ha llevado hasta Ciudad Jardín y el Centro de Formación Medina Nuñez, del que le gustaría formar parte, aunque es consciente del coste que supone, presupuesto con el que no cuenta. Hasta que ese momento llegue, Anas estudia por las tardes para sacarse el título de la ESO. En sus ratos libres, coge su máquina y corta el pelo, de manera altruista, a todos aquellos jóvenes sin hogar que reciben ayuda en la fundación. Es su forma de empezar a agradecer lo que Córdoba le ha dado.

Hoy hay muchos Anas esperando un futuro en la orilla de Ceuta.

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