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Un nuevo aditivo en la dieta del ganado para combatir el cambio climático

Imagen de archivo de ovejas en La Asomadilla.

María Berral

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El uso del transporte público, el reciclaje de residuos o el consumo energético responsable son medidas contra el cambio climático que venimos adoptando desde hace años. Pero en Granada han trabajado para ir más allá e intentar combatirlo mediante la reducción del metano producido en los rumiantes. Desde allí, en la Estación Experimental del Zaidín (EEZ), el cordobés, David Yáñez ha coordinado el grupo de producción sostenible de rumiantes que, junto con otros equipos de diferentes países, ha trabajado en la creación de un aditivo para disminuir la cantidad de metano que estos animales generan.

Ovejas, cabras o vacas son algunos animales rumiantes que, en su proceso de digestión, generan metano. Este es producido por las arqueas metanogénicas. Para contrarrestar esta producción el equipo ha identificado la molécula 3-Nitroxipropanol que, según ha detallado David a Cordópolis, “inhibe la acción de la arqueas”. Además, resalta, “no influye en otros microorganismos que sí son beneficiosos y esenciales para la digestión de la dieta del animal”. Esta molécula es capaz de reducir hasta un 40% el nivel de metano expulsado por estos animales.

El equipo, que ha reunido a unos doce investigadores, ha trabajado durante diez años en colaboración con la empresa suiza DSM y el resto de grupos. Concretamente, en el EEZ han dividido su participación en cuatro fases: unas pruebas in vitro; pruebas en el propio ganado, la confirmación de que la dosis efectiva puede administrarse durante un periodo de cuatro meses sin que el efecto de inhibición se revierta, y el cultivo de especies concretas para describir el mecanismo .

En primer lugar, los científicos simplifican el proceso de digestión de los animales con un cultivo in vitro. De esta manera simulan el proceso real en pequeños botes de cristal. El contenido de este bote fermenta, y después se extrae el gas que genera para volver a analizarlo. Al no hacerse directamente en el animal “se permite probar con un número de dosis variado”, explica. Este paso sirve para mostrar que la inclusión del aditivo no afecta a la acción de las bacterias que digieren el almidón, la fibra y la proteína para el animal.

La segunda fase a la que se han dedicado ha sido a probarlo directamente en los animales, concretamente en la EEZ lo han hecho en ovino y bovino; “la empresa lo ha probado en vacuno porque es la especie que tiene mayor volumen de producción”. Una vez que se ha comprobado la dosis que podría ser eficaz “se prueba en ovejas para confirmar que lo visto in vitro seguía siendo así en animales”.

Esto se confirma por durante periodos de distinta duración, hasta probar que con un máximo de cuatro meses el aditivo sigue haciendo su función. Por último, han evaluado el efecto sobre la producción, la calidad de la leche y cualquier alteración de la salud y bienestar animal.

Falta de incentivos para los ganaderos

Por último, la última parte a la que se ha dedicado el equipo coordinado por Yáñez ha sido describir “el modo de acción en el que la molécula inhibe la acción de las arqueas y no la de otros microorganismos”. Como resultado de este trabajo y el del resto de países junto con la empresa suiza DSM, han obtenido el aditivo Bovear, que ha sido aprobado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esta ha elaborado el informe para que la Comisión Europea pudiera dar su visto bueno para la comercialización del producto y así lo ha hecho.

Como cuenta el cordobés, la dosis aprobada es de 60 miligramos por cada kilogramo de alimento, que reduciría alrededor del 30 % la producción de metano. Por tanto, para una vaca lechera que produce 40 litros de leche al día y que consume 25 kg de dieta, la cantidad necesaria de aditivo al día sería 1,5 gramos. La cantidad de aditivo “puede variar según la cantidad de dieta que tome el animal”. Pero con una estimación de lo aprobado, el aditivo puede reducir en un 30% la cantidad de gas que producen los rumiantes.

Ahora que el aditivo ya ha sido aprobado para entrar en el mercado, Yáñez señala la falta de incentivos para que los ganaderos lo compre ya que aunque no tiene efecto negativo sobre la salud o la producción, “tampoco tiene efectos positivos para su ganado”. El único motivo por el que quieran usarlo “debe ser la mejora del medio ambiente”. Por ello plantea que o se implemente con ayudas públicas o “que se comercialice garantizando que emite menos metano”. Como ejemplo cordobés indica a Covap “puede decir en sus cartones que su producción lleva este aditivo y puede poner que su leche genera un 30% menos de metano”.

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