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Cuando los 40°C llegan antes y son más habituales: así se vive en la ciudad más calurosa de España

Un trabajador se refresca en una jornada de intenso calor en junio en Córdoba

Alfonso Alba / Miguel Moya

10 de junio de 2021 06:00 h

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En el Valle del Guadalquivir cordobés viven más de 400.000 personas, el lugar más caluroso de la Península Ibérica. Aunque lo parezca, no es normal que en los primeros días de junio se alcancen temperaturas máximas que rocen o superen los 40 °C. Ni mucho menos que ocurra, como ha pasado, en mayo. O que se alcancen a mediados de septiembre. Pero está empezando a serlo. La media es que Córdoba marque sus primeros 40 °C sobre el 2 de julio. El problema está en que en los últimos 30 años, esta fecha se ha adelantado casi dos semanas, pasando del 10 de julio al 27 de junio. Especialmente preocupante es la última década, con el menor registro en más de 60 años: la media baja al 22 de junio. El verano se adelanta en Córdoba una media de una semana cada 10 años, y en 2020 fue el segundo inicio de verano más tempranero. Además, no solo llegan antes los 40 °C, sino que cada año se dan más registros. Tanto, como que de 1961-1990 a 1991-2020, ambos periodos de 30 años, la cifra se ha duplicado: de 7 máximas anuales se ha pasado a una media de 15.

Por eso, esos 400.000 cordobeses, aproximadamente, no están preparados para alcanzar las temperaturas extremas tan pronto, ni con tanta frecuencia. Las jornadas laborales de las profesiones más expuestas al rigor del sol (agricultura y construcción) siguen siendo como en invierno. Hasta el 14 de junio no entran en vigor los horarios intensivos. Los albañiles cordobeses trabajan de 7:00 de la mañana a 14:00 de la tarde de manera continua. En el campo, como máximo se pueden trabajar al día seis horas y diez minutos y no se puede empezar más tarde de las 7:00 de la mañana. Son medidas para proteger a los trabajadores de entrar en colapso por el calor, pero solo se activan a partir del 14 de junio. Esta semana, por ejemplo, esos empleados están expuestos a unas temperaturas que ponen en riesgo sus vidas. Algo que sucede más habitualmente de lo que parece.

Según un estudio publicado el pasado 31 de mayo en Nature Climate Changes, cada año mueren en Córdoba 19 personas a causa del calor. La ciudad tiene una de las tasas de fallecidos por habitante más altas de España (seis víctimas por cada 100.000 habitantes) a causa de una tendencia que se está agravando año a año: cada vez hace más calor, las altas temperaturas llegan antes y se van más tarde. Una prueba de esto último fue el comienzo de septiembre de 2016, cuando Córdoba Aeropuerto registró dos tardes seguidas por encima de 45 °C. Un hecho insólito en España a esas alturas de año. Y en Europa. No quedó ahí el asunto, porque octubre de 2017 fue el octubre más caluroso en Córdoba, septiembre de 2018 hizo lo mismo y en diciembre de ese año la estación de la AEMet en el aeropuerto marcó la máxima diaria más alta en su historia con casi 24 °C, a dos semanas de Navidad.

La ciudad tiene varios puntos calientes en los que se notan los efectos de las altísimas temperaturas: las Urgencias del hospital Reina Sofía y los tajos en el campo o los andamios. Luis Jiménez es uno de los responsables de la gestión de las Urgencias hospitalarias y admite que cada año que pasa los golpes de calor entran “antes” y acaban “más tarde”. Pero siempre tienen una causa: cuando en la ciudad se acumulan al menos tres jornadas, o más, en las que se superan los 40 °C, o cuando el calor viene asociado a un episodio de mucha humedad. “La humedad impide la sudoración”, explica, y el cuerpo es incapaz de mantener una temperatura estable. El fallo multiorgánico está servido.

Aunque parezca una obviedad, que conforme se aproxima el verano apretará el calor en Córdoba, no todas las empresas están preparadas. El responsable de Salud Laboral de CCOO, Aurelio Martín, asegura que “en la comisión de prevención de riesgos laborales de Córdoba desde marzo hacemos hincapié en este tema para que no pille a la empresa desprevenida”. Pero casi siempre ocurre. “Ahora están todas arreglando los aires acondicionados que no funcionan, preparando puertas abiertas que no se pueden cerrar” y se escapa el frío por ahí. “No nos vamos preparando con tiempo suficiente”, detalla.

Para sobrevivir al calor cordobés hay pocos secretos, muy evidentes: protegerse del sol y evitar salir a la calle en las horas centrales del día que es cuando más calor hace, según explica Luis Jiménez. Por eso se adaptan los horarios laborales de toda la provincia, pero especialmente del Valle del Guadalquivir, para evitar que haya un trabajador subido a un andamio a las 16:00 cuando los 40 °C le pueden provocar un accidente, que no siempre se va a relacionar con el calor. Aurelio Martín pone un ejemplo: “antes del golpe de calor, vienen los mareos o los problemas gastrointestinales”. Algunos mareos, por ejemplo, llevan a que esos trabajadores se precipiten desde grandes alturas. No constarán como accidente relacionado con el calor.

A las Urgencias del hospital Reina Sofía de Córdoba no solo llegan personas que han estado al sol o en la calle. Luis Jiménez explica que hay un “golpe de calor pasivo”, que ocurre mucho en Córdoba: “Algunas personas vienen a Urgencias con golpe de calor y dicen que no han estado al sol. No tienes que estar expuesto al sol. Es más frecuente el golpe de calor pasivo si estás en una casa con una habitación no refrigerada. De hecho, en interiores, a veces, se alcanzan temperaturas más altas incluso que en la calle”, relata. 

En Córdoba tienen un convenio especial para reducir su jornada durante los meses de calor los trabajadores de la construcción, los del campo, el sector del metal y también la madera, según explica Aurelio Martín. El convenio del metal y la madera es algo más reducido en días que el resto, y se aplica desde el 1 de julio hasta el 31 de agosto. El resto de profesiones, sin embargo, no tienen la obligatoriedad de adaptar su horario, pero las empresas sí que han de prever que sus empleados que trabajen en interior lo hagan con temperaturas adecuadas. Por eso se insiste mucho en que se prepare la refrigeración de las oficinas antes de la llegada del calor intenso, “que cada año se adelanta más”.

El golpe de calor es la patología más extrema, que provoca la muerte de unas 19 personas al año. Muchos golpes de calor no se identifican inmediatamente, sino en una investigación a posteriori. Pero hay una infinidad de problemas en el trabajo relacionados con el calor, que van desde el dolor de cabeza, la fatiga, los problemas intestinales, etc. Un trabajador con calor no va a rendir ni producir de la misma manera que si desarrolla su labor en un ambiente refrescado.

“Las personas deben procurar no salir a la calle en las horas de máximo calor y cuando lo hagan tienen que llevar ropa ligera, si es algodón, mejor”, explica el doctor Luis Jiménez. “Si se trabaja en un ambiente cerrado, hay que tener aire acondicionado y beber abundantes líquidos”, agrega.

Pero el doctor hace incidencia en “los pacientes más vulnerables”, aquellos con los que “hay que tener especial precaución. ”Cualquier paciente con enfermedad crónica tiene que tener cuidado con el aumento de las temperaturas. También los que tomen sedantes, diuréticos... que se pierde líquido. Eso facilita con el golpe de calor“, explica. ”Cuanto más mayor se es hay factores de riesgo, porque la alteración de la sed se acentúa“, insiste. ”Protegidos del sol, con aire acondicionado y bebiendo líquido es muy difícil que tenga un golpe de calor“, explica el doctor.

Pero aunque los cordobeses están acostumbrados al calor y las empresas cada vez diseñan más el ambiente de trabajo en función de las altas temperaturas (muchas optan por que por la tarde no se acuda a la oficina por iniciativa propia), los accidentes asociados al calor cada vez “se adelantan más” y “acaban más tarde”, explica Martín, desde CCOO. 2020 “fue un año diferente” por la salida del confinamiento, pero en 2019 se anotaron accidentes por golpe de calor en junio e incluso a finales de septiembre, algo que no había ocurrido antes.

Por eso, en Córdoba “pedimos a la Inspección del Trabajo que sea más contundente para aplicar la ley” y que vigile especialmente a los empresarios que no aplican los convenios de jornada intensiva o que no protegen a sus empleados.

Olas de calor más numerosas

El doctor Jiménez señala otro problema asociado a las olas de calor cada vez más numerosas que se sufren en la Península Ibérica. “Si tomas las precauciones que estamos hablando, realmente la patología por calor no aparece. Sí que aparece una fatiga psicológica” al ir acumulando jornadas de calor extremo que obligan a los ciudadanos a autoconfinarse. “Detectamos más ansiedad, más depresión, más nerviosismo, claustrofobia. Tanto tiempo encerrados afecta más al comportamiento, favorece el mal genio. Te están obligando a meterte en casa”, asegura. “Se producen verdaderas crisis” que requieren ayuda. Las olas de calor en Córdoba son ahora el triple de numerosas que antes. En el periodo 1961-1990 hubo, aunque parezca increíble, solo siete. En el periodo 1991-2020 se han dado 21. En 2017 hubo cinco olas de calor a nivel local. Año en el que Córdoba Aeropuerto registró, el 13 de julio, la tarde más calurosa en España en las estaciones principales de la agencia de meteorología, con 46.9 °C. Ese día estuvo activo el aviso rojo por calor más alto desde que hay avisos en nuestro país: fue por 46 °C en Campiña cordobesa.

Aparte, el calor cordobés está asociado a que incluso por la noche es difícil dormir. “Es fundamental el descanso nocturno”. Si no se hace, aparecen daños psicológicos e incluso físicos. “Hay personas a las que nos da respeto tener el aire acondicionado cuando dormimos”, pero el doctor recomienda hacerlo. “Es bueno tener un recipiente con agua para que haya humedad en el ambiente y no seque las mucosas. Descansar mal tantos días seguidos para la salud psíquica es muy malo”, detalla. Las noches conforman, seguramente, el peor problema asociado al calor al que se enfrenta Córdoba capital: la isla de calor nocturna. Con una media de 3 °C más que el aeropuerto en verano cuando cae el sol, la ciudad sufre de día, pero también de noche. Prueba de ello es lo que ocurrió en el verano de 2020, cuando el aeropuerto registró su periodo de 30 días consecutivo más caluroso en las mínimas con 22.6 °C (del 12 de julio al 10 de agosto), hecho nunca antes conocido. A sumar esos 3 °C más en la ciudad, que debió de vivir prácticamente un mes sin bajar de 25 °C y pasando con frecuencia de los 40 °C. Las noches insufribles hicieron que el mes de julio de 2020 completo tuviese en el aeropuerto cordobés una temperatura media de 30.8 °C, la más alta registrada en España en un mes y una de las más altas en Europa. Dicho mes fue el mes más caluroso en las mínimas en la historia climática del aeropuerto.

Eso sí, en el Valle del Guadalquivir y en el sur de la Península Ibérica todas estas medidas conllevan ahora un gasto añadido: cuando hay que encender el aire acondicionado casi siempre va a coincidir con la hora punta eléctrica.

Pobreza energética

Y es aquí donde aparece otro factor, el económico. Cruz Roja viene atendiendo a unas 100 familias cordobesas cada semana, en una ciudad que tiene cuatro de los 15 barrios más pobres de España. Prácticamente la mitad de sus reclamaciones son para el pago de recibos de la luz. Estas familias no pueden encender un simple ventilador en verano o poner la calefacción en invierno. Pero en verano, la pobreza energética hace que los habitantes de estas viviendas sufran una diversidad de patologías relacionadas con el calor. Si trabajan, no descansan al llegar a casa. Los niños apenas pueden estudiar.

Colegios climatizados pero sin potencia para enchufar

Por otra parte, y tal y como ha detallado este periódico, en el año 2015 una ola de calor prematura convirtió en asfixiante el colegio cordobés. Las clases aún no se habían suspendido y muchos niños sufrían temperaturas que hacían imposible la educación. Entonces, el Ayuntamiento se comprometió a climatizar los centros educativos, algo que hizo. Se desarrolló una inversión para instalar aparatos de aire acondicionado y centralizados, pero no se contrató la potencia eléctrica necesaria. Este verano, por ejemplo, no se podrán usar esos aparatos y los niños seguirán sudando en clase.

Para este mismo jueves están convocadas ya protestas de padres en un colegio de El Higuerón, al que acudirán con abanicos para denunciar la situación de sus hijos.

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