Lo mismo que hay libros que todos conocen aunque no se hayan leído, el Quijote, por ejemplo, hay ciudades de las que todos han oído hablar antes de haberlas visitado, Córdoba entre ellas. Pocas ciudades tienen tanto eco en la historia, tanta capacidad de entrelazar culturas, como Córdoba.
Hablar de Córdoba, Patrimonio de la Humanidad, es hablar de su Casco Histórico; el Casco no pertenece solo a los vecinos que lo habitamos, es la enseña de toda una ciudad, que debe cuidarlo, porque es su imagen ante el mundo y quien gobierna la ciudad debe estar a la altura de esa responsabilidad. Este equipo de gobierno nunca ha tenido claro qué hacer con el Casco. Durante esta corporación ha habido tres responsables políticos de él, y dos directores técnicos, el último recién nombrado.
Han pasado casi cuatro años y aún no tenemos, a pesar de los anuncios, Plan de Gestión del Casco Histórico. El último compromiso del Pleno fue del 13 de octubre de 2022: “ el equipo de gobierno se compromete a que el Plan de Gestión del Casco esté listo en febrero de 2023”.
Cualquiera que tenga curiosidad puede leer el acuerdo, así como la moción conjunta sobre el Casco Histórico que se aprobó el 17 de septiembre de 2020, con un plan de actuaciones a corto y medio plazo para “un Casco dinámico y habitable, con presupuesto y cronograma de actuación”.
Nada de nada. Suciedad, solares, casas abandonadas, degradación patrimonial, ocurrencias, propaganda, alguna decisión incompleta ante el empuje del vecindario: pienso en las placas solares.
Todas las Asociaciones Vecinales del Casco venimos denunciando desde hace años su abandono, la inacción municipal, a pesar de algunas afirmaciones-, la política de hechos consumados y de permisividad casi absoluta para la autorización de bares, terrazas espectáculos … y apartamentos turísticos.
Sobre esto último queremos llamar la atención, en gran medida por la preocupación que nos causa las últimas declaraciones del Alcalde, que dos periódicos titulaban:
“El Ayuntamiento de Córdoba trabajará con la Junta en la regularización de la vivienda turística”.
“ El alcalde defiende regularizar viviendas turísticas por el cambio de modelo social”.
Leemos el cuerpo de la noticia y la conclusión es que el alcalde y el presidente de la GMU que lo acompañaba, no tienen ningún plan. Hablan por hablar.
La presidenta del Consejo de Distrito Centro en el pleno de septiembre de 2020, pidió: “...moratoria mientras se renueve el PEPCH para evitar que se otorguen más licencias de hostelería y de apartamentos turísticos”. La moción conjunta, de todos los grupos municipales, que se aprobó, proponía también, entre otras medidas, la rehabilitación de viviendas, primar el uso residencial frente al terciario y el apoyo al comercio de cercanía.
Es urgente una normativa para evitar los efectos perversos de la proliferación descontrolada de los pisos y apartamentos turísticos, que en muchas ciudades han devorado la vida urbana. En Portugal acaban de prohibir nuevas licencias para pisos turísticos. El Ayuntamiento de Toledo ha redactado una Ordenanza al efecto. La normativa divide a la ciudad en dos zonas: el Casco Histórico, donde se localiza la mayor parte de las viviendas turísticas, y el resto de la ciudad. Hasta que se apruebe ha decidido paralizar la tramitación de nuevas licencias.
Hace años Antonio Muñoz Molina escribió un libro maravilloso sobre nuestra ciudad, “Córdoba de los Omeyas”. El libro es una prueba de amor a nuestra ciudad, a la que vino por su historia, comentaba que “tenía que buscar a Córdoba en Córdoba”; quería conocer lo que perduraba de la herencia memorable de nuestro pasado.
Esta huella es la que vienen buscando quienes nos visitan y este es el legado que tenemos que dejar, un patrimonio cuidado, una casco limpio, habitado y habitable, una ciudad que se reconozca en su historia y no una fotocopia de tantísimas ciudades entregadas a lo peor del turismo de masas, un turismo de paso, ruidoso, que mira sin ver el peso de nuestra ciudad en el pasado.
Necesitamos un Plan de Gestión del Casco, participado y consensuado, que controle y regule las viviendas turísticas. Queremos un Casco Histórico con vecindario, con vida comunitaria, no una ciudad hostil, árida, uniforme, en la que la vida se sustituya por el ruido de las maletas que arrastran los inquilinos de las viviendas turísticas. Aún estamos a tiempo.
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