¿Por qué 'Slowly'?
La muerte de Aute me obliga a rescatar de entre las brumas de mi memoria emocional un disco. Uno solo. Slowly.
¿Por qué Slowly? ¿Por qué no otros clásicos de su discografía con canciones más generacionales? Pues me llevó 20 años descubrir mi conexión con ese disco. Más allá de la escucha compulsiva que mis padres le dieron a aquel trabajo, con el paso del tiempo descubrí que en él habían unas claves estéticas y sonoras que después, con los años, he ido haciendo mías de forma natural. Casi sin darme cuenta. Despacio. Como ocurre todo en ese disco, por otra parte.
Porque en Slowly la música está ahí sin que uno se dé cuenta. Como una nebulosa electrónica que envuelve las letras de Aute, que escribe, canta y recita canciones de amor de otra manera. En la cumbre de su carrera -viene de grabar un disco súperventas con Silvio Rodríguez-, Aute se despoja del misticismo del cantautor y se entrega al misterio del seductor para entregar la obra cumbre de su carrera. Un disco “Coheniano”, pues, al igual que el genio canadiense, se deja hacer en el estudio.
Así que, ¿por qué Slowly? Por Suso Saiz. Ahora enormemente reivindicado, gracias a los recopilatorio sobre su trabajo impulsados desde el sello holandés Music from Memory, el gaditano Suso Saiz es tan responsable del sonido de Slowly como Aute. El poeta reconoció que la idea era hacer un trabajo con canciones lentas bailables. De ahí el título. Pero el cómo fue cosa de un músico que supo envolver la lírica de una estrella entre capas de teclados y sintetizadores etéreos, percusiones diminutas pero esenciales -de las que se encargó Tino di Geraldo-, y unas guitarras con tintes lisérgicos, que remiten al oleaje baleárico de la costa brava al atardecer -cortesía de Gonzalo Lasheras-.
Un sonido de terciopelo puro que cambió para siempre la forma en la que Aute se acercaba a su poesía. “He descubierto que con los ordenadores puedes manipular la música a tu gusto y preservar el espíritu inicial de cada canción”, dijo cuando presentaba este disco. Tomó nota. Su música ya rara vez volvió a ser la que era antes de Slowly.
Verano, 1992
Ha muerto Aute.
Y Aute es mi infancia.
Aute es mi padre y madre,
Jóvenes y guapos,
en el verano del 92.
Aute soy yo, metido en la piscina
escuchando 'Slowly'
sonar desde el salón
en una minicadena con CD.
Y no sabiendo bien por qué
(ya que tengo ocho años)
la canción que me gusta
es la más triste del disco.
“Lo malo es esta noche
de eterna soledad“,
dice la letra.
Ha muerto Aute.
Y Aute es lo más parecido a Cohen
que ha habido en España.
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