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La revolución consentida de Somonte

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Alfonso Alba

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FOTO Y VIDEO: MADERO CUBERO

Un grupo de 18 jornaleros del SAT mantiene ocupada una finca de 400 hectáreas de titularidad de la Junta de Andalucía en Palma del Río desde hace un año

“Esto es el socialismo de verdad”, advierten los jornaleros en las primeras preguntas. “Aquí no estamos porque nos hayan desahuciado de nuestras casas ni porque seamos pobres, sino porque tenemos una ideología y porque queremos combatir este sistema injusto llamado capitalismo”. Es Somonte, una finca de Palma del Río que es propiedad de la Junta de Andalucía. Entrar por su camino custodiado por dos banderas de Andalucía es como adentrarse en Marinaleda, o en el antiguo El Coronil, cuando lo gobernaba Diego Cañamero, los dos en la provincia de Sevilla. Las paredes de las edificaciones del cortijo están repletas de mensajes y retratos de líderes jornaleros como Diamantino, de referentes como el Ché o de la histórica Pasionaria. Una enorme pintada que rodea la casa en la que viven los jornaleros no deja ninguna duda de lo que está pasando allí: “Somonte pal pueblo”.

El Sindidato Andaluz de Trabajadores (SAT) es quien impulsa la ocupación de esta finca, en la que todo huele a revolución neorrealista, a la alegoría utópica del Novecento de Roberto Rossellini y, sobre todo, al movimiento jornalero que sacudió la campiña de Andalucía a finales de los 80. “La tierra pa quien la trabaja”, sostiene uno de los jornaleros mientras, azada en mano, aclara un barbecho en el que la asamblea de Somontes ha decidido sembrar garbanzos.

Hoy, por fin, en Somonte el SAT ha logrado que le dejen hacer. Más de un centenar de jornaleros ocupó la finca hace más de un año. A los 56 días, un fuerte dispositivo de la Guardia Civil los desalojó. A las 24 horas volvieron los jornaleros y reocuparon la finca, y ya no se han vuelto a marchar. La Junta de Andalucía, que es la propietaria de una finca que fuentes de la Consejería de Agricultura reconocen que estaba abandonada, no quiere problemas y no ha vuelto a pedir el desalojo de los jornaleros. Por eso, en Somontes y poco a poco, el tiempo en que tardan en crecer los frutos de la tierra, se va consolidando la revolución jornalera del SAT.

En Somontes viven 18 personas y dos niñas pequeñas. Todos son jornaleros convencidos del “socialismo de verdad”, todos están allí “por ideología” y todos creen “en el reparto justo de las tierras”. Pese a que son sólo 18 jornaleros, tienen ante sí un reto titánico: poner en producción una finca de más de 400 hectáreas de extensión, levantada sobre una de las vegas más fértiles de Andalucía, la de Palma del Río. De momento, poco a poco lo están logrando. Javier Ballesteros Osuna es el encargado de la organización y del funcionamiento de la finca. Junto a su mujer, Lola Álvarez, lleva toda una vida de militancia y lucha jornalera. Con la azada al hombro, señala al horizonte, a la gigantesca torreta de la planta solar de Torresol, en Fuentes de Andalucía. “Ahí nos han puesto esa torre, para que la veamos desde todos sitios”. La planta solar está a unos 50 kilómetros de distancia, pero se ve perfectamente. “Vino el Rey a inaugurarla, con toda su cohorte de sirvientes”, se quejan los jornaleros desde Somontes, coronada por una enorme bandera republicana.

La finca ya produce y alimenta ese deseo de transformación revolucionaria que tuvo la ocupación de Somonte. Poco, pero produce. Los jornaleros han logrado poner riego en nueve hectáreas, donde siembran todo tipo de hortalizas y verduras que venden en mercadillos ambulantes, en el puerta a puerta o en el mercado social de La Tejedora, en la calle Gutiérrez de los Ríos de Córdoba. Los jornaleros conocen su oficio y saben producir. El agua la sacan de un pozo que han logrado poner en marcha. Tienen ovejas, cabras, gallinas y hasta patos que cuida un pastor. Han sembrado más de 150 hectáreas de trigo y de avena, y casi todo lo trabajan a mano. Poseen un tractor tan viejo que llaman Matusalén, pero que les da el apaño para laborar esta enorme extensión agrícola.

Y se ponen de acuerdo en asambleas, donde reparten el trabajo. Funcionan como están ya funcionando las comunas de viviendas ocupadas en Sevilla, y como ha funcionado siempre el movimiento jornalero andaluz liderado por Diamantino, Sánchez Gordillo o Cañamero. Sin embargo, no todo el mundo es admitido en Somontes. Es la asamblea la que manda. Si se detectan fricciones, falta de compromiso político e ideológico o cualquier otra cosa, los aspirantes a vivir en Somontes son rechazados. A la pregunta de “¿y vienen por aquí muchos parados o gente que se ha quedado sin casa?”, la respuesta es “aquí estamos por ideología, para hacer caer a este sistema”. Y luego añaden que sí, que algunos vienen, pero que no todos se quedan. Y que desde luego, los frutos y alimentos de Somontes están para alimentar al necesitado.

Ballesteros reflexiona, mientras encarga al grupo a que siga quitando malezas para preparar la tierra para la siembra de garbanzos. “Antes, de aquí a Córdoba había un montón de empresas en las que trabajaba mucha gente. Hoy no queda nada, y por tanto no hay trabajo. Esto que estamos haciendo nosotros es la única solución posible”. Ballesteros nombra a la azucarera de Villarrubia, cerrada, la desmotadora de algodón en Almodóvar del Río, la antigua Colecor, la finca que perteneció a los Ruiz Mateos entre Córdoba y Almodóvar y en la que según él trabajaban unas 500 personas en sus frutales. “Ya no queda nada”, dice.

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