El plazo para abrir la puerta de la Mezquita en Semana Santa se empieza a agotar
“Vamos tarde”. Así resumieron fuentes próximas a la organización de la Semana Santa cordobesa el deseo de las hermandades, cofradías y Cabildo de abrir una puerta en la fachada Norte de la Mezquita Catedral para facilitar la entrada y salida de las procesiones. El proyecto debería haber recibido ya al menos la licencia de la actividad arqueológica preventiva para que pudiera estar en tiempo y forma antes del Domingo de Ramos, el 9 de abril.
La apertura de la segunda puerta en la fachada Norte de la Mezquita Catedral tiene el visto bueno de Icomos Internacional, el órgano asesor de la Unesco, y de la Comisión Provincial de Patrimonio. Sin embargo, necesita de una actividad arqueológica preventiva, ya que el proyecto prevé la instalación de dos grandes jambas sobre las que girará la puerta. La Junta asegura que ya le ha dado el visto bueno a esta licencia, pero este lunes en la Gerencia Municipal de Urbanismo aún no había llegado la documentación. Otras fuentes señalan que la licencia fue solicitada el 18 de enero.
La Gerencia Municipal de Urbanismo tiene también sus propios tiempos. Este miércoles se reunirá la Comisión Municipal de Licencias (con la presencia de todos los grupos municipales). No volverá a verse hasta dentro de dos semanas (aunque el presidente, Pedro García, en caso de urgencia podría firmar una licencia). Sin embargo, los técnicos del Servicio Municipal de Licencias tienen que informar sobre todos los proyectos, aunque vengan visados desde la Junta. Es decir, no es automático.
Los trabajos de arqueología no suelen ser muy rápidos. La zona sobre la que se construirán las jambas es una de las más protegidas de todo el entorno de la Mezquita Catedral. Bajo el muro Norte están los restos de la Mezquita de Abderramán I, del siglo VIII, es decir, la zona más antigua de toda la construcción. Las fuentes consultadas por este periódico señalan que una vez iniciadas las catas arqueológicas los trabajos no durarían menos de un mes (y eso yendo muy rápido).
Por tanto, las fuentes cuentan con que a día de hoy apenas si hay dos meses para hacer la actividad arqueológica y después las obras de desmontaje e instalación de la segunda puerta, algo que se antoja complicado en tan breve espacio de tiempo. Desde la Gerencia de Urbanismo, además, dudan de una de las opciones que barajan las cofradías: desmontar la puerta, que llegue la Semana Santa y la zona esté siempre abierta, y posteriormente construir la nueva celosía.
Por otra parte, las fuentes consultadas también dudan de que una vez firmada la licencia en Urbanismo esta se convierta en firme, ya que el arquitecto Rafael de la Hoz hijo podría pedir amparo en los juzgados, una vez que la Junta tumbó las alegaciones, y acabar frenando todo el proceso administrativo.
El proyecto de apertura de la segunda puerta de la Mezquita Catedral, en la fachada Norte del monumento y en el Patio de los Naranjos, es una aspiración del Cabildo pero especialmente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías. La intención de los religiosos es sustituir la estructura fija por ora móvil que permita abrirse y cerrarse para permitir la integración del monumento -catedral desde 1239- en la Carrera Oficial de la Semana Santa.
Las celosías que han provocado toda esta polémica y por las que el Cabildo lleva un lustro de estudios para retirar una, se instalaron en 1972. Rafael de La-Hoz Arderius las encajó en los cuatro últimos arcos que no están tapiados del muro de acceso desde el Patio de los Naranjos. Son los cuatro único vanos que permiten la entrada de la luz natural y tamizada que acompañaba a los fieles musulmanes. A excepción de esos cuatro arcos, toda la fachada fue tapiada por orden de un obispo hace dos siglos. Le molestaba que entrasen las aves al interior del bosque de columnas. Con el tiempo, todo el muro norte del templo, ya cerrado al patio, se llenó de capillas.
De La-Hoz escribió en el prólogo de La Catedral de Córdoba, la obra magna de Manuel Nieto Cumplido, canónigo archivero del templo: “La iluminación de lo que resta de Mezquita queda así definitivamente plana, sin aquella profundidad que prestan los contrastes de luz y sombras; uniforme e inexpresiva. El antiguo efecto evanescente, su misterio y magia desaparecen (…) Vuelta del revés la luz que la define, fragmentado el espacio, cegada su permeabilidad visual, y destruida por incomprensión cultural el alma misma del ordenamiento arquitectónico original, se consumó la más triste de las ruinas: la ruina de la Idea”.
A principios de los años setenta, el arquitecto dio forma a su propia idea: lograr preservar los cuatro arcos libres de la presencia de capillas para garantizar que el último testimonio de cómo entraba la luz en el templo originariamente siguiese en ese rincón de la Mezquita. Así, logró convencer a los responsables sobre la necesidad de instalar las celosías, que han ofrecido, durante 40 años, un asomo de la luz tamizada que debía tener el templo. De La-Hoz insistió siempre en que aquella fue la primera acción no religiosa ni arqueológica, sino puramente arquitectónica en favor del edificio.
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