Córdoba de caras y piedras
La que has liado, Artista. Que si esculpidas, que si grabadas, que si pegadas, que si “aparecen”. Como si fuera lo mismo. Como si grabar fuera sencillo en arenisca y esculpir en relieve tarea fácil en esa zona, por mucho que no pase nadie de noche. Una pura epifanía, salvo para Séneca, que fue quién te pilló. Sin embargo, no todo al final era barro. Metáfora quizás de este gigante patrimonial cordobés tan asustadizo que somos. Tienes clarividencia, pero te ha sobrado la materia gris, suerte de cemento quizás, que no sale tan fácil de la piedra como la arcilla seca. Efectivamente, como allí nos dices, tendrán que retirarlo profesionales y no sólo el calor.
Has conseguido que la gente vaya a ver la muralla. Que ésta sea noticia. Su piedra. Sin embargo, yo no te puedo felicitar, Artista. Soy arqueólogo, pertenezco al gremio del patrimonio y tengo por tanto que horrorizarme de tamaña fechoría patrimonial, como la que, con algo más que arcilla y agua, que pena, has configurado. Cómo se te ocurre “atentar” - lo poco que se mide la semiótica - así contra el patrimonio monumental de la ciudad. Imagínate que ahora, a todos los artistas de Córdoba, los de plástica y los de taberna, les diera por realizar performances low cost según tu inspiración. Con el salmorejo no se negocia. Bastaba con la arcilla y el agua.
De todos modos, esas caras tuyas entresacadas de gritos de Munch y mores maiorum del togado Barberini, consiguen su intención iconográfica, eso seguro, porque dan para interpretación. La mía particular versa, sobre todo, sobre algo que yo desconocía: la enorme y rica conciencia mediática que en Córdoba tenemos sobre el valor de nuestras piedras. Qué digo: de cada piedra, porque había que buscarte, Artista. Allí en lo menudo, lo recóndito y lo insignificante del medio. Todo el mundo atento, todo el mundo escandalizado. Nuestras piedras. Responsables de Urbanismo al milímetro del grano de arenisca, periódicos en volandas. Córdoba como debe ser. Pura ortodoxia. Tengo claro después de tu propuesta, Artista, que ni una piedra más de Córdoba va a volver a sufrir daño alguno. Cien ojos por banda vigilarán, a partir de ti, cada ripio, cada ladrillo, cada tiesto, cada ñusco, de esta ciudad.
Tus caras me sirven para lo que algunos creerán demagogia. Y por lo tanto aprovecho, pues ya no tenemos que temer más por los restos arqueológicos que se “desmontan”. Por las obras públicas sin vigilancia durante los veranos. Por las alcantarillas como Avernos. No tenemos que temer más por las piedras de las enormes excavaciones, de los pequeños solares, de los garajes de las casas. Córdoba ya las vigila. No tenemos que temer por los palcos de Semana Santa apoyados contra piedra eterna, por las cruces de Mayo, por sus botellas. Bailío, Santa Marina y Callejas de Munda y del Reloj: vuestras piedras ya no olerán más a pipí. No tendremos que temer más por los cartelones colgando de los muros del témenos de la Mezquita-Catedral. Ni porque se quite una celosía sin arreglo legal. Ni porque las piedras romanas del templo Capitular sigan como están. Por todo ello, ya no tendremos que temer. No tendremos, ni siquiera que temer, porque los periódicos nos recuerden cuantas piedras obstaculizan el progreso, la obra, el ripio. Ya no habrá más piedras que “retrasen” obras. Ahora mimaremos la piedra.
Artista, esas mil caras endurecidas en base sólida, son lo que esperabas de nosotros. Yo me tomo así tu metáfora. O quizás son las caras del alma de la muralla ante todos los que la frecuentan sin en realidad mirarla. Y todos lo que estos días opinan. Han vuelto de nuevo los discretos. Vaya feria. Has captado a Córdoba con un rato y útiles manuales de cuatro duros, de asignaturas pretecnológicas, que eran en mis tiempos. Sin embargo, para la próxima, déjate la materia gris para las manualidades en casa, que ya Córdoba vela las piedras por ti.
Comprenderás, que no te puedo alabar por la intervención. Te condeno. Aunque si quisiera en cambio felicitarte por esa pericia que tienes en un género plásticamente muy difícil y que tan diestramente manejas: el retrato.
Retrato de Córdoba hecho piedra.
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