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¿De qué hablamos cuando hablamos de fútbol?

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Paco Merino

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Dice el presidente del Córdoba, Jesús León, que ya es hora de hablar de fútbol. Que se habla demasiado de otros asuntos. Lo pidió después de ofrecer la rueda de prensa más larga -no sé si alguien cronometró alguna vez algunas célebres apariciones de Rafael Gómez o de Campanero- de la historia del club. Al menos, fue la que más larga se hizo. Casi hora y media haciendo lo que se supone que era un ejercicio de transparencia. Con Alfredo García Amado -el nuevo director general, un viejo zorro de los despachos se conoce bien las cañerías del fútbol profesional- a su derecha, León quiso poner fin a una etapa. O algo así. Después de un verano de despropósitos, filtraciones, bandazos y purgas se pasó del “aquí no pasa nada” al “a mí me pasa todo”.

La determinación de denunciar “por incumplimientos parciales” el contrato de cesión de Guardiola al Getafe, la indemnización por despido de Luis Oliver, la “tutela o intervención” -en palabras de García Amado- del club por parte de LaLiga, la historia de un futbolista saudí que pudo venir al Córdoba para que el club ingresase dos millones de euros por alinearle unos minutillos al mes -operación que se rompió porque Oliver era director general, según explicó el presidente-, la búsqueda de unos terrenos de 100.000 metros cuadrados para construir una ciudad deportiva propia, el déficit de tres millones, la crítica a las instituciones por falta de apoyo, los “cuatro más uno” expedientes abiertos por LaLiga... ¿No es eso fútbol?

La exhibición pública de los problemas, la solicitud de comprensión y el anuncio de medidas -que se ciñen, en lo básico, a ponerse en manos de LaLiga para lo que guste mandar- resultaron, quizá, terapéuticas para quienes deben buscarle una salida a todo este embrollo. Las soluciones aún se esperan. Deben de llegar -más pronto que tarde- y posiblemente no tengan demasiado que ver con esa reclamación -a algunos les ha llegado de manera personal, ojito a esto- de afiliarse al pensamiento oficial: dejen ustedes de contar cosas y de opinar y dedíquense a elucubrar sobre si el equipo jugará con tres centrales o dos puntas el próximo partido. Hablen de fútbol de una vez.

Y aquí aparece Sandoval, el Super Mario Bros del cordobesismo. El que lo tiene que arreglar todo. El médico que diagnostica, opera y sutura los puntos. El entrenador al que le birlaron a San PawelSan Pawel y que ahora tapa agujeros en un equipo que bate récords históricos de vulnerabilidad en defensa. El Córdoba es colista de Segunda División después de tres jornadas. Ya solo le queda remontar. “El partido ante el Alcorcón es una final, aunque parezca una burrada”, dijo Rafa Berges. Pues eso. Habrá que ir de burrada en burrada hasta el milagro de junio. Como lo de la temporada pasada, pero de otro modo. Mucho más raro. El Córdoba está aún en pretemporada -así lo admiten los protagonistas- pero debe comportarse como si el campeonato estuviera en las semanas decisivas. Y todo en la jornada cuatro. ¿No es eso fútbol?

La promoción que hace el Córdoba CF del partido ante el Alcorcón es reveladora. Sobre un fondo negro aparece, vestido también de negro, el señor José Ramón Sandoval dirigiéndose a los cordobesistas: “La Liga no ha empezado como nosotros esperábamos, cordobesistas. Ni la Liga ni nada”. El madrileño pide fe. Que es, recuerden, creer en lo que no se ve. Si el equipo hace lo que puede y lo que puede es esto, el Córdoba lo va a pasar francamente mal. Por más lleno que esté El Arcángel -aunque sea con boletos regalados- o por más caravanas de autobuses que se monten -subvencionadas o no-, el equipo tendrá que dar un tono de rendimiento superior para evitar que las victorias sean un suceso casual. Hay tiempo por delante, pero el paso de los días no arregla nada si no hay un plan preciso. Y García Amado ya dejó caer, a plomo, una cuestión más que embarazosa: el límite salarial seguirá impidiendo ir al mercado también en invierno. Sandoval busca la doble efe: fe y fútbol. Si le dejan, claro. Porque la confianza en el técnico es absoluta, pero León ya dejó dicho que el Córdoba no puede ir en contra de lo que es normal cuando un equipo no logra resultados. Lo anormal -y lo paranormal- se queda para otros. ¿No es eso fútbol?

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