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Pinchando el Glovo: “trapicheos” y “publicidad fraudulenta” de restaurantes

Repartidores de Glovo en su central.

Juan Velasco

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A la empresa Glovo, la startup nacida en Barcelona y que aterrizó en Córdoba en abril de la mano de McDonald’s, se le abre un nuevo frente en la ciudad. Si a nivel nacional UGT ha planteado una demanda contra la plataforma al considerar que sus colaboradores son en realidad falsos autónomos, siguiendo la estela de la Inspección de Trabajo, ahora son algunos empresarios de hostelería de Córdoba los que levantan la voz contra las prácticas comerciales de esta empresa.

Concretamente, dos empresarios contactados por este periódico han denunciado que Glovo hace o ha hecho “publicidad fraudulenta” de sus negocios en su web y en su app, y un tercero relata que los repartidores le han confesado que “trapichean” con los pedidos. Se trata de tres negocios distintos, dos de ellos nunca han tenido relación comercial con Glovo, mientras que el tercero asegura que ha renunciado al servicio, si bien los productos siguen apareciendo o lo han hecho hasta hace unos días entre la oferta de Glovo.

José María Durán es uno de los dos socios que dirigen Tatá Pizza, un negocio de comida italiana que cuenta con dos restaurantes en la ciudad y que tiene su propio servicio de reparto a domicilio. Este empresario contactó con CORDÓPOLIS a raíz del relato que hizo uno de los llamados glovers para comentar algunos episodios que había vivido con los repartidores de la aplicación.

Durán alega que no tiene ningún tipo de relación comercial con Glovo y, sin embargo, suele ver a repartidores de esta app a las puertas de su negocio. “Llegan como si fueran clientes, piden el producto y se lo llevan y lo revenden”, explica el gerente de Tatá Pizza, que desconoce en el momento que hace la denuncia que su negocio y su carta de productos están siendo ofertados directamente desde la aplicación.

Cartas sin actualizar y restaurantes que no han sido contactados

Algo parecido ha estado ocurriendo hasta hace unas semanas con La Mafia se sienta a la mesa, otro restaurante de comida italiana ubicado en el Vial Norte. Rafa, el encargado, reconoce que la comercial de Glovo se puso en contacto con ellos para ofrecerles el servicio de reparto, si bien desde el local se negaron. La sorpresa para Rafa fue que, a pesar de ello, desde Glovo les llamaban por teléfono para hacerles pedidos “como si fueran clientes”.

Así, ante la negativa del local de servir a Glovo como cliente, el testigo lo han tomado los propios repartidores, que, al igual que en Tatá Pizza, se ponen a la cola, esperan y revenden a quienes piden a través de Glovo. Clientes que cuando accedían a la app se encontraban con la carta del restaurante. “Una carta además que era antigua, que no se correspondía con la que tenemos en el local, por lo que nos pusimos en contacto con ellos y les pedimos que retiraran a La Mafia de la web”, señala el encargado del restaurante.

“Yo no he firmado con ellos nada. Intentaron contactar y como vieron que no podían, han hecho lo que les ha dado la gana”, replica enfadado el encargado de Tatá Pizza cuando descubre que Glovo está publicando en su app que mantiene una relación con su pizzería. Su enfado va a más cuando intenta encontrar un teléfono de contacto para denunciar la situación y solo da con direcciones de correo electrónico. “Hablar con algún responsable me ha resultado imposible”, reconoce Durán.

Aunque, según relata Miguel Rodríguez, gerente del restaurante Bar Cantina Pancho Villa, un negocio de comida mejicana, pedir la baja de Glovo tampoco te asegura la desconexión inmediata. “Ya hablé con ellos para dejarlo y me han puesto mil trabas”, afirma Rodríguez, que comenzó a operar con Glovo y decidió dejarlo cuando los repartidores le comentaron su situación laboral.

“Trapicheos” con los pedidos para lograr más repartos

Glovers que llegan andando y que le dicen que a la empresa no le interesa el medio de transporte con que entregan los pedidos, ciclistas que llegan sudando “a chorros” en pleno verano y otros que le confiesan que entre los repartidores hay “trapicheos”. Según el relato de este empresario, confirmado por un trabajador de Glovo, en la empresa se premia el rendimiento. Esto ha hecho que algunos de los glovers estén “cediendo pedidos a ex repartidores que ni siquiera están vinculados a Glovo”, explican.

“Esa queja la expuse en Glovo”, asegura Rodríguez, que también denunció que “no da buena imagen que el repartidor llegue reventado de sudor” o que, al igual que ocurre con las otras dos pizzerías, le llegaran glovers a por pedidos que a él no le habían entrado desde la aplicación. Con estos datos, Rodríguez pidió que se pusiera fin a la relación con la startup de reparto a domicilio y que pasaran a recoger el datáfono de Glovo desde el que le entraban los pedidos oficiales.

No obstante, como medida de precaución, Rodríguez optó por desconectarlo. A principios del mes de agosto -cuando se produce la entrevista-, aún no se habían llegado a por el aparato, por el que, además, Glovo le había cobrado. “A mí me dijeron que se iba a ir amortizando, pero ya en la primera facturación me cobraron 150 euros por ese concepto”, recuerda el hostelero.

Por parte de Glovo, este periódico ha intentado recabar su opinión al respecto sin éxito tras ponerse en contacto con McDonalds y solicitar la versión de la startup sobre estas denuncias. De momento, no hay declaraciones.

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