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El Sevilla

Redacción Cordópolis

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En Sevilla se siente el fútbol con una pasión muy por encima de la media española. Ser sevillista o bético no se cuestiona. No caben preguntas sobre un posible segundo equipo. Dijo Del Nido una vez, en una de sus frases para el recuerdo, que se sentía “el hombre más importante del mundo después del Papa” por presidir su club. Para alguien que viva de verdad el fútbol, así debe ser siempre.

Aunque en 1890 un señor llamado Isaías White ya retó a través de la prensa al Huelva Recreation Club a un partido de fútbol en Sevilla no es hasta 1905 cuando se crea formalmente el Sevilla Football Club. Empiezan jugando amistosos en la actual Plaza de América y luego en el Prado de San Sebastián. En 1922 logra la entidad su primer gesta al llegar a las semifinales de Copa aupados por la conocida como “la línea del miedo”, en la que destacaba Spencer, el primer internacional que aportó el club a la selección. A pesar de derrotar en los dos partidos de esa semifinal al Athletic, el Sevilla no accedió a la final, porque jugó a sabiendas con cuatro jugadores no alineables según las normas de la competición y fue descalificado (eran otros tiempos en los que ganar no siempre era lo importante).

En 1928 estrenan su campo de Nervión y disputan –en Segunda- su primer derbi ante el Real Betis. Un año más tarde fichan al legendario delantero asturiano Campanal y en 1932 accede a la presidencia Ramón Sánchez Pizjuán. Bajo su mandato logran los hispalenses su primer ascenso a Primera (34) y su primer trofeo, la Copa de la República del 35, venciendo en la final de Chamartín al Sabadell (3-0).

Tras la guerra el club no se resiente y es capaz de formar la delantera Stuka (López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal), con la que se alzan de nuevo con la Copa –ahora del Generalísimo- derrotando al Racing de Ferrol por 4-1. Ese año 39 en Liga le endosaron un 11-1 al Barcelona.

En 1946 consigue el Sevilla su hasta el momento única Liga. Entrena al equipo Ramón Encinas y brilla por encima de todos sus jugadores la figura del delantero Juan Arza, a quien le dijo Pizjuán: “No hay dinero que pague el placer de verte jugar aquí”. La temporada tuvo un final emocionante, necesitaban empatar en Les Corts ante el Barça y lo lograron merced a un tanto de Araújo. Al regresar, la expedición sevillista paró en cada ciudad donde se lo pedían. También en Córdoba, donde los dirigentes del entonces Deportivo Córdoba brindaron con champan con sus vecinos por su éxito.

Su tercera Copa llega en el 48 –ante el Celta, 4-1- y en el 51 estuvieron a punto de conseguir su segunda Liga en un último partido ante el Atlético, que se llevó el gato al agua en un polémico encuentro. En el 56 disputa por vez primera la Copa de Europa al haber quedado subcampeón de Liga detrás del Madrid de Di Stéfano (precisamente los merengues les eliminarían en cuartos).

La inauguración del nuevo estadio –el ya Sánchez Pizjuán- se produce en el 58, dos años después de la muerte de su presidente perpetuo. Sin embargo, el club entra en un periodo de decadencia que le lleva a descender a Segunda en 1968. Los setenta tampoco son buenos para el sevillismo. Son los tiempos del Látigo Merkel, de Biri Biri y de la trágica muerte de su jugador Berruezo durante un partido en Pontevedra.

En los ochenta, a pesar de contar con figuras contrastadas (Bertoni, Buyo, Pintinho, Francisco, Rafa Paz, Polster o Rinat Dassaev…) no consigue el Sevilla nada más que esporádicas apariciones por la Copa de la UEFA.

La brillante campaña 90/91 con Cantatore en el banquillo (quedó sexto y Polster anotó 33 dianas) movió al entonces presidente Luis Cuervas a subir sus miras tirando de talonario. Firmó a Zamorano y luego a Davor Suker, para terminar juntando en la 93-94 en un centro del campo histórico a Diego Armando Maradona con Diego Pablo Simeone bajo la batuta de Bilardo (quien pronunció aquello de “los de colorado son los nuestros”). El séptimo puesto final, sin embargo, resultó decepcionante.

El gran susto para la entidad de Nervión ocurrió en el verano del 95. La Ley del Deporte, obligaba a los equipos que se habían convertido en S.A.D. a presentar unos avales como previsión de deudas antes del 1 de agosto de 1995. Sevilla y Celta no cumplieron y fueron descendidos administrativamente a la Segunda División B. Las movilizaciones populares impidieron esa dura decisión, pero la inestabilidad y la mala gestión de las directivas que se fueron sucediendo provocaron el descenso de la 96-97 en un equipo que juntaba a jugadores como Prosinecki, Tsartas y Bebeto. En 1999 retorna tras vencer en una promoción al Villarreal, pero vuelve a bajar un año después como colista. El tándem Caparrós-Monchi toma las riendas en 2000, suben al equipo a Primera de forma brillante y merced a una serie de refuerzos acertados y un gran trabajo de cantera (Reyes, Gallardo, Sergio Ramos…) devuelven al Sevilla a la auténtica élite.

Las clasificaciones para la UEFA se suceden hasta que en 2006, liderados por Juande Ramos, alcanzan las semifinales del torneo, en las que un gol de Puerta elimina en la prórroga al Schalke. En la final de Eindhoven el Middlesbrough no fue rival (4-0) y Andalucía lograba así su primer título continental en fútbol. Los sevillistas se superaron a sí mismos al año siguiente en la que fue mejor campaña de su historia: primera Supercopa de Europa (ganada al Barça en Mónaco), segunda UEFA (al Espanyol por penaltis) y cuarta Copa del Rey (al Getafe).

El 28 de agosto de 2007 el fútbol español se estremeció y unió por el fallecimiento del sevillista Antonio Puerta. Esa temporada quedó marcada para el club por el luctuoso hecho. Dos años después, con Manolo Jiménez al mando, repiten plaza en Champions al ser terceros y en 2010 sendos goles de Capel y Navas (nuevas perlas de la gran cantera sevillista) le dan su quinta Copa del Rey ante el Atlético.

La pasada campaña llegó el último título para los del Pizjuán. Una Europa League muy emotiva en la que eliminó a Oporto, por penaltis al Betis –primer y único derbi sevillista europeo de la historia e –in extremis por la cabeza de MBia- al Valencia antes de deshacerse en la final del gafado Benfica también por penaltis.

Un club, un sentimiento, un derbi precioso y mucha historia a sus espaldas. El Sevilla es, en suma, uno de los grandes de España y Europa.

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