Rocío Luna: “El flamenco no se considera un trabajo, cuando sí lo es”
Reina la paz y es difícil encontrar a algún vecino caminando por la Cañada del Rabadán, una pequeña aldea de Fuente Palmera (Córdoba). De una de las pequeñas casas de planta baja que hay en sus calles sale Rocío Luna, la ganadora de la Lámpara Minera en la LXII edición del Festival Internacional del Cante de Las Minas, el evento flamenco más importante a nivel internacional.
En un paseo con la joven, de tan solo 25 años, y su madre por las pequeñas calles de la Cañada, los pocos vecinos con los que se cruzan, las saludan. Aquí todos se conocen, son como “una pequeña familia”, dice Rocío. Durante la breve trayectoria, la cantaora cuenta cómo es vivir en esta pequeña aldea a su edad y su deseo de vivir fuera. Entre sus opciones está Madrid, “aunque sea por un tiempo”, especifica. Córdoba, una ciudad donde ha vivido durante seis años, también le parece una buena opción. Lo que tiene claro es que quiere salir de la Cañada del Rabadán porque una joven de su edad necesita un sitio más grande donde poder hacer planes.
En un lugar de tan solo 800 habitantes, Rocío cuenta que cuando estudiaba eran solo unos diez alumnos en una clase que agrupaba a dos niveles, por el escaso número de niños. Pero de todos ellos, solo ella puede presumir de que la escuela infantil de su pueblo lleve su nombre. Al entrar en su casa y mirando hacia el suelo, nos recibe su pequeña chihuahua; al horizonte, un cuadro conmemorativo por su último galardón en La Unión de parte de la gente de su pueblo.
La gente cree que nuestro trabajo es solo el rato que estamos en el escenario
PREGUNTA. ¿Cómo te sientes después de este reconocimiento?
RESPUESTA. Me siento muy contenta, con mucha alegría. Además, no solo por haber ganado, sino porque es como esa recompensa a todos los años que llevo de trabajo desde pequeña.
P. ¿Con cuántos años empezaste a cantar?
R. Pues empecé cantando en mi casa, y empezaría a eso de los seis años o así. Luego a los ocho pues me subí por primera vez a un escenario que fue aquí en la peña de mi pueblo, y a partir de ahí hasta hoy.
P. Sí, son años... ¿Qué fue lo primero que hiciste al llegar a casa después del concurso y cómo han sido estos primeros días?
R. Bueno, lo primero que hice al llegar a mi casa fue acostarme (risas) y luego me dijo mi madre “vámonos para la Peña Flamenca”, y cuando llegué allí había mucha gente de mi pueblo. Había gente del Ayuntamiento de Fuente Palmera, la directiva de la Peña Flamenca, mi familia y amigos, estaban esperándome. Me dieron un recibimiento sorpresa con el coro rociero de aquí y también me cantaron, estaban también mis guitarristas. Me dijeron unas palabras, me regalaron un ramo y comimos juntos, fue como una fiesta de celebración. Aún estoy asimilando todo lo que me ha pasado, pero súper feliz.
P. Supongo que en esa sorpresa tuviste que cantar algo también, ¿no?
R. Sí, sí. Me pidieron que cantara, vamos, yo me imaginaba que me lo iban a pedir. Así que nada, pues cómo no iba a cantar a mi gente.
P. Y el cuadro que tienes al entrar en tu casa, ¿te lo regalaron allí?
R. Ese cuadro me lo regalaron los del Ayuntamiento, el alcalde y los demás miembros al día siguiente, que coincidió con la feria de Fuente Palmera. Después del pregón, me subieron, me entregaron el cuadro y también me hicieron cantar.
P. Cañada del Rabadán es una pedanía pequeña de Fuente Palmera, ¿te alegra, ahora que te reconocen más, vivir en un pueblo pequeño para no sentir de golpe ese salto?
R. Bueno, creo que no tiene nada que ver en realidad porque, al fin y al cabo y si viviera en una ciudad, creo que no te conoce tanta gente al final como en un pueblo, porque aquí te conocen todos. Pero creo que en ninguno de los dos sitios he notado nada fuera de lo habitual de todos los días, alguna gente sí que me ha parado. Lo típico.
P. Ya te tienen como una más aquí y apostarían tanto por ti que no les sorprendió, ¿no?
R. Sí, puede ser.
P. ¿Y cómo fue la preparación para el concurso?
R. Bueno, pues el año pasado estuve viendo la final en directo en la tele y ahí me saltó el chispazo. Fue como que lo vi y me entraron las ganas. Siempre he tenido en mente el presentarme pero fue como que lo vi y pensé que era el momento. Pensé que tenía más tiempo porque no estaba estudiando y dije “bueno, voy a por ello”. Entones cuando salieron las bases del concurso dije “me voy a apuntar y luego ya veré, pero por lo menos me apunto”. Y a partir de ahí pues empecé a estudiar los cantes, a practicarlos, a cantarlos. Y trabajando mucho, cantándolos mucho.
No entiendo cómo canciones con letras que no dicen nada pueden estar de moda
P. ¿Y qué era lo que te había faltado otro año para haberte presentado antes? ¿El tiempo?
R. Claro, como siempre he estado estudiando y para un concurso de ese prestigio, como es por ejemplo también El Nacional, quería ir lo mejor preparada que pudiera. Entonces quería que fuera en un momento que tuviera el tiempo necesario para prepararme. Por eso este año me presenté al Nacional y luego ya me pude presentar a Las Minas.
P. ¿Y cuánto tiempo le has dedicado a esa preparación?
R. Pues desde que me apunté ya empecé a escuchar, a investigar y a trabajarlo. Luego ya cuando se fue acercando más la fecha, quizás un mes o dos meses antes, sí que me puse ya más a tope, como se dice.
P. ¿Y cuando fue la la inscripción?
R. Creo que fue a finales de mayo, si no recuerdo mal.
P. Fuiste la única que pasó a la final, entonces estaba la opción también de que quedara desierto ese premio, ¿esa opción se te pasó por la cabeza en algún momento?
R. Sí, sí. Desde el primer momento pensé “la pueden dejar desierta perfectamente, bien porque no me la merezca o porque este día no esté bien y cometa algún fallo”. Lo pensaba mucho y tenía mucha presión por eso, por ser la única finalista. Era como que toda la responsabilidad recaía en mí.
P. ¿Y cómo se trabaja con esa presión?
R. Bueno, pues estaba muy tensa pero una vez que me subí al escenario pensé: “no voy a dejar que los nervios me jueguen una mala pasada, voy a por todas y que sea lo que tenga que ser y ya está, pero ya que estoy aquí voy a hacerlo lo mejor que puedo”. Me mentalicé y aunque el primer cante es como un poco de adaptación, luego ya dije “venga, ya está”.
P. ¿Tienes alguna costumbre o manía antes de subirte al escenario? Como para que te dé suerte.
R. Pues mira, tengo una manía que no es por suerte ni nada, es porque me siento más tranquila si mi madre me da dos besos antes de subirme al escenario. O sea, mi madre ya cuando yo me voy a subir, se va para público, para verme, pero antes le digo “venga, mamá, dame un beso”.
P. Vaya, que tiene que estar tu madre en cada sitio al que vas.
R. Sí, sí, sí.
P. Curioso, siempre había escuchado lo típico de santiguarse o la estampita de algún santo. Supongo que es porque te acompaña desde pequeña.
R. A todos lados, siempre, no ha faltado nunca. A ninguno.
Los jóvenes solo escuchan lo que más se vende y no se paran a oír otros estilos
P. Bueno, te entregó Miguel Poveda la Lámpara Minera, que también hace ya unos treinta años que la ganó. ¿Te ves con la misma carrera, la misma trayectoria que él?
R. Bueno, él es un artista muy consagrado y muy grande y yo creo que a cualquier artista que ame este mundo del flamenco le gustaría llegar a donde está él, pero sí es verdad que es algo muy complicado, que él se lo ha trabajado y, aparte de trabajárselo, es porque lo vale. Entonces hay que valerlo y hay que trabajarlo, y yo lo veo algo difícil pero bueno, se puede intentar, ¿no?
P. Hombre, por supuesto. Además con el trabajo, en cuerpo y alma, como llevas haciendo hasta ahora, pues seguro. ¿Crees que tienes ahora más miradas puestas en ti?
R. Claro, al tener tanta visibilidad en el concurso de Las Minas, ahora ya me conoce mucha más gente que antes no lo hacía. Entonces, ahora mismo creo que están un poco pendientes de mis movimientos, ¿no? A ver qué hago, qué canto...Y sí, es verdad que ahora mismo siento, no tanto presión, sino más bien responsabilidad por hacer las cosas bien porque sé que me están observando.
P. ¿Qué crees que espera la gente que hagas ahora?
R. Creo que lo que he hecho hasta ahora. Siempre he cantado flamenco, o sea no me he metido en otra historia, pero ahora tengo que estar a la altura y al nivel del concurso, o sea ahora no me puedo relajar.
P. ¿Tienes algún otro concurso en mente?
R. No, de momento, creo que no me voy a presentar a ninguno. Es muy pronto, también.
P. Sí, hay tiempo. Y volviendo a las carreras que hablábamos antes, con Miguel Poveda, de pequeña también estuviste en concursos televisivos como Menuda Noche o Tierra de Talentos ¿Crees que estos programas pueden llegar a ser un trampolín para los artistas, o quizá solo para algunos?
R. Hombre, la verdad es que un programa de televisión, al fin y al cabo, te da visibilidad y eso nos favorece porque te va conociendo la gente. Pero sí que en mi caso, por ejemplo, al haber salido tan pequeña siempre mis padres me han inculcado que no confiara, y no me he relajado, porque se tiende a relajarse. El salir en la tele es como “bueno, ya está, ya me conocen”, pero es verdad que ahí agradezco que mis padres estuvieran muy encima tanto por la tele o como por algún premio que ganase cuando era pequeña. Siempre me han dicho que aunque haya ganado un premio, aunque haya salido en la tele y tuviese un momento en el que la gente me conociera, tenía que seguir trabajando porque era muy pequeña, y soy muy joven. Esto es una carrera de fondo en la que nunca se termina de aprender. Hoy en día, la verdad es que agradezco que hayan sido así conmigo.
P. Claro, porque cuántos casos hay de gente que gana premios y luego se quedan en el olvido.
R. Sí, exactamente, eso es.
P. Y en lo que respecta al nivel académico, ¿te ayudó también tu familia a que no te descentraras?
R. Bueno, el flamenco es algo que a mí me ha gustado siempre y lo he querido hacer. Lo he hecho porque he querido, porque mis padres eran los primeros que me decían “oye, el cantar es si tú quieres, aquí no te vamos a obligar”. Que hay algunos padres que ven que su hijo canta o tienen alguna virtud artística y ya cogen al niño y lo obligan a seguir con eso, mis padres no. Me decían que era como yo quisiera, “si quieres dedicarte a cantar, canta, que no, otra cosa”. O mi madre me decía “en el momento en el que te agobies y quieras cortar, cortamos”, pero claro lo que yo quería era cantar. Entonces mis padres me decían “vale, pero los estudios los tienes que llevar para adelante, tú verás cómo lo haces pero que en el momento en el que saques malas notas, te quitamos de cantar”.
P. Claro, estabas compaginando la clase de canto con lo académico, y ¿desde cuándo las clases de canto?
R. Pues empecé con unos nueve años o así hasta los dieciséis, y ya después he estado trabajando sola.
Ahora soy más consciente de la responsabilidad que es ponerte a cantar en un escenario
P. Volviendo a los concursos, ¿se toman menos en serio los programas televisivos que los concursos meramente flamencos?
R. Los concursos televisivos lo que pasa es que tienen otro formato. El concurso de flamenco es de eso mismo, y vas a cantar los palos y los cantes flamencos. En la tele pues hay de todo, hay otras manifestaciones artísticas. Yo por ejemplo, creo este último en el que he estado, Tierra de Talento, sí se lo toman en serio porque la gente que concursa va en serio, son gente que se dedican a eso. Tampoco el formato del concurso no es como el típico talent show. No sé, mi perspectiva o mi opinión es que, por ejemplo, en este caso de Tierra de Talento sí que lo veo serio, pero claro, nada tiene que ver con un concurso de flamenco. Son un mundo totalmente distinto.
P. Te ha llegado a sorprender, entonces, el que realmente la gente concurse tomándose un programa de televisión en serio, ¿creías que iba a ser más show?
R. Pues mira, hay una cosa curiosa, y es que al principio cuando me ofrecieron la posibilidad de presentarme, no quería por eso porque yo decía “uy todo esto de la tele...”, no me había parado a analizar el concurso qué pasaba, o cómo era. Entonces no quería porque pensé “aquí me van a hacer cantar cosas que yo no voy a querer y yo me dedico al flamenco”. Pero cuando ya hablé con ellos, me dijeron “qué va, qué va, tú canta lo que tú quieras”. Y cuando les propuse cantar una soleá por bulerías y llegué, me presenté y canté eso, pues dije “ah, pues esto no es el típico concurso”, como he dicho antes. El talento se tomaba más en serio, aparte luego en el jurado estaba José Mercé, que eso también te da esa fiabilidad, que haya ahí sentado un flamenco.
P. O sea que fue al contrario, ¿no? Te sorprendió para bien.
R. Sí, sí.
P. ¿Te has encontrado con gente que no te apoyara al principio porque a lo mejor no le gustara lo que hacías y que ahora hayan cambiado su visión?
R. En general, la gente que se ha relacionado conmigo es porque me ha apoyado, la gente que no me apoya ni siquiera se molesta. Pero claro, supongo que hay gente a la que no le gustaba mi forma de cantar y ahora sí, o al revés, porque al fin y al cabo no es lo mismo cómo yo cantaba con quince años que ahora con veinticinco. Han pasado diez años y me he esforzado y he trabajado mucho. Pero habrá gente a la que ahora tampoco le guste y habrá gente a la que sí.
P. Claro, se puede cambiar de opinión.
R. Claro que sí y para gustos, los colores.
P. ¿Cómo ha cambiado la Rocío de quince años a la de veinticinco?
R. Siempre digo que cuanto más sabe uno más se da cuenta que menos sabe. O sea, ahora soy más consciente de lo mucho que me queda por aprender porque cuando tenía quince años, cantaba mis cantes, tal y como los había escuchado y ya está. Ahora soy más consciente de la responsabilidad que tiene el flamenco, la música, el ponerte a cantar en un escenario y antes pues no lo era tanto. Antes era más el hobbie, ahora, por supuesto, también, pero ahora soy más consciente de que no hay que dejar de trabajar. Hace diez años era como “bueno, me gusta cantar y canto”.
P. Claro, hay que hacer bien las cosas y si tienes el potencial trabajarlo aún más. Y en esos concursos, ¿tuviste alguna experiencia que te haya hecho plantearte tomar otro camino diferente?
R. Pues la verdad es que en los que he estado, que han sido bastantes, no he tenido nunca una experiencia traumática, ni una experiencia mala. Pero sí es verdad que me presentaba a los concursos porque a mí me gustaba y no iba de forma competitiva, aunque a todo el mundo le guste ganar, porque a todo el mundo le gusta ganar. Yo no iba obsesionada con eso, entonces, si quedaba segunda estaba bien o si no pasaba a la final, pues no pasaba nada. También es verdad que como he tenido buenas experiencias porque he tenido esa suerte, pues claro, no tengo un mal recuerdo de los concursos.
P. Sí, es una suerte. Las familias a veces acompañan a sus hijos en estos procesos, pero otras no son muy partidarias de que se dediquen al arte, por lo que cuentas, la tuya lo ha hecho siempre, ¿no?
R. Sí, en mi caso he tenido la suerte de que ellos me han dejado elegir. Si quieres cantar, cantas, si no quieres cantar, no cantes. Se han preocupado también porque estudiara y me formara. Me han obligado a eso y menos mal, porque hoy en día tengo mis estudios y no he dejado el cante porque he compaginado las dos cosas. Mis padres me han ayudado a llevar las dos cosas para adelante.
En el Conservatorio conoces qué ha habido antes del flamenco y eso te abre mucho la mente
P. Hablando de familia, fue tu tía la que te vio esa vena flamenca, ¿tuvo ella algo que ver en tu pasión por el cante?
R. Sí. A ella es que le gusta mucho el cante y yo pasaba mucho tiempo con ella. Tenía flamenco siempre puesto, a Camarón, a Carmen Linares...Ella lo cantaba y a mi me gustaba repetir lo que ella hacía. Me decía que lo hacía muy bien, entonces me motivaba. Me gustaba esa sensación, de cantar, de aprender lo que estaba escuchando. A partir de ahí ya pusieron la atención en mí, y hasta hoy.
P. Tienes la vena flamenca pero también estuviste estudiando en el Conservatorio, ¿hubiera sido diferente tu carrera artística si no hubieras tenido este aprendizaje?
R. El Conservatorio lo empecé cuando tenía creo que veinte o veintiuno, o sea que ya llevaba cantando en los escenarios desde los ocho años, pero sí es verdad que mi paso por el Conservatorio me ha hecho abrir más la mentalidad en cuanto a la música. Porque conoces otras músicas y las conoces de otra manera, no solo escuchando e interpretando. En el Conservatorio se estudia también teóricamente, estudias la historia de la música, conoces qué ha habido antes del flamenco… entonces todo eso te abre mucho la mente.
P. ¿Has escuchado música que si no hubiese sido por el Conservatorio no hubieras escuchado nunca?
R. Claro que sí. Además, una de las principales que se estudia en el Conservatorio es la música clásica, y el conocer otra música que no es flamenco, la que se escucha en la radio, o la que escucha todo el mundo, te da la curiosidad por pensar qué hay aparte del flamenco. Te da pie a tener esa curiosidad. A lo mejor si no hubiese estado en el Conservatorio no hubiese escuchado nunca a Beethoven.
P. O sea que ya Rocío Luna escucha de todo, ¿no?
R. Ahora sí (risas).
P. ¿Hay algo que aún así te cueste más escuchar?
R. Bueno, no porque a mí es que la música me encanta, pero a lo mejor sí que hay cosas que las escucho menos o directamente no me da por escucharlas.
P. ¿Cómo cuáles?
R. Pues no sé, a lo mejor un rap no me da por escucharlo o la música tecno tampoco me sale escucharla. Luego me la puedes poner y bueno, pero no son mis prioridades.
Ganar un premio no va de la mano con grabar un disco
P. Los estudios en el Conservatorio, entonces, son importantes pero, ¿hace falta nacer flamenco o se puede llegar a hacer?
R. Bueno, pienso que aunque se nazca con ello, si no lo trabajas, no llegas a serlo. Pero si no naces y lo trabajas puedes mejorar muchísimo, pero la parte genética tiene que estar presente, si no es más complicado.
P. Para llegar hasta dónde estás llegando con tan solo veinticinco años te has dedicado en cuerpo y alma al flamenco y a los estudios, te habrás perdido, supongo, cosas de una chica de veinticinco años.
R. Bueno, no considero que me lo haya perdido porque, como he dicho antes, para mí el cante ha sido una cosa que yo he elegido porque he querido, nadie me la ha obligado. Entonces, el ir a cantar un día y no ir a una fiesta para mí no era perderme una fiesta porque había elegido ir a cantar. Mi madre me preguntaba si estaba segura de ir a cantar, o me decía “tal día tienes que cantar en este sitio, ¿estás segura de que quieres ir?” y yo le decía que sí. Entonces como para mí el cante ha sido una elección, no considero que lo típico de una adolescente me lo haya perdido.
P. ¿Llegaste a tener problemas con los amigos en la adolescencia por preferir el flamenco y tener que rechazar algunos planes?
R. (Piensa) Problemas no, o sea al fin y al cabo lo terminan entendiendo y ya está. Al final me decían “queda cuando puedas y ya está”, además, yo también soy una persona muy libre. O sea, me da igual, si no quieres quedar pues ya está, no pasa nada, yo sigo con mi música y mis cosas.
P. Hablando de la juventud, en otra entrevista a Cordópolis, también hablabas de las fatigas de los jóvenes. ¿Cuáles son esas fatigas que hay ahora entre la juventud?
R. Hoy son diferentes a las que había a lo mejor hace ochenta años. Hace ochenta años había hambre, había más pena... hoy en día son otras, pero claro que las hay también. Cada uno tiene sus problemas, sus circunstancias y los jóvenes también los tienen, cada uno tiene lo suyo de una forma u otra. Y también hay problemas generalizados para la juventud.
P. ¿Cómo cuáles?
R. Pues el tema de trabajo y demás, el independizarse que lo tenemos muy complicado. Hay más, por supuesto, pero se me ocurren ahora mismo esos.
P. ¿Cómo se le canta con el mismo sentimiento a una de estas fatigas si no se ha pasado por ellas?
R. Hombre, por ejemplo, una seguidilla que hable de que se ha muerto una madre, al que se le haya muerto de verdad, realmente lo va a sentir más que otro al que no le haya pasado. Pero sí es verdad que el flamenco, si te gusta, como es mi caso, que me encanta y lo siento, llega un momento en el que estás cantando y te metes en esa pena, aunque no sea el que se me haya muerto mi madre. Si no has pasado por lo que estás cantando, al fin y al cabo, tienes circunstancias y momentos en los que lo has pasado mal, como todo el mundo, y te acuerdas de eso. O incluso te pones en la situación cantándolo y al final te duele y lo sientes. A lo mejor de otra forma, pero también te duele.
Hoy en día la mujer no tiene tanta dificultad en el mundo del flamenco
P. Los actores a veces se meten en el papel y al terminar de actuar pueden seguir con ese sentimiento dentro, ¿te has llevado tú ese dolor o esa pena fuera del escenario?
R. No, por mi experiencia una vez que me bajo del escenario es como que ya lo he soltado todo. O sea, yo me subo, lo doy todo, se me vienen sentimientos de alegría, de pena, depende del día, o depende de lo que cante, y ya una vez que me bajo ya lo he soltado, y menos mal que eso no sigue ahí. Cuando me bajo del escenario tengo más un sentimiento de satisfacción, de tranquilidad y de paz.
P. Eso al bajarte del escenario, y al subirte, ¿sigues dejando atrás la misma timidez que cuando eras pequeña?
R. Es que de pequeña era muy tímida y todavía me quedan algunas cosillas por ahí de timidez, pero es verdad que me gustaba más la sensación que tenía al cantar. Poniéndolo en una báscula pesaba más la buena sensación que me daba cantar que la vergüenza. También el llevar tanto tiempo cantando, relacionándome con gente, la televisión, entrevistas...esa timidez se va perdiendo aunque me queden algunas cosillas. Pero al final se te quita y cantando, hoy en día, ya no me da vergüenza subirme al escenario.
P. Ya te queda fuera de lo artístico solo ¿no?
R. Así es.
P. Bueno, quería preguntarte también por la mujer en el mundo del flamenco, que siempre ha estado presente, pero actualmente también tiene mucha presencia. Tenemos, por ejemplo, a Rocío Márquez o Rocío Molina en la danza, ¿crees que puede venir ahora una época flamenca marcada por la mujer?
R. Bueno, la mujer flamenca ha existido siempre, solo que antiguamente no tenían la visibilidad que se le daba al hombre. Había muchas pero no se conocían tantas. Hoy en día creo que no es así, hoy la mujer tiene un papel super importante en el flamenco y hay buenísimas artistas. No pienso que haya ninguna desigualdad en cuanto a visibilidad, quizás en la guitarra queda un poco más por hacer en ese aspecto. Pero bueno, creo que no vamos por mal camino.
P. Porque también hay buenas mujeres guitarristas, pero no es tan común verlas sobre los escenarios.
R. Sí, cada vez hay más mujeres que se dedican a la guitarra, aunque también ha habido antiguamente pero no se le daba, como he dicho, esa visibilidad. Pero cada vez hay más y estamos más visibles.
P. Entonces el camino en el flamenco, ¿lo tenéis más difícil?
R. A ver, hablando desde mi propia experiencia, no sé las demás cómo lo han tenido, pero yo no lo he tenido difícil, ni me he encontrado ninguna dificultad por el hecho de ser mujer.
P. Y la relación de los jóvenes con el flamenco, ¿cómo la ves? ¿Crees que le comen terreno otras músicas?
R. La mayoría de los jóvenes prefiere escuchar otro tipo de música que no es el flamenco, pero también es verdad que me he encontrado a jóvenes que les gusta. De hecho, en los últimos festivales que he estado este verano me ha dado mucha alegría encontrarme a grupos de jóvenes que van a verlos porque no es lo que te sueles encontrar, suele ir gente de otros rangos de edad.
P. ¿Y tu grupo de amigos?
R. Bueno, mis amigos de toda la vida de aquí del pueblo la verdad que no son flamencos. Pero luego, por mi profesión o del Conservatorio sí que tengo a los que les gusta, pero claro, ha sido a raíz de que nos hemos juntado porque nos gusta lo mismo. Tengo esos dos grupos, los que no y los que conozco gracias a la música.
P. Los que sí es porque lo estudian, porque les viene también de la familia y su entorno, como es tu caso, intuyo.
R. Me he encontrado de todo, me he encontrado compañeros que, al igual que yo, en su casa lo han escuchado siempre y compañeros que a lo mejor tocaban el violín o la viola, han descubierto el flamenco y se han enamorado.
P. Ahí está lo que comentabas antes de tener la mente más abierta, musicalmente hablando.
R. Claro, el relacionarte con otros músicos, cada uno de su estilo o con su instrumento y compartir con ellos te hace también abrir la mentalidad con toda la música, por supuesto.
Me presentaba a los concursos porque me gustaba, no de forma competitiva
P. Que es lo que quizás le falta a los jóvenes de hoy en día, que se encierran en un determinado estilo.
R. Claro, los jóvenes ahora solo escuchan lo que más se vende, lo que más hay. Están tan centrados en eso que no se paran a escuchar otras músicas, que si se parasen y las descubrieran, pues seguramente les gustasen también.
P. ¿Cómo se podría conseguir que esos jóvenes se abriesen un poco más a estilos diferentes?
R. Pues me gustaría saberlo y tener la clave (risas). Porque es verdad que es algo que me gustaría, que los jóvenes se parasen a escuchar otras músicas, que son muy bonitas y muy buenas, y que simplemente les gustase.
P. Acostumbrada a escuchar flamenco, con esas letras tan sentidas y tan profundas, cuando escuchas una canción de las comerciales actuales, ¿qué te parecen?
R. Hay letras bonitas, que me transmiten, sobre todo del pop, como de Manuel Carrasco o Pablo Alborán, son letras bonitas. Pero luego hay letras de otros estilos, de otros cantantes, con las que me quedo un poco a cuadros y no entiendo cómo puede ser que esas letras que no dicen absolutamente nada, que incluso, a veces, tratan temas un poco turbios, estén tan de moda. Pero bueno, así es como están las cosas.
P. Cosas de la juventud actual.
R. Sí, problemas de los jóvenes (risas).
P. Bueno, ahora ya que estás más asentada después de ganar Las Minas, puede que visualices tu futuro en el flamenco un poco más claro, pero hablabas también anteriormente de la necesidad de una mayor formalidad en el mundo del arte. ¿Crees que no se valora y no se considera el cante y el flamenco como un trabajo normal?
R. Sí, pienso que el principal “problema” (lo entrecomilla la propia Rocío) en la música, y en este caso, en el flamenco es que no se considera un trabajo, cuando sí es un trabajo. Nuestro trabajo no es solo los treinta o cuarenta minutos que estamos en el escenario, sino que tenemos unos ensayos, una preparación y un trabajo detrás. Además de horas de viaje y otras cosas que en muchos sitios no lo tienen en cuenta, cuando realmente forma parte de lo que luego ves en el escenario, del resultado que hay.
P. Claro, eso es lo que hay detrás de los precios de los que se queja luego la sociedad, del coste que puede tener una actuación.
R. Claro, pero es por eso, porque piensan que nuestro trabajo es solo el ratito que estamos montados en el escenario y lo ven muy fácil, pero hay mucho detrás. Nos ven disfrutar y dicen “ay qué bien, si esto es solo cantar, o tocar, no es para tanto”. Pero no, tiene mucho esfuerzo hacer lo que estás haciendo. En muchos sitios a mí me han llamado y me han dicho “bueno Rocío, si es que vas a hacer tres cantes”, pero es que aunque sean dos o tres cantes y esté veinte minutos cantando, para conseguir eso ha habido mucho tiempo y esfuerzo detrás.
P. Claro, toda la formación, los estudios, el transporte y todos los años. Y cuando te encuentras con una situación así, ¿qué haces?
R. Creo que tanto yo como todo el que se dedique a esto, se tiene que poner en su sitio y plantarse y decir “mira no, yo no voy a pasar por ahí”. Porque lo mío tiene un trabajo detrás y no voy a pasar por ahí.
Me siento más tranquila si mi madre me da dos besos antes de subirme al escenario
P. Eso sería lo ideal, ¿has rechazado trabajo porque no te valoraban?
R. Claro que sí, muchos.
P. Y con los artistas con los que tienes relación ¿sabes si hacen lo mismo? ¿O a veces agachan la cabeza y tiran para adelante?
R. A ver, esto es un poco complicado porque hay personas que se dedican a esto y les hace falta el trabajo, entonces esas criaturas que tienen una familia que mantener, entiendo que lo acepten porque es mejor que quedarse sin nada y prefieren hacerlo. Eso lo entiendo, hay que comprender todas las circunstancias. Entonces me he encontrado un poco de todo.
P. Bueno, ahora ya te quería preguntar si te había pasado por la mente algún proyecto nuevo, grabar algún disco.
R. Sí que es verdad que lo pienso porque es verdad que me gustaría grabar un disco. Lo que pasa es que no lo pienso como algo inmediato, o a corto plazo, es algo que me lo tomo con tranquilidad porque es algo importante que se va a quedar ahí reflejado para toda la vida. Por eso quiero hacerlo tranquilamente y hacer algo de lo que me sienta segura y satisfecha. Pienso que no por ganar un premio tienes que grabar un disco sí o sí. Eso depende del criterio de cada uno, habrá gente que lo haya ganado y le apetece grabarlo porque le nace y está muy bien, pero ganar un concurso no va de la mano con sacar un disco. Pero sí me gustaría hacerlo, aunque no sé cuándo.
P. ¿Crees que puede haber gente que se “olvide” de Rocío Luna si no haces algo pronto?
R. Bueno, no sé, creo que no tiene por qué. No tiene por qué estar ligado una cosa con la otra. De momento, ahora se presenta un año bueno porque acabo de ganar el premio y ahora mismo el primer año va a ser bueno, luego ya se irá viendo.
P. Porque ahora te estarán saliendo más conciertos, ¿no?
R. Claro, como he dicho antes, que al conocerte y al tener tanta visibilidad pues ahora pues te llaman más.
P. ¿Cuál sería para ti el disco perfecto o un buen disco?
R. Pues mira, a día de hoy lo primero que me gustaría es hacer un disco flamenco sin más, y luego ya más adelante se verá. Pero, de momento, quiero dejar grabado lo que he hecho toda mi vida.
P. O sea que, podrías cantar algo que no fuese flamenco
R. Pues no me lo he planteado nunca, pero tampoco lo descarto. Pero vamos, que de momento no lo pienso porque es que lo que me gusta es el flamenco y nunca me he planteado cantar otro género.
P. Para cerrar la entrevista, me gustaría saber el por qué de Rocío Luna y no Rocío Crespillo
R. (Risas) Eso viene porque cuando empecé con los concursos y demás, en los carteles y en las presentaciones me anunciaban con mi nombre completo y mis padres pensaron que era muy largo, todo el mundo tiene un nombre artístico más corto. Además, a veces el 'Crespillo' lo escribían mal porque no es un apellido muy común y mucha gente no lo ha escuchado nunca. Entonces, mis padres pensaron ponerme un nombre artístico y eligieron Rocío Luna porque este apellido es más corto, es más pegadizo y más fácil de recordar.
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