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Siete décadas del hallazgo del Templo Romano de Claudio Marcelo y cuatro años de obras paradas

El templo Romano, iluminado

Alfonso Alba

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El 30 de enero del año 1951, el Diario Córdoba publicaba la noticia del hallazgo de un Templo Romano bajo los cimientos del Ayuntamiento. La prospección la estaban desarrollando los históricos arqueólogos Samuel de los Santos y Félix Hernández. La zona ya era conocida desde el siglo XVI como Los Marmolejos. El topónimo estaba claro: a poco que se movía el terreno salían enorme piezas de mármol de una excelente calidad. En 1951, la excavación confirmó lo que se sospechaba, la presencia de un enorme edificio público del que se sabe mucho menos de lo que parece.

La excavación derivó en los años cincuenta y sesenta en una especie de extraña reconstrucción que hoy día confunde a muchos turistas. No, las columnas que se levantan hoy día en un solar tendente al crecimiento incontrolado de jaramagos no son las originales, sino un intento de interpretación de la época de cómo se vería, aproximadamente, la ruina del Templo Romano cordobés, que es imponente en sus cimientos (que sí que son los originales).

71 años después de su hallazgo, el Templo Romano tiene una compleja interpretación en el que es, sin duda, otro de esos lugares singulares de Córdoba. Desde la década del 2000, el Ayuntamiento trata de construir un centro de interpretación del Templo Romano de la calle Claudio Marcelo que lo haga comprensible al turista y que ponga en valor la Colonia Patricia de la Corduba romana, sin lugar a dudas una de las ciudades más importantes de Hispania y también del imperio. El Templo Romano es una buena muestra de ello, por sus dimensiones, por el material que se usó, por cómo se construyó y a quién se le pudo dedicar.

Pero desde el año 2018, la segunda fase de las obras para la puesta en valor del Templo Romano se paralizaron. La empresa que las ejecutaba se quedó, dijo, sin dinero y el Ayuntamiento le rescindió el contrato. Los trabajos, valorados en casi 400.000 euros, pretendían una serie de pasarelas peatonales para que los turistas pudieran entrar dentro y contemplar el templo a tres alturas: los cimientos, la antigua plaza y la base del propio monumento. Antes, ya se ejecutaron trabajos de consolidación y hasta se construyó una verja, hoy cerrada, para entrar al Templo Romano. Dentro hay una escultura dedicada a Claudio Marcelo casi tan contemporánea como las columnas del edificio, ya que es obra de Marco Augusto Dueñas y se colocó en el año 2014. Su mármol es tan blanco y cegador que delata su novísima construcción.

Las obras de puesta en valor del Templo Romano debían continuar, pero siguen paradas. Tras esa segunda fase vendrían una tercera. La tercera fase consistirá en la construcción de un centro de interpretación de la Córdoba romana. El centro de interpretación se instalará en la planta baja del Ayuntamiento, en la zona donde habitualmente los ciudadanos iban a pagar sus multas e impuestos.

El Templo Romano de Córdoba fue construido, probablemente para rendir culto imperial, a mediados del siglo I. Fabricado en mármol, ha permanecido oculto hasta el siglo XX bajo las antiguas casas capitulares. De hecho, se sospecha que sobre el edificio del actual Ayuntamiento de Córdoba hay bastantes más restos del edificio original.

El Templo Romano de Córdoba se declaró Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, por Decreto 160/2007 de 29 de mayo. Asimismo forma parte del Conjunto Histórico de Córdoba, protegido desde el año 1929, y se encuentra inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

Por lo que respecta a su entorno, se trata de un espacio urbano que ha experimentado importantes modificaciones a lo largo de la historia de la ciudad, desde la construcción de la muralla fundacional romana, el posterior complejo de culto imperial en la época de Augusto, su reutilización como elemento defensivo en el período emiral y califal, la construcción del convento de San Pablo en 1241, la construcción de las Casas Consistoriales en el siglo XVI, la apertura de la calle Claudio Marcelo a finales del siglo XIX, la demolición del viejo Ayuntamiento, el descubrimiento y posterior restauración del Templo romano, o la realineación de la antigua plaza del Salvador. En la actualidad el tejido residencial del entorno está configurado por edificios renovados a lo largo del siglo XX.

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