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Las lluvias dejan un 12% más de reserva de agua en los embalses al inicio del verano que en 2017

Desembalse en el pantano del Guadalmellato | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Definitivamente, el verano va a ser tranquilo en Córdoba en relación al suministro de agua. El temor a la sequía desaparece gracias a las precipitaciones de primavera, que hacen que hoy por hoy los embalses cuenten con buenas reservas, que además son muy superiores a las del pasado año. Los pantanos de la provincia, en su globalidad, registran casi un 60% de llenado, 12 puntos por encima de la cifra de 2017 en idéntica fecha. Este dato resulta mucho más significativo al tener en cuenta que se da justo en el momento en que llega el calor.

El pasado miércoles los embalses cordobeses guardaban entre sus muros 1.941,71 hectómetros cúbicos, que venían a suponer, con exactitud, un 59,78% de la capacidad total -ésta es de 3.248,20 hectómetros cúbicos-. De esta forma, la reserva hidráulica antes del inicio del verano es de un 12% más respecto de la contabilizada el pasado año. Entonces era de un 47,64%. Los pantanos de la provincia viven por tanto una variación positiva de 394,36 hectómetros cúbicos en los últimos 12 meses, un hecho que permite recuperar la calma tanto en el campo como en lo referido a la población.

La problemática con el agua en Córdoba lo era realmente desde el arranque del año hidrológico. No en vano, a principios de octubre de 2017 los embalses apenas estaban a un 28,44% de su capacidad -un año antes la cifra de llenado superaba el 46%, y ya entonces se encontraban más de diez puntos por debajo de la media de la última década-. La escasez de lluvias en otoño e invierno no hizo más que agravar una situación que se antojaba complicada. En febrero saltaban las alarmas de sequía y en el sector agrícola la preocupación era grande.

Precisamente a finales del segundo mes del presente año los pantanos que abastecen a la provincia apenas tenían una reserva de un 29%. Algunos, incluso, amenazaban con decrecer más allá del 10%. Todo apuntaba a una crisis hidráulica tanto para el campo como en el abastecimiento a los ciudadanos. Una primavera intensamente lluviosa era lo que podía cambiar el panorama. Y sucedió. Córdoba tuvo este año su cuarto dato más alto en la estación mencionada desde que existen registros, con unas precipitaciones que fueron 2,5 veces superiores a la media, como ya informó el Colectivo Meteofreak.

Significativo es el dato revisada la situación global, y más si se tiene en cuenta, como quedó dicho, que el calor está a la vuelta de la esquina -de hecho, poco a poco se deja sentir-. Por tanto, las lluvias de finales de febrero y sobre todo de marzo, además de las caídas en abril y mayo -que estuvieron en la media-, impidieron a medio plazo que las autoridades tuvieran que otear con preocupación el horizonte tras el período estival. Septiembre tampoco va a ser problemático. Lo interesante entonces será que el otoño y el invierno no devuelvan a Córdoba a la incertidumbre en torno al agua. De dichas estaciones depende en gran parte la provincia y en los últimos años resultaron ser una especie de desastre.

La tranquilidad es patente también en la cuenca del Guadalquivir, a la que pertenece la cordobesa. El pasado miércoles, los embalses correspondientes a la misma y bajo el control de la Conferencia Hidrográfica del Guadalquivir estaban al 65,87% de la capacidad absoluta. Esto suponía un 16,28% más que en 2017 en la misma fecha, cuando los pantanos de Córdoba, Sevilla, Huelva, Jaén y Granada se encontraban a un 49,59%. La cantidad de agua contenida entre sus muros era dos días atrás de 5.260,22 hectómetros cúbicos, más de un 20% por encima de la cifra de un año antes.

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