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Espejo: donde reside el castillo de uno de los ducados más importantes de España

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Alejandra Luque

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Al sur de la provincia de Córdoba, el Castillo de Espejo se levanta de manera imponente en el cerro más alto del municipio. Propiedad del Ducado de Osuna -una de las cuatro casas más importantes de España-, data del siglo XIII y está construido sobre unas ruinas romanas dado que en su origen fue un castillo fortaleza. Con el paso de las décadas, el castillo pasó a convertirse en un palacio, formando parte en la actualidad de una de las rutas más interesantes que atraviesa los castillos de Belalcázar, Almodóvar del Río, Luque Lucena y Santa Eufemia.

El castillo pertenece hoy a las hijas de la Duquesa de Osuna, Angela María Téllez-Girón, fallecida en 2015 en Sevilla. En el siglo XIII tras la reconquista de Córdoba por el Reino de Castilla, Pay Arias de Castro -alcaide del Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba- fue nombrado gobernador del Palacio Real y eligió esta elevada colina para construir el castillo con el objetivo de defender su posición frente al reino musulmán de Granada. A pesar de las batallas que se libraron en el interior y exterior del castillo, la fortaleza sufrió sus peores daños durante la guerra civil española.

Un antiguo patio de armas preside la entrada al castillo y fue clave para afrontar el avance del reino nazarí. Las luchas encarnizadas llevaron, incluso, a colocar dos tinajas de hierro en la puerta principal que eran llenadas de agua hirviendo cuando se acercaba el enemigo. Antes de llegar a esta estancia, un gran muestrario de armas originales usadas en la guerra civil y encontradas en el aljibe presiden la entrada junto a una sala de estar que sigue utilizando la familia, al igual que los ocho dormitorios privados.

Esta sala es conocida como el cuarto del Sagrado Corazón de Jesús debido al óleo que la preside, un regalo de boda hacia Petra, la abuela de las actuales herederas. Esta mujer fue muy querida en el pueblo y, a pesar de poseer un más que importante patrimonio, nunca vivió de manera ostentosa. Hizo de Espejo su residencia habitual y en la posguerra mandó construir unos colegios anexos al castillo, hoy derruidos, que eran conocidos como las Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús.

La sala es un auténtico archivo histórico de la familia y sus bastos muebles contienen todo tipo de documentos: volúmenes, legajos y hasta un traspaso de poderes del Condado de Ampuria. En esta primera planta destaca, entre otras estancias, la capilla, uno de los pocos oratorios habilitados para dar misa en Espejo. La última que se celebró fue tras la anterior Duquesa de Osuna y la sala está presidida por un Cristo crucificado del siglo XVIII y una Virgen de la Fuensanta, patrona de Espejo, tallada en piedra cuya procedencia no está muy clara.

En esta primera planta encontramos también la sala que fue usada como mazmorra desde la época medieval hasta la guerra civil y en ella luce una colección de sables de la Orden de Santiago. Además, podemos ver las muestras de las erosiones provocadas tras el impacto de una granada durante la contienda española. En la planta superior, la biblioteca es todo un paraíso para la lectura, que puede disfrutarse en el mirador ubicado en esta misma estancia, conocido como el mirador de Doña Juana, en alusión a Juana La Loca. Cuenta la leyenda que la Reina de Castilla pernoctó en este castillo durante varias noches en su camino hacia Granada debido al fuerte temporal.

Haber acogido a un miembro de la familia real llevó a que se le otorgara a los propietarios una cadena conocida como el privilegio de cadenas, lo que supuso disfrutar del privilegio de dar refugio a una persona perseguida por la justicia. La cadena luce hoy en el mirador entre dos columnas restauradas.

Y si interesante es la parte que reluce a los ojos del visitante, más lo son aún las historias de las que hoy apenas quedan muestras, como fue el doble sistema subterráneo de huida -una orientado hacia el norte y hacia el sur- ideado para que sus moradores pudieran escapar en caso de asedio. La Torre de los Caballeros les ayudaba a adelantarse al enemigo lo que llevó al bando nacional a luchar encarnizadamente hasta hacerse con el municipio.

A pesar de que la familia continúa haciendo uso del castillo, sí permite que el antiguo patio de armas pueda usarse para determinados eventos, al igual que un comedor ubicado en la primera planta, que puede reservarse para comidas y cenas privadas, aportando a la velada un viaje al pasado.

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