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Me llamo Ángel y soy puntual

Ángel Ramírez

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Al principio me parecía algo normal, las cinco eran las cinco y las doce las doce, pero poco a poco me he ido dando cuenta de que no. Las cinco son otra cosa que aún no tengo claro (observo cada vez intentando descifrar alguna regularidad y no lo consigo) y yo sufro de una enfermedad rara de ésas que cierran el telediario. Llego a las siete a la cita de las siete, y veo que en la sala no hay nadie, sillas dispuestas de alguna sesión anterior, cajas de cartón apiladas, las persianas bajadas. Tras unos minutos entra alguien apresurado con bolsas en las manos que comienza a subir las persianas

-¿Es aquí el taller de sexo tántrico?

-Pues claro

Pues estaría claro, pero yo que no sabía lo que era, y me imaginaba más que esas sillas y esas cajas, y sobre todo pensaba que se necesitaba gente, gente que llegó entre las siete y cuarto y las y media. Me dijo “pues claro” molesto, como suele ocurrir, si no sabes los códigos y llegas a la hora establecida molestas, porque no te enteras, porque haces quedar como perezosos, o descuidados. Se van incorporando los demás y también te miran de arriba abajo “mira éste, que ha llegado puntual, se creerá que está en Alemania”, pensarán. Tú te haces el encontradizo y dices algo así como “no… llegué pronto porque tuve que venir a dejar mi tostadora a reparar, aquí en la tienda de la esquina” no fueran a descubrir tu secreto. Además parece ser que todo esto tiene que ver con una característica identitaria de los cordobeses y los andaluces, con lo que te hacen sentir un traidor, un esquirol.  En el fondo ellos actúan racionalmente , nada empezará hasta que no llegue el último, y maximizan su tiempo si los últimos son ellos.

Como tengo amigos que se dedican a la estadística social nos hemos puesto a hacer una estimación, y hemos determinado que en Córdoba hay 633 puntuales, y yo soy uno de ellos. Entre nosotros, quizás su compañero de trabajo, hay 633 personas que se apresuran, supongo que equivocadamente, que sobrevaloran el tiempo ajeno, 633 inadaptados e inadaptadas que sufren en silencio esta ajenidad, la falta de comprensión de lo códigos, sentirse siempre un extraño impertinente. Escribo este artículo como una llamada a mis 632 colegas para que se pongan en contacto conmigo y nos vemos, comenzaremos por organizar Puntuales Anónimos, que alguien tiene que dar el primer paso. Me llamo Ángel y soy puntual.

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