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La leyenda del rival: Juan Román Riquelme

Redacción Cordópolis

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De él cuentan que fue el último diez de Argentina. Tenía un aspecto algo desgarbado al trotar, una pose que se estilizaba cuando pisaba la bola y giraba sobre ella. No corría mucho, pero bailaba bien. No marcaba demasiados goles, pero destilaba belleza en cada lance del juego.

Juan Román Riquelme es el jugador más conocido –y ya ha habido unos pocos- de la historia del Villarreal. Nació en el 78 y muy pronto su corazón se lo ganó Boca. Cuando Macri era presidente xeneize, aquel club no tenía grandes promesas en las divisiones inferiores, pero importó a Riquelme junto a otros cuatro juveniles desde la quinta de Argentinos Juniors. Allí, su técnico Carlos Balcaza se percató de sus virtudes, pero reconoció con el tiempo que al principio no le ponía de titular “porque no sabía en qué parte del campo colocarlo”.

Riquelme era entonces el número 8 y debutó en la primera argentina el 10 de noviembre de 1996, con 18 años y de la mano de Carlos Bilardo, en un 2-0 sobre Unión en La Bombonera. El diario “La Nación” le dio la nota de su dorsal por aquella actuación y le calificó “de buena madera”.

Empezó a crecer. En el 97 fue campeón sudamericano Sub 20 en Chile y luego Mundial en Malasia, y en el1998, ya con Carlos Bianchi al comando de Boca Román conformó junto a Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo un tridente de ataque demoledor en Boca, con el que conquistó la Copa Libertadores y la Intercontinental de 2000. Por cierto, en esa final lanzó un pase de más de cuarenta metros medido para la carrera de Martín Palermo que luego supuso el 2-1. El rival era el Madrid.

Ya era internacional con la albiceleste, pero el secuestro de uno de sus hermanos agravó su mal estado de juego lo que le llevó a perderse el Mundial de Corea de 2002.

Se marchó al Barcelona a cambio de 4.860 millones de pesetas, pero allí se topó con la cuadratura holandesa de Van Gaal. Explicó José Manuel García en El Confidencial que el holandés quería que “el Vivaldi de don Torcuato tocara rock duro con la guitarra eléctrica y le ganara en velocidad a Luis Enrique”. Tampoco pudieron enderezarle para el fútbol europeo ni los sucesores en el banquillo culé Antic y Rijkaard, pero éste último sí tuvo la determinación para ordenar su préstamo al Villarreal, respaldado por la llegada de Laporta y ´su´ Ronaldinho.

Y en la localidad levantina recuperó la sonrisa el diez. Cuando llegó el equipo groguet aún llevaba pañales en Primera. Tenía dinero, pero le faltaba la gloria y la personalidad. Riquelme forma una pareja letal con Diego Forlán y en las dos temporadas cedido por el Barcelona se encumbra con sendas intertotos y unos cuartos de la UEFA. Su gran rendimiento con la camiseta amarilla mueve al presidente Roig a comprar sus derechos al Barça por cinco millones de euros. Fue profético el mandatario el día de su firma: “Estoy seguro de que hará grande al Villarreal”.

Porque en 2006, tras ser terceros en la Liga anterior, consigue llevar al club del Madrigal –él junto a una hornada de grandes jugadores- a la semifinal de la Champions y en ella Riquelme tiene la posibilidad de cambiar la historia del todo desde los once metros. Esa temporada había lanzado cinco y todos los había metido. El portero del Arsenal, Lehmann, sin embargo, no cedió. La narración de Carlos Martínez (Canal Plus) fue desgarrada: “Riquelme que respira, Riquelme que le pega un vistazo furtivo a la escuadra, tiene siete metros de carrera, Riquelme que corre, Riquelme que golpea...”. Se van a cumplir en nueve días los nueve años de esa tarde negra. “Este hombre que nació en un iglú, no encontró el resuello para la tranquilidad”, concluyó Martínez a través del micrófono.

Su relación se deteriora con el técnico Pellegrini después de esto. Por eso prefirió dejar España con honores (mejor pasador un año y mejor jugador extranjero otro) para volver a su club de siempre primero cedido y luego a cambio de 15 millones de euros.

Y su regreso a su patria –tras jugar y destacar en el Mundial de Alemania- no pudo ser más afortunado. Riquelme lideró la obtención de la Libertadores en 2007. Tanto él como Boca y los hinchas quisieron que el enganche continuara, pero el Villarreal, dueño de sus derechos por entonces, no lo permitió. Retenido por un semestre en España, Román volvió luego para su tercera y extensa época, en la que acumuló otras cuatro coronas nacionales.

Luego llegó su oro Olímpico en 2008 y la renuncia a la selección por desavenencias con Maradona –duelo de dieces geniales- y un último regreso al hogar en el que creció como jugador, Argentinos Juniors, al que ayudó a regresar a la élite.

“Riquelme me ha enseñado que el fútbol es fácil y siempre quise jugar como él lo hacía”, contó Pirés sobre Forlan. Un compatriota suyo fue más lejos: “Si yo fuera entrenador o pudiera hacer un equipo, Juan Román Riquelme jugaría siempre”. Eso lo dijo Zidane.

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