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Paco Peña, un canto a las heridas de la Tierra

El 'Réquiem por la tierra' de Paco Peña en el Festival de la Guitarra

María Villatoro

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La muerte es uno de los momentos más desconocidos de la vida y, sin embargo, es sobre el que más se reflexiona. Paco Peña obsequió este sábado al público con su particular reflexión sobre la muerte. En concreto, sobre la muerte del planeta. Una magistral clausura de la 40ª edición del Festival de la Guitarra en un marco incomparable como es la Mezquita Catedral de Córdoba.

 El Coro Brouwer tomó asiento mientras se incorporaba el cuadro del maestro Paco Peña. Sin ninguna presentación, pues no hizo falta, dio comienzo Réquiem por la Tierra. Pese a que el canto y el cante forman, aparentemente, la combinación del agua y el aceite, no fue este el caso. Una estremecedora interpretación por bulerías no sólo del cuadro flamenco, sino también del coro, que dejó atónito y expectante a todo asistente.

El coro fue poco a poco apagándose hasta que su director, Javier Sáenz-López, se marchó de la escena para que las cámaras pudieran enfocar al cantaor Chaparro. El eco de su voz, entre columnas milenarias, mostró las claras referencias entre la toná y el canto del almuédano. No fue cosa baladí, pues de la misma forma en que el almuédano llama a la oración, Chaparro llamó al sentir de un corazón, que bien tuvo que estar predispuesto a experimentar sensaciones novedosas.

Frente a un coro blanco apareció, luciendo el negro, la soprano Inmaculada Almeda, que entremezcló su voz con la cantaora Gema Jiménez en la perfecta ejecución de unas peteneras, palo que interpela directamente a la muerte en la cultura gitana. Un canon dispuesto entre tal cúmulo de voces que inundó cada rincón, no sólo de la Mezquita, sino también de nuestra sensibilidad, haciendo cada vez más profunda la herida.

El flamenco duele, como duelen cien fatigas de muerte, y así duele la tierra. Ni pudo decirse más alto ni mejor que cantando por seguiriyas. Bien quedará en el recuerdo de José del Calli, por su similitud con el cante de José Plantón El Calli, para gloria de su padre. La Escolanía del Conservatorio Profesional de Música de Córdoba Ziryab alivió por bulerías este doloroso momento, que fue seguido del cante por malagueñas de Chaparro.

Tangos, soleá, soleá por bulerías, caña… Réquiem por la Tierra es, ante todo, una misa flamenca que aúna en comunión el canto y el cante por derecho que, junto a los ya mencionados cantaores, fue propiciado por Rafael Plantón y Rafael de Utrera. Un canto y un cante que fueron las lágrimas de una tierra que agoniza. Sin embargo, el pensamiento ha de ser cambiado desde el gozo. No pudo haber mejor forma de acabar este recital que por alegrías: “Alegre como los campos, vendrán tiempos mejores”. La muerte ataña a todo aquello que posea vida, pues es caduca, y es que a pesar de que esta obra lleve por nombre Réquiem, no es sino un llamamiento a la concordia y a la esperanza.

Entre todo, Paco Peña sin más, genio creador, maestro de maestros, no pudo evitar mover los labios ante la majestuosa música que con tanto denotado cariño creó. Como uno de los precursores de la fundación del Festival de la Guitarra de Córdoba, fue el idóneo delegado para la clausura de su 40º aniversario.

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