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El agua salina que sigue explotándose en el mar fósil que quedó en Córdoba

Imagen de archivo de un trabajador, en las salinas de Duernas.

Carmen Reina

9 de noviembre de 2024 20:07 h

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A pocos kilómetros de Córdoba capital, la campiña esconde bajo la tierra el secreto más sabroso de su historia: la sal que hace 350 millones de años albergaba el mar que cubría este espacio y que se mantuvo en esta tierra para dar sabor a toda su historia. Durante siglos, las Salinas de Duernas han conformado un ecosistema propio, aprovechando el ‘mar fósil’ que bañaba la campiña y su sal, depositada en diferentes estratos del terreno que, al contacto con el agua de lluvia y de acuíferos naturales, ha generado recursos hídricos salinos permanentes. Y, hoy en día, esa agua salina sigue explotándose.

De hecho, esta misma semana, el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) ofrecía en exposición pública la solicitud de la declaración de la calificación de “agua mineroindustrial” para la procedente de dos captaciones ubicadas en la finca Las Salinas de Duernas II, en el término municipal de Córdoba.

Se trata de aguas que permiten el aprovechamiento de las sustancias que contienen, en este caso la sal. Y la declaración de esta condición es requisito previo para la explotación y aprovechamiento de esas aguas.

Caracterizada por su hipersalinidad, el agua de este enclave cordobés multiplica por cuatro la sal del mar: 150 gramos del mineral por litro de agua frente a los 35 gramos habituales en el agua marina. Y precisamente esas salmueras naturales del suelo de Duernas son las que desde hace siglos se aprovechan para extraer el mineral, primero con norias de sangre y después con mecanismos perfeccionados, para extraerla hasta la superficie y canalizarla hasta las piletas cristalizadoras donde se evapora el agua y queda la sal pura.

Su producción anual –de hasta 3.000 toneladas al año de manera constante- ha hecho que la vida de las Salinas de Duernas no se haya detenido en todo este tiempo; no en vano la Dirección General de Rentas la señalaba como una de las seis más productivas del territorio andaluz en 1821. Pero sí ha experimentado una modernización para adaptarse a la producción y el mercado actual. Duernas es ahora productora de distintas variedades de sal altamente valoradas en la nueva cocina por su valor artesanal y natural.

Primeros vestigios de época romana

Los primeros vestigios de estas salinas que ocupan unas 11,5 hectáreas hablan de la época romana. De ella existen en Duernas las piletas de esas primeras salinas que producían sal para abastecer a la red de ciudades y colonias romanas de la Bética. Y es que la valía de este mineral como conservante de alimentos y sazonador fue el uso principal que hizo, durante siglos, que la producción de sal de este enclave se mantuviera.

Citada en textos a partir del siglo XIII, Duernas formó parte de las propiedades de la Casa de Aguilar y después de los Duques de Medinaceli hasta siglo XVIII, siempre vinculada en su historia a la nobleza o a la burguesía pudiente que mantuvo la explotación del apreciado mineral.

De hecho, posteriormente formó parte del conjunto de salinas que, hasta finales del siglo XIX eran consideradas como fábricas de sal vinculadas a la Corona y al Estado, cuya comercialización estaba sujeta al control estatal.

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