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#Héroes sin capa | Fotoperiodista: “Hemos llevado la realidad a los que no podían ver más allá del balcón”

El fotoperiodista Miguel Ángel Salas.

Juan Velasco

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“¿Que a qué me he dedicado? Pues a dar vueltas por la ciudad”, dice sonriendo el fotógrafo Miguel Ángel Salas, que ha acumulado durante los últimos dos meses cientos de kilómetros de adoquín en las ruedas de su bicicleta y millones de píxeles de una “ciudad fantasma” en las tarjetas de su cámara de fotos.

Salas es fotoperiodista freelance y ha trabajado para la Agencia Efe durante todo el estado de alarma, casi dos meses en los que ha recorrido la ciudad con una cámara y varios objetivos como salvoconducto. Es lo que le ha permitido sentir “escalofrío” y “privilegio” por poder captar una ciudad como nunca antes nadie la había visto. “Era una sensación extraña y al mismo tiempo te hacía sentirte un privilegiado, como si fueras la única persona que podía mirar la ciudad”, explica el fotógrafo sobre los primeros días de confinamiento.

De aquellas jornadas en las que todos los cordobeses se encerraron en sus casas, Miguel Ángel guarda el recuerdo de una “soledad absoluta” por la calle. Por cualquier calle, sin distinción. Como cuando se paró en el Puente Romano, prácticamente el kilómetro cero del turismo en Córdoba, y tuvo que esperar más de media hora a que pasara una persona para poder echar la foto.

O como cuando se apostó en la otrora ruidosa avenida Carlos III para captarla solitaria y vacía, un imagen que acabó en una web norteamericana. O como cuando captó unas castañuelas sonando desde las rejas de una ventana y lo transformó en una imagen que se publicó en EFEUSA. O aquella chica que, en el primer día de salida para los niños, saltó ante su cámara, y cuya trayectoria aérea acabó en el diario británico The Telegraph.

Porque en lo profesional, Salas ha tenido un buen mes y medio. Sus imágenes han sido portada de El País y, a nivel local, de El Día de Córdoba; han llegado a diarios de Cuba, EE. UU. y Europa; y han salido de fondo en los telediarios de TVE y Antena 3. Pero el impacto es engañoso, como él mismo reconoce, ya que la primavera es la época dorada para los fotógrafos de Córdoba, con lo que lo único que ha cambiado es la imagen que ha exportado de la ciudad.

“El fotógrafo solo responde ante la belleza de la foto y la realidad que está viendo”

“Ha sido un mes raro. Pero los periódicos han tirado mucho de agencia”, dice Salas con modestia sobre un trabajo al que se ha dedicado con ahínco durante los últimos dos meses, y que tenía como primer destinatario los ojos de su familia. “Cuando llegaba a casa y le contaba a mi mujer lo que había visto, tenía que enseñarle las fotos. Las niñas se sentaban al lado del ordenador a ver las fotos del día y se quedaban impresionadas”, recuerda Miguel Ángel, que también ha aprovechado su vida cotidiana para contar como ha sido el confinamiento de una familia joven en Córdoba.

No muy diferente al de todas las casas en las que uno de los miembros ha tenido que salir a trabajar. Salas reconoce que los primeros días vivió con nerviosismo la posibilidad de contagiar a su familia. Lo solucionó como casi todos: armarse de mascarillas, gel hidroalcohólico antes de salir, y quitarse la ropa en la puerta de casa.

Así, día a día, foto a foto, Salas señala que ha podido llevar “la realidad a mucha gente que no podía ver lo que pasaba más allá del balcón”. Una realidad captada que no ha estado exenta de polémicas sobre qué mostrar y qué no de un acontecimiento como el que estamos viviendo.

En ese sentido, Miguel Ángel se posiciona claramente: “La gente busca mucho la polémica, pero el fotógrafo solo responde ante la belleza de la foto y la realidad que está viendo”, reflexiona, no sin reconocer que, aunque todas las imágenes están justificadas si son reales, él no querría haber hecho una foto de la morgue como la que publicó El Mundo.

¿Qué le ha quedado por captar a Miguel Ángel Salas? “Me hubiera gustado poder entrar en el Hospital Reina Sofía a ver trabajar a los sanitarios. Porque solo ha podido acudir a la puerta del centro cuando era la hora de los aplausos. Y me hubiera gustado poder fotografíar el esfuerzo que han hecho”, concluye.

Y, cuando le pedimos una foto que ilustre su trabajo durante la pandemia, Salas acude a sus tarjetas y escoge un arcoíris sobre la Plaza de la Corredera totalmente vacía. O lo que es lo mismo: belleza y realidad.

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