Cristina Bendala: “A mí no me sale ser convencional”
Cristina Bendala (Madrid, 1946) parece una matrioska. Dentro de su colorida y amable apariencia de cuidadora de patio y cocinera de productos ecológicos en su empresa familiar, dos de sus ocupaciones actuales, existen otras muchas Cristinas: la arquitecta, la activista, la pionera concejala del Ayuntamiento de Córdoba, la amante de la cultura o la gran conversadora que es.
Nacida en Madrid, criada en Sevilla y habitante cordobesa desde 1971, de su cabeza salió la rehabilitación del edificio que hoy alberga la Escuela de Arte Dramático o la del Hotel Casa de los Azulejos. También muchas viviendas de nueva planta en el Paseo de la Victoria o Santa Rosa, así como casas individuales en el casco histórico. Concejala en la primera corporación democrática de Córdoba (1979-1983) por el PSA y como independiente en la lista del PCE en la segunda corporación (1983-1987), dejó la política para volver treinta y tantos años después a Equo, cuya lista por Córdoba ha cerrado en las últimas elecciones andaluzas.
Comprometida con el medio ambiente, su lugar en el mundo está en un pequeño trozo de naturaleza en el corazón de la Ajerquía: su patio-jardín-casa en la Plaza de las Tazas, en el barrio de La Magdalena. Un patio abierto a todos en el más amplio sentido de la palabra. Allí ha rescatado la memoria de los habitantes de la antigua casa-patio que la precedieron, además de crear, junto a su vivienda, una versión contemporánea de aquellas comunidades en la que hoy viven estudiantes de la UCO de varios países, una escritora inglesa, una funcionaria de la Junta, dos franceses estudiantes de cocina y un uruguayo que estudia olivos en Córdoba. Eso aparte de algún turista que entra y sale de este vergel en el que el mundo parece haberse parado.
Presidido por un enorme árbol jacaranda, Cristina comienza mostrando a periodista y fotógrafo las esterlicias que ha plantado. Una especie parecida a las plataneras que ya estaban en los patios de la Córdoba de los años 20, como bien reflejan los cuadros de Romero de Torres. De esta forma comienza una charla conducida por el exótico acento de esta mujer singular y por una voz que se emociona con multitud de cosas de la vida.
"Esta no era solamente una casa, era un lugar. Un pedazo de cielo. Era algo más que una casa"
P. ¿Cuánto ha visto y cuánto ha escuchado este patio?
R. Muchísimo, muchísimo, y creo que además es que este lugar invita a hablar. En lo que este patio tiene de historia común conmigo, hemos hablado de todo. Con muchísima gente de muchísimos sitios. Hemos visto venir a gente muy interesante con la que nos hemos entendido muy bien y con otra que ha dicho cosas que no nos han gustado tanto. Los árboles y yo también hablamos.
P. ¿Qué te dicen estos árboles?
R. Algunas veces el tema del patio y de la vegetación y de los árboles lo enfoco como un tema de resistencia porque todos los árboles están muy amenazados. Mi mensaje es: mientras esté yo aquí, vosotros también, no os va a tocar nadie.
"El patio, la vegetación y los árboles los enfoco como un tema de resistencia"
P. ¿Sigue habiendo tertulias en este patio?
R. Claro sí, en verano muchísimo, todas las tardes. Tú sabes que aquí en verano siempre viene alguna gente que son amigos y que se instalan en la casa. Entonces, todas las tardes cuando se pone el sol sacamos unas lámparas, montamos el chiringuito del verano para crear ambiente y se charla muchísimo. En el patio y en la casa. Yo también tengo turismo y me encanta charlar con la gente que viene, les pregunto sobre cómo ve la ciudad y nuestras cosas, esas tan exóticas que tenemos (risas) y la gente se anima mucho a hablar. Yo tengo siempre muy buena sensación. Es raro que venga alguien agresivo y que cree mal ambiente y conflicto, y eso que vive gente diversa en temporadas largas. Con todo el mundo se puede hablar aunque no estés de acuerdo. Aquí se dialoga.
P. A lo mejor es la influencia del patio.
R. (Risas) Sí. Los martes por la mañana tenemos una tertulia de amigas, concretamente de vecinas. Son bastante nuevas en mi vida, las conozco de otros ámbitos y lo pasamos estupendamente. Hablamos mucho de libros porque son todas muy lectoras. Y de política inevitablemente también. Son mujeres con las que coincido bastante y es una tertulia en la intimidad, sobre las cosas que pasan en la cercanía.
P. Creo que tu patio es una versión andaluza de los salones románticos protagonizados por tantas mujeres en Europa.
R. Pero aquellos salones eran mucho más glamurosos (risas). Ellas eran más guapas y más fashion. Una versión andaluza de esos salones era el de Juana de Aizpuru [la mítica galerista sevillana].
"Me gustan los toros, los defiendo, pero comprendo la opinión contraria"
P. ¿También te consideras una mujer poco convencional?
R. Sí, sí, sí, estoy de acuerdo. A mí no me sale ser convencional. Soy muy pacífica, pero yo por dentro lo pongo casi todo en crisis. Por ejemplo, el tema de los toros, sé que a mí me gustan, los defiendo, pero comprendo la opinión contraria. Me niego a ser correcta en todas las cosas. Me parece que es una pena porque muchas veces la corrección nos lleva a engañarnos. Yo no me siento unida a cada una de las ideas de la izquierda correcta. Las veo complicadas. El tema de la inmigración, por poner un tema actual. Dono a ONGs, pero no me parece que sea fácil de solucionar. No creo en que la solución esté en abrir las puertas y que entre todo el mundo, eso traería muchos problemas. Mis amigas me han pedido a veces que alquile apartamentos a estas personas y yo les digo ¿y por qué no lo haces tú? No sé cómo decirte, hay mucho no pensar en esto. Y ojo, que no se puede soportar ver a gente pasarlo tan mala pero, ¿esta es la solución? No está nada de claro. El feminismo, también.
P. ¿No te consideras feminista?
R. A mí es que me ha tocado la lotería. El 0,1% de mujeres que abusan de lo que estamos conquistando y avanzando, he conocido a mujeres que mienten y abusan, por eso tengo mis dificultades para verlo todo correcto. Es complicado militar, que no he militado nunca, y aplaudirlo todo. Dicho esto, por supuesto que estoy de acuerdo en que las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres y acabar con tanto abuso masculino. No me parece que el mundo vaya a ser maravilloso si los privilegios que vamos ganando signifiquen también abuso y desigualdad. Así que no puedo aplaudir el feminismo sin poner objeciones.
"La corrección nos lleva a engañarnos"
P. ¿Ser una mujer poco convencional te ha supuesto problemas para adaptarte al ecosistema cordobés?
R. Le ha debido causar problemas de adaptabilidad a los demás (risas). Yo puedo no ser convencional, pero nada agresiva y respeto bastante a los demás, no me meto con nadie.
P. Eres cordobesa por elección desde 1971. ¿Esta ciudad se ha portado bien contigo?
R. Estupendamente. He tenido muchísima suerte. No ser convencional cuando vienes a una ciudad que no es la tuya es más fácil. Las mujeres tenían la presión de los comportamientos establecidos y yo no tenía a nadie que le importase nada lo que yo hiciese bien o mal. Eso no tienen ningún mérito. Yo veía a mis amigas que en cuanto sacaban los pies del plato tenían conflictos familiares. Yo nunca he tenido esa presión. Tengo una hermana gemela, idéntica a mí, y otra hermana más y siempre nos hemos sentido muy fuertes, coincidimos en muchas cosas y hemos hecho frente común.
"No puedo aplaudir el feminismo sin poner objeciones"
P. En 1972 escribe Castilla del Pino su famoso artículo Apresúrese a ver Córdoba en la revista Triunfo. Llegaste a una Córdoba decadente.
R. Yo venía de Sevilla sin haber vivido nunca la Sevilla tradicional porque vivíamos en Los Remedios. Hasta que no fui bastante mayor no conocí la Sevilla clásica, la del casco histórico. Además, en aquellos años en las escuelas de arquitectura todo era la modernidad, no se hablaba de rehabilitación ni de nada de eso. Todo lo que nos importaba era lo contemporáneo. Cuando llegué a Córdoba todo el casco histórico estaba en un agujero. Veo fotos de esa época y parecen de un lugar miserable. Muy hermoso pero hecho polvo. Todo eso me pareció fantástico conocerlo. Las casa de vecinos estaba en pleno esplendor pero es justo cuando empiezan a decaer y solo quedan en ellas la gente que no podía marcharse. Era la miseria más absoluta. Un submundo. Yo he entrado en casas en esa época y he visto a gente quitándose los piojos.
P. ¿Te impresionaron muchas casas?
R. Sí, muchas han desaparecido. Sin ir más lejos la casa de vecinos de Regina, que era enorme. Aquí al lado estaba la casa de las Vacas, que era una casa paso que unía la plaza de las Tazas con la calle Santa Inés y que hoy se ha convertido en una callejita nueva. En esa casa de paso, que era enorme, vivían más de 60 familias. En la Plaza de las Tazas vivían entonces 400 personas y ahora seremos menos de 50.
P. ¿Qué te empujó a la política municipal?
R. Yo siempre había estado en política. Estaba entre los que corrían delante de los grises y repartíamos la propaganda de la Junta Democrática. En Ciudad Jardín siempre me pillaban estas cosas. Últimamente he pensado mucho sobre esto. Recuerdas esa frase que decimos en broma de que contra Franco vivíamos mejor. Entonces, piensas que nosotros entonces teníamos una tarea, un objetivo que nos hacía estar todos unidos. Contra Franco lo teníamos muy claro todo y era muy fácil. También éramos muy jóvenes y queríamos hacer algo interesante y épico con nuestras vidas. Era una situación perfecta aunque lo pasáramos mal. Yo nunca recibí ninguna hostia ni me llevaron a la cárcel. A mis hermanas sí.
"Mis amigas en cuanto sacaban los pies del plato tenían conflictos familiares. Yo nunca he tenido esa presión"
Entonces que ahora la gente joven vote a VOX, aquí en mi casa tengo a uno que no los ha votado porque no es andaluz pero que los votará, y veo que son gente que se aburren mucho. No tienen ningún proyecto en la vida que les haga sentir un poco héroe y luchador. Es muy difícil encontrar un motivo fuerte que haga que esa energía que quieres poner al servicio de una causa te motive, y para mí es el tema ecológico el que tiene más sentido. Recuerdo al concejal Alberto de los Ríos que dijo que se iban a plantar 20.000 árboles. El decir que se iba a hacer algo que se viera puede ser algo que otros muchos vean como reto, por poner un ejemplo. Cosas difíciles que ves como un logro. Sería bonito decir este bosque lo hemos puesto nosotros.
P. Hablando de árboles. ¿Por qué crees que a los técnicos y urbanistas cordobeses les gustan tan poco?
R. Hombre, ponen toldos en vez de árboles, imagina.
P. Volviendo a tu vecino joven simpatizante de VOX. ¿Crees que hay manera de convencerlo para que vote otra opción?
R. Por supuesto, ayer estuve leyendo y lo pensé. El otro día comiendo, cuando hablaba de lo que pensaba, me dije: no tengo más remedio que hablar con él. El caso es que cuando alguien se fanatiza con algo es difícil que te dejen explicarles algo, pero resistiendo puedes encontrar una rendija. Y hay que hacer ese esfuerzo. Ayer leía que en un lugar de Grecia, no recuerdo dónde, han logrado echar a Amanecer Dorado, el partido de ultraderecha. Habría que hacer algo didáctico, muy cercano y muy insistente, pero no hay nadie que en el fondo les cuente lo que ellos están defendiendo. La mayoría no ha estudiado historia y no saben lo que supusieron los fascismos en el siglo XX. Y es muy cómodo no enterarse de nada, manejar conceptos simples y no poner en crisis nada. Ahora pienso que esta gente estaba ahí, así que casi mejor que aparezcan y se concreten. Lo peor es que el PP está con ellos. Al final vamos a echar de menos a Rajoy y a la gente moderada (risas). Con las cofradías los ves venir. Son nidos de reaccionarismo.
"Cuando llegué a Córdoba [1971] todo el casco histórico estaba en un agujero"
P. ¿Qué ha hecho mal la izquierda para que estemos viviendo este resurgir de la ultraderecha?
R. Primero y principal no ha habido un proyecto ilusionante, algo interesante, aunque fuera difícil, que hacer entre todos, algo que nos elevara, algo en lo que poner nuestro grano de arena, que nos hiciera sentirnos orgullosos y unidos. Un objetivo global por encima de las leyes, los reglamentos… y al que obedeciera todo esto. Sobre todas las cosas ha faltado pedagogía. Esto me hace recordar a Julio Anguita, que lo tenía muy claro. La enseñanza era clave y se ha degradado gravemente. Los contenidos se han reducido al mínimo, la Historia, que tánto nos enseña, no se estudia, no se explica. Se ha aburrido a los docentes llenando de burocracia su trabajo. El amor por la ciencia no se transmite, y no digamos por el pensamiento científico. Se ha potenciado la enseñanza concertada puesta en general en unas manos religiosas siempre desleales y enemigas y beligerantes siempre, y esto hay que decirlo, es culpa de la izquierda.
Tantos años de partido socialista y no se ha luchado por avanzar a la laicidad y, con la iglesia católica que tenemos, paso que no se dé para su contención, terreno que ganan. En este terreno también se ha apoyado el movimiento cofrade que desde hace ya años ha sido asaltado por la jerarquía católica y ha caído absolutamente en sus garras. La iglesia en España es enemiga del progreso y desde luego de la libertad, como siempre lo ha sido. Leemos hoy al obispo de Córdoba y es casi imposible de creer. Les está dando resultado rezar (y con el mazo dar).
La política ha decepcionado, ramplona y corta de miras por no hablar de la dolorosa e inadmisible corrupción. Siempre contando votos no abriendo horizontes, muy miserable. Los verdaderos temas importantes del momento: migraciones, cambio climático, energías, población… se han convertido en opciones ideológicas y de partido en lugar de debatir con unas miradas más lejanas. Consecuencia: no se vota. Pero tampoco parece lógico echarle la culpa de todo a la política de casa. Estamos en toda Europa con esto. Todos nos hemos relajado. Todos lo hemos hecho mal. ¡Y no digamos Dios!
Cuando vi los resultados lo primero que pensé fue en Doñana, en el medio rural, en la naturaleza, en los animales, como los grandes perdedores pero en tantos años ¿qué ha hecho la izquierda de Andalucía por todo esto? Tampoco sería Justo decir que nada, pero mucho por hacer en esa dirección y 36 años son muchos años, suficientes para alejar muchas amenazas.
"En la Plaza de las Tazas vivían entonces 400 personas y ahora seremos menos de 50"
P. Estábamos en tu época como concejala varias preguntas atrás, retomemos ese hilo.
R. Sí, sí. En la famosa manifestación del 4 de diciembre de 1977 yo militaba en el PSA y en la coordinadora que organizó esa manifestación aquí. Allí conocí a Julio Anguita y a José Luis Villegas. Para mí fue importante porque yo solo conocía a la gente de mi partido. Cuando se plantearon las elecciones municipales me apeteció muchísimo meterme ahí.
P. ¿Cuántas mujeres érais?
R. Ángeles Aparici, Manoli Corredera, Pura Ruz… seríamos unas cinco concejalas.
P. ¿Os tomaron en serio?
R. A Manoli Corredera no había más remedio que tomársela en serio (risas) porque era una paliza. Nadie osaría a no hacerlo, era estupenda. Creo que sí, no me sentí discriminada. Era una corporación muy buena.
"Estaba entre los que corrían delante de los grises (...) Yo nunca recibí ninguna hostia ni me llevaron a la cárcel"
P. Y muy novata.
R. No teníamos ni idea. Recuerdo la primera vez que cogí el libro de la intervención al entrar en el gobierno municipal para ver cómo iba el asunto de los dineros. Era la primera vez que lo veía y me pregunté muchísimas cosas y en un día lo averigüé todo y pensé que no era tan difícil enterarse. Pienso que ahora es todo muchos más difícil. Tengo la impresión que los concejales de ahora se dan por vencidos desde el primer día, se consideran importantes para luchar contra el aparato administrativo. A Pedro García nunca le pregunto algo que me haya contestado sí o no. Todo se ha complicado mucho.
P. ¿Qué tal Anguita como alcalde visto desde dentro?
R. Magnífico. Estupendo, fue estupendo. Él era tan nuevo para todo como los demás, pero, insisto, no tienen nada que ver con las corporaciones actuales. Paco Martín era el rayo a la hora de ver los temas en profundidad y ni te digo Rafael Sarazá.
"La mayoría no ha estudiado historia y no saben lo que supusieron los fascismos en el siglo XX"
P. ¿Ayudaba que hubiera menos asesores?
R. No había ninguno, jamás tuve un asesor, nos asesorábamos los unos a los otros. Es difícil compararlo con ahora. Los partidos tampoco luchaban a muerte los unos con los otros, había más cooperación. Ni siquiera la UCD era un adversario.
P. El también arquitecto Jodral Gutiérrez era concejal entonces por UCD.
R. Sí, era divertido Jodral. En arquitectura no coincidíamos mucho Jodral y yo. Su visión arquitectónica era muy singular, muy de autor y yo no le interesaba tampoco. Recuerdo una batalla gorda en urbanismo porque había algunos planes aprobados de ensanchamiento de calles para eje de tráfico, algo dantesco en el caso de la calle Gondomar. Un día Sarazá citó a los promotores de Córdoba, que como a todo el mundo les decía, vamos a ver familia (risas), y les hablaba de lo divino y de lo humano y no entraba en el tema de la calle Gondomar. Y cuando ya parecía que iba a dar por terminada la reunión sin nombrar el proyecto tan estupendo que le habíamos pasado le dije, un momentito, tenemos el tema de la calle Gondomar. Y lo tuvo que sacar y conseguimos pararlo hasta que se hiciese el Plan General.
"Es muy cómodo no enterarse de nada, manejar conceptos simples y no poner en crisis nada"
P. ¿Cuáles eran tus responsabilidades en aquel Ayuntamiento?
R. Desde luego no urbanísticas, solo estaba en una comisión. En lo últimos dos años de la primera corporación, que fue cuando entramos en el gobierno, era responsable de obras en la vía pública, que hicimos muchos empedrados nuevos de muchas calles, jardines, que hicimos muchas cosas en cuanto vi lo fácil que era cuando entendí el presupuesto, también del camping, la venta ambulante, los mataderos… un cajón de sastre enorme.
P. En la segunda corporación fuiste concejal independiente por el PCE.
R. Porque hubo una crisis en el PSA y yo me salí. Como había trabajado muy bien con Julio Anguita, me ofreció ir la tercera de su lista y yo acepté. De todos modos, como ganó por mucho el PCE ahí me sentí que no era nadie. El partido me arrinconó totalmente porque no era del partido. Recuerdo que hice un parque por la parte de Levante, los jardines de la Luna, y que no me invitaron a la inauguración, algo tremendo. Vi que ya no tenía nada que hacer y se me quitaron las ganas hasta treinta y tantos años después que fui en la lista de Equo a las autonómicas. He sido la última en la lista de Equo en las elecciones andaluzas.
[Pepe, el marido de Cristina entra en la sala y bromea : “No ha salido”]
Hemos sacado 15.000 votos en toda Andalucía. Fatal.
"Con las cofradías los ves venir [a los votantes de VOX]. Son nidos de reaccionarismo"
P. Háblame de tus aventuras con Juan Serrano por el casco histórico cuando emprendísteis juntos la épica tarea de hacer un inventario de la arquitectura del casco.
R. Es una de nuestras grandes hazañas, trabajamos muchísimo. Fue antes de ser concejal, en el 76 ó 77. Juan aún no era arquitecto municipal, tenía su estudio y hacía sus cosas, además de artista. Nos conocimos y él quería dar con alguien que le echase una mano en esa tarea y yo estuve encantada. Ahí descubrí Córdoba de verdad y encontré esta casa en la que ya solo vivían dos personas muy mayores. Todo fue un descubrimiento, saber lo que era la arquitectura tradicional de verdad. La arquitectura cordobesa era muy orgánica, muy distinta a la de Sevilla. Me interesó muchísimo poder recuperar todo aquello que se estaba muriendo. Me ayudó ponerme en contacto con grupos que estaban estudiando los planes especiales y cosas concretas de lo que se podía hacer. Era imprescindible hacer algo y salvar de la desaparición lo que pudiésemos de toda aquella decadencia. Aquella manera de vida estaba falta de las mínimas condiciones y la gente se estaba yendo porque prefería vivir en un piso que vivir en medio de la ruina.
El inventario a día de hoy es muy desconocido. Todo lo que hicimos está archivado en la Unesco y me gustaría ir a verlo. Tendríamos que ver aquello y hacer alguna publicación. En Sevilla ya lo han hecho. Lo malo que nosotros no hicimos buenas fotografía porque no éramos fotógrafos ni teníamos dinero, pero sería súper interesantísimo entresacar algunos ejemplos. Nadie nos pidió hacerlo y cuando lo dimos por terminado, aunque aquello era eterno y podíamos haber seguido, todas las carpetas con las fichas y las fotos se las quedó la Unesco. Es un trabajo que no ha visto casi nadie. Conocí no hace mucho a un arquitecto francés y se interesó mucho por este trabajo, pero no he vuelto a tener noticia. Yo tengo una copia encuadernada en tres tomos porque hicimos fotocopia de todo.
"Se ha potenciado la enseñanza concertada puesta en unas manos religiosas siempre desleales y enemigas y esto es culpa de la izquierda"
P. ¿Cómo fue aquella primera vez que entraste a esta casa?
R. Recuerdo muchas cosas de muchas casas. Era un trabajo tan intenso que por las noches sentía que todo lo que había visto era como un ser vivo enfermo, una cosa muy rara. Es que estaba todo tan mal que lo vivías así. Daba mucha pena que desapareciera la gente de las casas. Esta casa era una ruina llena de flores porque era primavera y las celindas lo inundaban todo. Tenía la palmera en el centro y pensé, este sitio… No era solamente una casa, era un lugar. Un pedazo de cielo. Era un lugar con naturaleza, un sitio en el que me gustaría vivir. Era algo más que una casa.
P. Y todo el mundo yéndose del casco y vosotros mudandoos aquí.
R. Al principio quisimos hacerlo con unos amigos y al final no salió porque les daba más seguridad vivir en un piso. Entonces Pepe y yo decidimos quedárnosla. Era mayo del 84. Al principio era muy vacía. Había una pérgola, no había árboles ni las plantas de arriba… era como un descampado. Nosotros sembramos las plantas y los árboles y aquel primer verano tuvimos que poner persianas en la galería porque había demasiada luz.
"Cuando vi los resultados electorales lo primero que pensé fue en Doñana, en el medio rural, en la naturaleza, en los animales como los grandes perdedores"
P. Habéis investigado la memoria de la antigua comunidad que aquí vivió antes que vosotros.
R. Sí, de vez en cuando teníamos alguna aparición de algún vecino. Una vez abrí la puerta y me encontré a una familia que traían las cenizas de su madre que había vivido aquí y querían echar las cenizas en el patio. Su madre siempre había querido volver. Aquí vivieron 19 familias cuando era una casa-patio. Vivían modistas, plateros, gente que planchaba para la calle, un hombre que echaba las cartas, dos zapateros… Esta memoria ya está hecha y ahora quiero hacer para mayo la memoria comercial de la calle Gutiérrez de los Ríos, porque había tal densidad de población en estos barrios que esa calle era un emporio comercial. Había comercios con 20 empleados. Aún hay gente que lo recuerda y quiero hacer esa memoria, reflejar en un plano cómo era todo este entorno.
P. ¿Cuándo acabó todo ese esplendor?
R. En el 75 cuando yo hago el inventario todo eso estaba ya muy lejano. Recuerdo cuando durante el gobierno de Nieto se hablaba del pósito de la Corredera y se decía que en ese edificio hacía 50 años que no vivía nadie. No es verdad, en los años 70 en la primer planta del edificio del pósito vivía mucha gente y nadie ha desmentido esa información ¿cómo es posible que nadie se acuerde? Aquella primera planta era como el infierno de Dante. No tenía configuración de casa, había agujeros en el techo y estaba compartimentado con cortinas. Me acuerdo de las cocinas que eras infiernillos de carbón. Nunca lo olvidaré.
"El PCE me arrinconó totalmente en la segunda corporación porque no era del partido"
P. El sentido que tiene el patio en Córdoba es abrirlo, pero ¿a una muchedumbre?
R. Solo te diré que opino que sí tiene sentido, pero deberían abrirse muchos más patios para que se diluya la muchedumbre. Justo lo contrario de lo que opina el Ayuntamiento, que ha restringido a 50 el número de patios quitando cinco, algo que no entiendo. En vez de fomentar que se presenten muchos más patios, se quitan, yo no digo nada. Propuse una ordenanza al Ayuntamiento para usar los patios en ese sentido con todas las limitaciones que se considerasen oportunas. Han pasado de mí completamente.
P. Aún estamos instalados en una cultura de la construcción frente a una cultura de la rehabilitación en una ciudad llena de patrimonio abandonado. ¿Cómo se cambia esa mentalidad?
R. No lo sé, quizás económicamente hay más interés en hacer cosas nuevas, pero no tiene sentido. Ves casas y edificios que podrían tener una utilidad y que costarían menos rehabilitar que lo que costó el C3A. El otro día entré en una casa preciosa frente al jardín de San Andrés que está abierta porque se vende. Seguro que se podría hacer algo creativo con esos edificios.
"El inventario del casco histórico que hicimos Juan Serrano y yo fue una de nuestras grandes hazañas"
P. Dime más ejemplos de edificios abandonados que te duelan especialmente.
R. Varios. Una casa en el Realejo que hace la esquina con la calle Manchado, con un gran jardín. También la casa en Carbonell y Morand que hace toda la fachada de la bajada de la Cuesta del Bailío y que tenía un hermoso jardín con palmeras allí arriba dominando la Ajerquía. Como no, la antigua y arruinada iglesia de San Nicolás de la Ajerquía y el gran solar que existe a la izquierda subiendo el Portillo rumbo a la Plaza Jerónimo Páez. Y ¿qué pasó con los baños y los molinos restaurados, caídos de nuevo en la ruina? Hay varias pequeñas empresas de turismo que podrían seguramente hacer algo bueno con ellos. Cualquier cosa, por otra parte, es más buena que verlos cerrados y abandonados de nuevo.
P. No me resisto a preguntar tu opinión sobre una frase que dijo en una entrevista a este periódico hace unos años el director de la Universidad Loyola, Gabriel Pérez Alcalá: “En Córdoba son conservadores hasta los comunistas”.
R. (Risas) Por supuesto que estoy de acuerdo. Creo que es una sociedad muy conservadora en su pensamiento. Lo veo mucho con respecto al arte moderno, por ejemplo. Es difícil encontrar a cordobeses que lo aprecien. Siempre pienso que el arte, y en concreto la pintura, sirve para mejorar la vida, para estimular y ponerte incógnitas. Aquí ponen una escultura en la calle y es penoso. Se tiende a ver las cosas antiguas no como raíces de la modernidad. Todo eso tendría que servirnos para avanzar y estimularnos. La gente no quiere que la saquen de su tranquilidad. Y veo bastante lógico que los comunistas sean conservadores. No tiene sentido que lo sean los de Podemos, pero los comunistas ¿cómo no van a ser conservadores? No es un disyuntiva, no es algo que entre en contradicción.
"Los comunistas ¿cómo no van a ser conservadores? No es un disyuntiva, no es algo que entre en contradicción"
P. Flores, cultura y cocina. ¿Has construido una arcadia feliz?
R. Sí, sí. Muchas veces lo pienso, es un lugar de resistencia. Es una arcadia feliz que está abierta a toda la gente que quiera disfrutarla. Reflexionar, leer… Mucha gente me dice qué bien se tiene que estar leyendo en este patio y les digo: vente. Aún no ha venido nadie y me encantaría.
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