Diario del Confinamiento | Paralelo 0º
Debo estar pasando el ecuador del confinamiento. Al menos del vigente según decreto.
El ecuador es un concepto tanto espacial como temporal. Que son cosas relativas. Camarón firmó La Leyenda del Tiempo y Los Planetas, años después, La Leyenda del Espacio. La línea del ecuador es una convención, un invento humano, pues. Una raya que se llama paralelo 0º; hay otras rayas que se llaman tiritos, pero ése es otro tema.
Me acuerdo de aquellos marinos, españoles y portugueses, que cruzaron de norte a sur la línea del ecuador antes de llamarse así, sin saber aún que cambiaban de hemisferio. Bendita ignorancia con la inquietud que produce eso ahora.
Ahora me acuerdo de que mi tía Carmen vivió unos años en Guayaquil, que es una ciudad de Ecuador –que es también un país- a la orilla del Pacífico. A su marido, que era ingeniero, lo destinaron allí a principios de los ochenta. España debería tener entonces algo de industria exportable.
Al oeste de Guayaquil, a unos mil kilómetros en mitad del Océano Pacífico, están las Islas Galápagos. Un tal Charly Darwin arribó allí a bordo del Beagle y flipó tanto con los bichos autóctonos del lugar que puso muy nervioso a Dios Todopoderoso y presunto creador de todas las cosas. Darwin es hoy tan famoso que su rostro sale en las etiquetas de Anís el Mono.
No hace mucho, me pareció leer en algún sitio que Jordi Cruyff, el hijo del profeta, ha sido o es aún director técnico de la selección de fútbol de la República de Ecuador, equipo caracterizado por comerse un mojón allá donde compita.
Pues a lo tonto, me sé un montón de cosas sobre Ecuador. De lo que no tengo ni idea es de qué pasará al cruzarlo.
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