Ponen precio a mi sangre: 67 euros
La Comunidad de Madrid ha decidido privatizar un servicio más. A partir del 1 de enero, Cruz Roja cobrará 9,3 millones de euros al año por 'gestionar' la donación altruista de los ciudadanos
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Dona sangre. Dona vida. Porque la sangre no se puede fabricar, porque dependemos de ti. Porque la donación de sangre es una necesidad social. Porque te vas a sentir mejor. Porque cuando donas sangre, le estás dando la vida a otra persona. Estos son algunos de los eslóganes de Cruz Roja para concienciar a la ciudadanía de la importancia de donar sangre. En España, el universo de donantes activos supera los dos millones de personas. Y me incluyo. Sin embargo, estoy pensando seriamente si volver a donar. En caso de hacerlo, estoy convencido de que lo haré en un hospital y no en los famosos autobuses que hay por las calles y plazas de Madrid como he hecho durante los últimos diez años. ¿Por qué? Muy sencillo. La Comunidad de Madrid los ha eliminado y ha cedido el servicio en exclusividad a Cruz Roja que, aunque seguirá dependiendo de la solidaridad de los donantes, venderá las bolsas de sangre a 67 euros. Es decir, la ONG y la Comunidad de Madrid han puesto precio a mi solidaridad.
Otra más de Cruz Roja. Si hace unos días escribía sobre las muertes y atropellos a la dignidad que se han denunciado en algunos CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) que gestiona esta ONG, hoy denuncio que van a hacer negocio con las donaciones de sangre. Y es que Cruz Roja –entidad privada donde las haya- se hará cargo el 1 de enero del Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid y cobrará 67 euros por cada bolsa de sangre que se haya recogido gracias a la solidaridad ciudadana y que se reparta entre los hospitales de la región. Además, la Comunidad cede el equipamiento necesario para hacer extracciones en la calle y no se pronuncia sobre el futuro de los trabajadores que gestionaban hasta ahora este servicio.
Gracias a esta concesión, desaparecen de las calles los autobuses de donación que dependían directamente de la sanidad pública madrileña. A partir de ahora, solo serán de Cruz Roja para, en palabras del presidente de la Comunidad, Ignacio González, “optimizar las sinergias mejorando la eficiencia con el fin de evitar duplicidades”. En definitiva, y según el acuerdo, la Comunidad de Madrid pagará 9,3 millones de euros a Cruz Roja en 2014 por gestionar las donaciones, un servicio que hasta ahora, recuerdo, era asumido por la sanidad pública sin costo adicional alguno.
De hecho, la Asociación de Empleados del Centro de Transfusión de Sangre de la Comunidad de Madrid (ADECETMA) ha criticado este acuerdo “porque se va a pagar a una entidad privada por hacer un trabajo que podemos hacer perfectamente bien nosotros mismos”. A su vez, ¿qué sentido tiene desmantelar un servicio público para dárselo a una entidad privada a la que, además de pagarle, se le subvenciona? Porque como bien recuerdan desde esta plataforma, “el pasado 5 de diciembre, el Consejo de Ministros aprobó una subvención a Cruz Roja de 42,1 millones de euros con cargo a la asignación del IRPF”.
Aun así, lo más grave ya no es la privatización de un servicio público –otro más-, sino que Cruz Roja va a hacer negocio con el altruismo ciudadano. Aun así, tal y como explica ADECETMA, “la normativa prohíbe comerciar con la sangre, por lo que ninguna entidad pública o privada puede hacer negocio con ella”. Por tanto, ¿cómo se ha cerrado este acuerdo? “Esgrimen argumentos de cubrir costes”, añaden. Pero, ¿por qué si el donante no hace una estimación de sus gastos (su sangre, su tiempo y su recuperación), por qué sí lo hace Cruz Roja? “¿Quién decide cuáles son los motivos de que uno cobre por bolsa de sangre y el otro no por el pinchazo en el brazo?”, se preguntan desde la plataforma.
En definitiva, un servicio más que se privatiza, eso sí, con una vuelta de tuerca más: poner precio a la solidaridad de los donantes. Por esto, a partir de ahora iré a donar a los hospitales. Me supondrá más tiempo y desgaste, pero al menos no enriqueceré con mi altruismo a esta ONG. ¿Dónde queda su supuesto “sin ánimo de lucro”?
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