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La torre campanario que guarda un alminar en sus entrañas

Torre alminar de la Mezquita Catedral | ÁLEX GALLEGOS

Marta Jiménez

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La torre cristiana de la catedral cordobesa se construyó a finales del siglo XVI y envuelve al antiguo alminar árabe construido en época de Abderramán III, alrededor del año 952. Los restos de aquel antiguo alminar se encuentran al subir a la torre cristiana en una muestra más del respeto que los estratos de la historia de este edificio han tenido con sus predecesores.

Esta torre es el punto más alto de Córdoba gracias a sus 54 m y desde sus diferentes cuerpos y balcones se disfruta de una vista desde el cielo de la ciudad: 360 grados de plano aéreo sobre la Mezquita y el Patio de los Naranjos, la sierra y la campiña, el río y toda la extensión de la ciudad. Eso sí, hay que mentalizarse de que el acceso es complicado, pues se sube a una altura que equivale a un edificio de doce plantas, a través de escaleras estrechas de altos peldaños. Por eso es importante seguir las normas que dispone la organización.

Pero, ¿cómo era el antiguo alminar cuyos restos hoy envuelve su caparazón cristiano? Lo más interesante que aloja la Puerta de Santa Catalina, la más alejada de la torre y que da acceso al Patio de los Naranjos desde la calle Magistral González Francés, es una imagen del antiguo alminar árabe de la Mezquita desde el que se llamó a la oración en tiempos de Abderramán III, quien lo mandó construir, y hasta la conquista cristiana. Una gran revelación que mucho cordobeses que han cruzado esa puerta en múltiples ocasiones desconocen. Por su parte, el Museo Arqueológico de Córdoba guarda una representación gráfica de este alminar a modo de maqueta.

Dos cartelas situadas en la parte superior del arco de entrada ofrecen en relieve la imagen del antiguo alminar omeya y de la Puerta del Perdón. Si duda, un testimonio de gran valor que ha permitido saber cómo fue este alminar antes de que una torre cristiana acabara encerrando sus restos en piedra, realizada por el arquitecto Hernán Ruiz el joven.

Se conoce que durante el transcurso de los trabajos de transformación del alminar en torre se realizó una torre provisional (algunos hablan de espadaña) sobre la Puerta del Perdón. En ella se colocaron seis campanas, con el objetivo de poder seguir regulando la vida religiosa de la ciudad sin interferir en las obras de la Torre-Campanario. El segundo y parte del primer cuerpo del alminar musulmán fueron arrasados y quedaron cegadas todas las ventanas. De esta forma, Hernán Ruiz III envolvió el edificio islámico con un grueso muro y llegó a cubrirlo hasta el cuerpo de campanas.

Entre lo más destacado de la arquitectura cristiana de la torre se encuentra la serliana, un recurso arquitectónico muy utilizado en el Renacimiento y posteriormente en el periodo neoclásico, que consiste en combinar arcos de medio punto con vanos adintelados. Debe su nombre al arquitecto Sebastiano Serlio, que fue el primero en teorizar sobre esta forma arquitectónica. Esta estructura de vano-arco-vano en la torre está rematada por óculos del cuerpo central de campanas.

Un esquema que se repite dentro de la Mezquita, en el pórtico del trascoro de la catedral, y al que incitamos al visitante a encontrar al adentrarse en el bosque de columnas.

Entre los embates climáticos que ha recibido este mirador de la ciudad, en 1727 una tormenta hizo verdaderos estragos en la Torre, destrozando, entre otros daños, el pedestal del San Rafael. Pocos años después, el famoso terremoto de Lisboa de 1755 sacudió brutalmente el edificio, desplomándose numerosas partes, sobre todo elementos decorativos. El encargado de restaurar la torre fue el francés Baltasar Dreveton, durante los siguientes ocho años.

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