Hábitos saludables que nos ayudan a vivir mejor
Seguro que últimamente vais oyendo cada vez más conceptos extraños como Coaching Emocional, Programación Neurolingüística (PNL), Mindfulness, Psicología Heterosocial, etc. casi siempre inmersos en el campo de la psicología (aunque muchas de estas técnicas tienen bastante de pseudociencia) y que son conceptos que se utilizan como estrategias recomendadas para hacernos conscientes de nuestras propias emociones, vivencias y sobretodo, para hacernos tomar las riendas de nuestra propia vida.
Sin meternos a analizarlas, básicamente, todas estas técnicas tienen en común la intención de hacernos conscientes de nuestros hábitos del día a día, para así, entender que podemos ser capaces de cambiar todo aquello que no nos ayuda a sentirnos bien o nos impide lograr nuestros objetivos. Son técnicas que nos ayudan a fortalecer nuestra confianza, autoestima y que tratan de reforzar nuestra motivación para alcanzar los objetivos fijados en nuestra vida.
¿Cuántos de nosotros no nos hemos sentido frustrados alguna vez en nuestro día a día? Por no tener tiempo de nada más que atender a nuestro trabajo, nuestra familia o nuestros amigos, lo que nos coloca a la cola de las prioridades estando para todos menos para uno mismo/a. Y experimentamos la necesidad de algo más, de encontrar alguna razón que le dé sentido a nuestra existencia pues la hallamos vacía y desmotivadora, lo cual nos mete en una espiral de emociones grises sin salida, de pensamientos negativos y nos precipita a un modelo de vida donde la prioridad es sólo vivir y salir adelante, sin sentir, sin ser felices, sin cuestionamientos.
¿Alguna vez nos hemos parado a analizar que tal vez mi actitud tenga mucho que ver en lo que me está pasando? ¿Que tal vez, si cambio de pensamiento podría alterar el resultado? ¿Que quizás nuestra actitud determina el funcionamiento de nuestro cerebro? Pues hoy lo vamos a hacer.
Hoy vamos a hablar de aquellos hábitos saludables que nos ayudan a vivir mejor, plenamente, y que refuerzan nuestros comportamientos positivos hacia nosotros y nuestra relación con el entorno. Sí, entorno, porque con mi actitud puedo influir en otras personas, lo que llamamos rapport (de nuevo una palabra extraña).
- Alimentación Sana. Es fundamental adquirir un hábito saludable de alimentación. Comer sano te ayudará a sentirte más vital, enérgico y ayudaremos a prevenir enfermedades directamente relacionadas con los malos hábitos y el sedentarismo, como por ejemplo la diabetes del adulto o tipo II, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares o la propia obesidad. Y ¿Qué entendemos por dieta sana? Realmente es difícil saber cuáles son los alimentos que me ayudan a sentirme bien y cuáles me perjudican. Por eso, sería un buen comienzo seguir las recomendaciones que nos marcan los expertos de la Harvard School of Public Healthy. Si queréis indagar algo más sobre este modelo de alimentación saludable, podéis entrar en este enlace y seguir las pautas de lo que podría ser un plato sano y aprender a diferenciar los alimentos recomendables de aquellos que no lo son.
2. Ejercicio Físico. Huye del sedentarismo. Sí, ya sé que no tienes tiempo, nunca lo tenemos, pero hay que intentar buscarlo. Bastaría al principio con intentar dejar el coche y tratar de ir a trabajar andando, o levantarnos media hora antes para dar una vuelta o quizás hacer deporte en casa. Bastaría con hacernos con una cinta mecánica o una bicicleta estática y mientras leemos un libro o escuchamos música, movemos nuestro corazón. Y los fines de semana, intentamos hacer las actividades físicas al aire libre si no podemos entre semana.
Según las recomendaciones de El Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) es fundamental realizar un entrenamiento regular y consistente en:
Activar nuestro corazón: 30 minutos de actividad moderada 5 días a la semana o 20 minutos de actividad física intensa 3 días a la semana.También vale 1 sesión continua y sesiones cortas de 10 minutos hasta sumar los 150 minutos a la semana. Subir las escaleras a pie, bajarnos una parada antes del bus, volver a casa andando...
Entrenar la Resistencia: trabajar los principales grupos musculares 2, 3 días a la semana. Podrían valer disciplinas como yoga o pilates en sala o bien en casa o al aire libre, ya que son modalidades de deporte que además nos hacen trabajar conscientemente y conectando con nuestro propio cuerpo en relación con nuestra mente.
Entrenar la Flexibilidad: Realizar estiramientos 2 o 3 días a la semana. El llamado Stretching, que sienta tan bien y que nos ayuda a corregir las malas posturas adquiridas a lo largo del tiempo y que alarga mi espalda y me ayuda a evitar molestias y tensiones.
Pero recuerda, si sigues sin encontrar el tiempo, aunque sólo saques cinco o diez minutos al día, siempre será mejor que nada. Sólo es cuestión de explorar la forma de movernos algo más.
3. Intenta dormir más. Recuerda que tu cerebro necesita desconectar para rendir más y mejor al día siguiente. Estudios demuestran que el ser humano necesita entre 7 y 9 horas de sueño nocturno para funcionar correctamente y empezar el día descansados y con energía. Intenta acostarte un poco antes, evita usar las nuevas tecnologías (ordenador, móvil) al menos una hora antes de acostarte para que tu nivel de excitación disminuya y puedas conciliar mejor el sueño. Tal vez un ritual de lectura, esa música que te sumerge o una pequeña meditación antes de acostarte, te sirvan para dormir mejor y descansar correctamente. Medita una o dos veces a la semana mínimo, no hace falta saber hacer nada especial sobre esta técnica ni recibir instrucciones para meditar, simplemente párate, sé consciente de tu respiración y trata de respirar lenta y tranquilamente. Intenta reconocer las sensaciones de tu cuerpo (tensión/distensión, calor/frío, latido cardíaco, ruidos intestinales, etc. todas valen) para reconocerlas y aprender a conocerte mejor.
4. Conócete a ti mismo. Tómate el tiempo necesario para conocerte. Y quiérete, quiérete mucho. Explora tus habilidades y sácales partido. No te aferres a lo que te cuesta trabajo, céntrate en lo que se te da bien. Muchas veces, nosotros mismos nos autolimitamos con nuestra actitud. Si siempre pienso que soy muy patoso para hacer tal o cual cosa, o que no tengo voluntad para hacer nada, nunca me daré la oportunidad de intentarlo. Piensa en situaciones en las que sí has tenido esa fuerza de voluntad o esa destreza para conseguirlo y haz de ellas tu triunfo o tu punto de partida para cambiar tu actitud y tu conciencia sobre ti mismo. Rétate cada día.
5. Control de mis emociones. Intentar reconocer mis propias emociones y tratar de comprenderlas. Evitar aquellas que me hacen mal (odio, rencor, remordimiento, culpa, irritabilidad, hostilidad, miedo, confusión, etc.) para centrarme en las que me benefician (felicidad, serenidad, alegría, empatía, ilusión, entusiasmo, euforia, etc.). Hacer un esfuerzo por tratar de reconocerlas. Las emociones positivas nos ayudan a sanar y a levantarnos tras cada tropiezo. Y si tienes hijos, te animo a que los eduques en las emociones igualmente. Cada noche, antes de acostarnos, hagamos una sesión de autoconciencia de nuestras emociones del día o saquemos el libro del Emocionario y juguemos a reconocer las emociones en familia.
6. Mentalidad positiva. No te dejes llevar por el negativismo y el pesimismo en tu día a día. Solemos anclarnos en los pensamientos negativos en lugar de quedarnos con lo positivo. Sí, sé que esto es difícil de cambiar sobretodo cuando tenemos problemas o tal vez no nos van las cosas como esperamos, pero se puede entrenar y con el tiempo nos daremos cuenta de que nos cambian las perspectivas. Te propongo un reto. Cada noche, antes de acostarte, piensa en tres situaciones que has vivido en ese día que han sido positivas, por insignificantes que te parezcan. Analízalas y quédate con ellas. Sonríe mientras las evocas.
7. Tiempo para mí. Hay que buscar un momento a la semana para hacer cosas que nos satisfagan a nosotros (no a los demás) y podamos hacer solos. Yo lo lamo “la hora sagrada”. Solemos ser siempre los últimos para todo -y esto nos pasa especialmente a las mujeres- pues nuestras prioridades suelen centrarse en las de nuestra familia, las de nuestro trabajo o las de nuestros amigos, pero ¿y yo qué? yo también necesito hacer cosas por mí mismo y para mí mismo. Cosas que repercutan en mi forma de sentirme bien, que me reafirmen en mi bienestar, pues si no me encuentro bien, difícilmente podré además cuidar de los demás. Busca tu hora sagrada y no la cambies por nada. Tal vez un masaje, una película de cine, un paseo por el campo, una lectura relajada.... cualquier cosa que me haga sentir bien y que lo merezco.
Cómo dijo John Maxwell, “la vida es 10% lo que me pasa y el 90% de cómo reacciono a ello.” Así es que empieza por cambiar tu visión del mundo y de ti mismo para hacer las cosas de otra forma y disfrutar la vida apasionadamente.
Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz
Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.
Especialista en Sofrología, Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil
Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos
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