Silencio entre sus muros blancos
La luna corona un cielo calmo. La noche es serena, quizá oportuna para escuchar el latido del silencio. Unos faroles iluminan el que es uno de los rincones emblemáticos de la ciudad. Mayor es la luz en otro escenario no menos significativo. Aquí y allá la tonalidad de las paredes es idéntica. El blanco encalado de las fachadas da al sábado, segundo de Cuaresma, un vivo color. Más que otro cualquiera. Entre esos muros, los que abrigan al Cristo de los Desagravios y la Misericordia, o de los Faroles como es popularmente conocido, y los que en apenas unos meses van a florecer tras el Arco de Caballerizas, suena el silencio. El recogimiento recorre la plaza de Capuchinos y San Basilio. Así sucede ante el Santísimo Cristo de la Clemencia y de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que transitan las calles del centro y del Alcázar Viejo en solemne Vía Crucis en una intensa jornada.
El de este sábado fue un día de incesante actividad en el ámbito cofrade. Los sones tomaron protagonismo en esta ocasión con la celebración de diversos conciertos. Uno de ellos, sin ir más lejos, se desarrolló entre las paredes de una plaza de Capuchinos que, sin embargo, por la noche se convirtió en hogar del silencio y la oración. Lo fue con la salida en Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Clemencia, que tras dejar atrás la iglesia hospital de San Jacinto recorrió las calles de su feligresía. La hermandad de los Dolores culminó de esta forma el quinario en honor a su titular, que en realidad concluye este domingo con la Fiesta de Regla. La corporación completó el trayecto de serias maneras y marchó hasta la vecina parroquia de San Miguel, cuyo interior visitó con la imagen del Crucificado.
A las ocho de la tarde, con un manto oscuro ya sobre la ciudad, inició su recorrido por el centro de Córdoba la comitiva que acompañó al Santísimo Cristo de la Clemencia. Y fue tres cuartos de hora después cuando las puertas de Nuestra Señora de la Paz se abrieron también con motivo del solemne ejercicio del Vía Crucis. Respiró el Alcázar Viejo el aire del recogimiento que entre los presentes se hizo al paso de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que marchó sobre parihuelas por rincones como Postrera o Puerta Sevilla. La hermandad de San Basilio realizó esta salida en fecha distinta a la habitual, pues normalmente tuvo lugar hasta ahora el Viernes de Dolores. Tras un cambio en sus Regla, la corporación trasladó la cita al primer sábado de Cuaresma. Una noche que gozó del silencio entre muros blancos al tiempo que los sones de diversas bandas tomaban otros espacios de la ciudad.
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