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El latido es fuerte

Hermandad de la Presentación al Pueblo | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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La víspera cobra definitivamente sello propio. No se trata del día de antes sin más. En realidad el hecho sólo viene a ser confirmado tras el pasado año -y alguno atrás-. A las puertas del Domingo de Ramos, la Córdoba cofrade disfruta de una jornada muy viva. Es la de un Sábado de Pasión que este año fuera pleno por más de una circunstancia. La primera es, sin duda, la notable capacidad de las corporaciones para completar sus estaciones, que en casos resultan brillantes. La segunda, no menos importante, es la temperatura primaveral que acompañara a las cofradías y pro hermandades a lo largo de la tarde. Otra más es la perspectiva de futuro que desde los barrios se dibuja para la Semana Santa de Córdoba, que tiene en esta ocasión un gran prólogo. El latido es fuerte y se deja sentir.

Con ímpetu actúa el corazón en Fátima, donde la ilusión venció a la adversidad. Otra vez tuvo que ser desde una carpa, pero poco importó. La pro hermandad de La O es el más claro ejemplo de la seguridad con que avanzan las corporaciones del Sábado de Pasión. Lo demostró con un cortejo nutrido y cuidado, con un sonido alegre y un andar lleno de vida del paso sobre el que marchó María Santísima de La O. Por cierto, que la cofradía presentó diversos estrenos que también señalaron su etapa de crecimiento. A su salida, ya permitió vibrar e incluso emocionó la Virgen. Los sones corrieron a cargo de la Banda Sinfónica Municipal de Dos Torres, de nuevo. También abría el cortejo la Agrupación Musical Sierra del Castillo de Espiel, que se destapó en la capital.

En Fátima bullían las emociones, y sucedió hasta entrada la noche. Pero en realidad la jornada tuvo su inicio bastante antes. Fue a las cuatro de la tarde, momento en el que la Agonía comenzó el Vía Crucis de traslado de sus titulares a la Mezquita Catedral. El sol estaba muy presente, por fortuna, cuando El Naranjo despedía hasta la madrugada del Miércoles Santo al Santísimo Cristo de la Agonía y Nuestra Señora de la Salud, en una cita que una vez más tuvo signo de seriedad. También con antelación a la salida de María Santísima de la O arrancó otro Sábado de Pasión en El Higuerón. Este barrio es uno de los que, alejados del núcleo urbano como tal, vive con intensidad cada año este día previo al Domingo de Ramos. Lo hizo en esta ocasión como siempre con el Santísimo Cristo de la Sangre, que caminó acompañado de la Banda de Cornetas y Tambores Santo Rostro de Santaella.

Al calor de su barrio, también lejos del centro de la ciudad, marchó como es habitual el Santísimo Cristo de la Oración y Caridad. Tras dejar atrás la dificultad de su salida de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, la cuadrilla anduvo de modo perfecto al compás de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia. La consonancia entre la hermandad y la formación es total, quedó confirmado de nuevo. En el horizonte no pocos vislumbraban el momento en que junto al Crucificado estén San Dimas, el Buen Ladrón -bendecido en Cuaresma- y Gestas, el Mal Ladrón. Quizá también pensaron en el instante en que la escena de la Exaltación se complete en el Parque Figueroa. Esta vez el Santísimo Cristo de las Lágrimas recorrió las calles de su feligresía solo. Pero sobre un nuevo paso, el que adquirió su cofradía recientemente con vistas al futuro de un misterio que, si los planes se cumplen, podrá contemplarse el próximo año.

Tanto en Electromecánicas como en Figueroa las emociones comenzaron a brotar a las seis de la tarde. Aún restaba una hora y cuarto para que se abarrotase la plaza de Cañero. Multitudinario fue, como ocurre desde la primera vez, la presentación ante su barrio de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos. El Señor dolorido pero de dulce rostro volvió a caminar con elegancia y, al tiempo, energía. Lo hizo con el siempre excelente sonido de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención. La hermandad no pudo cruzar a Levante tal y como tenía previsto de inicio, pero poco importó de cara a completar una estación notable. Al Señor le precedió una comitiva muy numerosa, de nuevo, y bien conformada. El latido es muy fuerte en San Vicente Ferrer, en torno a la que ya hay quien sueña con poner rumbo a la Mezquita Catedral. Todo ha de llegar a su debido tiempo, sin prisa y con paso seguro. De tal modo avanzan precisamente las corporaciones de un Sábado de Pasión que además tiene el contraste del silencio.

Porque ya arrancada la noche, aun sin que el cielo se hubiera oscurecido totalmente, el recogimiento regresó a esta jornada de víspera. Fue a las nueve, cuando el cortejo de la pro hermandad del Traslado al Sepulcro inició su recorrido por la Colonia de la Paz. Otro barrio donde las pulsaciones elevaron su ritmo, esta vez quizá mucho más que en otras. De la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación partió como cada Sábado de Pasión desde hace varios Nuestra Señora de la Salud y Traspaso, si bien en esta ocasión lo hizo con el Santísimo Cristo de las Almas por delante. Ésta fue, sin lugar a dudas, la novedad más importante de un día que, en efecto, ya tiene identidad propia. De la comitiva formó parte también el trío de capilla Trivium.

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