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Poesía para la Casa Góngora

Ángel Ramírez

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Córdoba, la ciudad de Góngora, de Pablo García Baena y de Cosmopoética no tiene un espacio para las letras, aunque tiene un Centro de Estudios Gongorinos que en realidad no existe y en el que tienen lugar exposiciones de pintura. En la ciudad se dan esos disparates y este último trimestre del año parece que el concejal del ramo, Moreno Calderón, ha sacado el expediente de las letras del archivador porque ya han comentado que a Cosmopoética le hace falta un lifting después de diez años (dos solo gestionado por el gobierno municipal del PP, así que el lifting más parece una rectificación) y ha presentado una propuesta para la Casa Góngora.

La Casa Góngora es probablemente el sitio más silencioso de la ciudad, un hermoso inmueble en la calle Cabezas que nació para albergar un centro de estudios con el nombre del poeta cordobés, centro que ha terminado convirtiéndose en una de esas presencias fantasmales que a veces nos hablan creyéndose vivas, como los personajes de la película de Amenábar . El centro existe en forma de Consorcio, con estatutos publicados hace cinco años, como ha recordado en estos días con indisimulado cabreo su impulsor, Joaquín Roses, profesor de Literatura de la UCO, pero no ha pasado de la fase de negociaciones, papeleos y fotos tipo “los catorce de la rotonda de Alhendín”. Ahora el concejal dice, o dicen que dice, que el proyecto no resulta viable en este momento y nos hace otra propuesta.

Y la propuesta es que una serie de colectivos, empresas e instituciones que vienen trabajando con desigual suerte y planteamientos ofrezcan sus iniciativas para montar  una programación en torno a la poesía a partir de enero. Nos cuenta Alfredo Asensi en El Día de Córdoba que ya se han puesto en contacto con el Ateneo, el Instituto de Estudios Gongorinos, Puente de Encuentro y la Bella Varsovia entre otros y que por ahora hay feelling. Está claro que la Casa Góngora no podía seguir siendo uno de tantos equipamientos zombies de la ciudad y que la idea de la participación de los colectivos que están activos en la ciudad parece razonable. Dicho esto, también parece una total improvisación y un proyecto muy poco pensado, que puede terminar convirtiéndose en un cajón de sastre sin identidad ni coherencia. Y que resulta feo que las instituciones llamen a la gente que está trabajando en la ciudad sólo cuando no tienen un duro para contratar a otros creadores o gestores. Así que no estaría mal que le dieran una vueltecita con prudencia al asunto, a ver si además de un edificio sin uso, tiene el Ayuntamiento a media Córdoba literaria cabreada, y probablemente con razón

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