Esto o el holocausto
Andaba yo preparando el desayuno y no paraban de hablar por la radio del triunfo de Ángela Merkel. Me sorprendió el tono general de satisfacción, casi de entusiasmo, como si mantener a quien ha dirigido la política europea en los últimos años fuera una gran noticia. Glosaban sus virtudes e insistían en que esto no iba a tener repercusión alguna sobre España ( supongo que querrían decir que todo seguiría igual de mal, pero lo decían contentos, no sé…). Yo escuchaba con distancia y a pesar de lo temprano que era y lo espesito que estoy en esos momentos me estaba poniendo ya en el frecuente rol de crítico mordaz que se lleva tanto.
Hasta que apareció la voz de Javier Moreno, director del periódico El País, y me dio la clave de por qué tanta satisfacción, el motivo por el cual todos deberíamos estar contentos esa mañana. “Es muy importante el triunfo de Merkel, sobre todo porque ha impedido que acceda al Bundestag la ultraderecha…”. Dijo la palabra ultraderecha con intención, como diciendo “sabemos de lo que hablamos cuando nos referimos a la ultraderecha alemana”. Eso lo cambiaba todo claro, como no recibir con alborozo a quien nos salva de un IV Reich o cosa parecida (bueno, suponemos que sí, que es ella precisamente la responsable de eso). Era el momento de tirar las tostadas a la basura y preparar unas bratwurts en honor a nuestra salvadora, y de reconsiderar todas las críticas a la gestión de la crisis de los últimos años.
Salí a la calle y ya todo el día fue un festín. Comprobé que podíamos hablar con libertad, que nadie me insultaba y entendí que todo de lo que nos quejábamos eran minucias. La bolsa o la vida, decían en los comics de policías y ladrones y, claro, nosotros tan vitalistas preferimos la vida. Ellos, así, se quedan siempre con la bolsa.
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