Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

SEMANA SANTA DE CÓRDOBA
Francisco Román: “A la Semana Santa de Córdoba le sobra el querer ser lo que no es”

Francisco Román, pregonero de la Semana Santa 2023

A. Fresno

0

El entrevistado nos espera a las puertas de la parroquia del Beato Álvaro de Córdoba, sede canónica de la hermandad de la Sagrada Cena, en una soleada y calurosa mañana de primavera. Se trata de Francisco Román Morales (Córdoba, 1956), quién este sábado pronunciará en el Gran Teatro de Córdoba el pregón de la Semana Santa de la ciudad. De trato afable y mirada serena, Francisco Román atiende a CORDÓPOLIS a pocas horas del anuncio de la Semana Mayor cordobesa.

PREGUNTA. ¿Quién es Francisco Román?

RESPUESTA. Francisco Román es un cofrade de Córdoba, con formación salesiana y licenciado en historia. He sido funcionario municipal hasta que me jubilé y como no podía ser de otra manera un enamorado de la Semana Santa, si no aquí no pintaba nada (ríe).

P. ¿Cómo surgió el encargo de ser pregonero de la Semana Santa de Córdoba?

R. Me vino por sorpresa y la verdad es que no me lo esperaba. Hace ya unos años me llegaron noticias de que mi nombre había circulado por la Agrupación de Cofradías, pero aquello pasó y se olvidó. Entonces, cuando me llamó la presidenta, Olga Caballero, la verdad es que me pilló por sorpresa. Todo es un cúmulo de emociones, de sensaciones, como es normal en estos casos. Siento mucha responsabilidad, ya que el reto es importante.

P. ¿De dónde le viene a Francisco Román su vinculación con la Semana Santa?

R. De mi padre. Él estudió en los Salesianos, pero aparte de eso, cuando se refunda la hermandad de la Borriquita en los Salesianos mi padre era secretario de la Asociación de Antiguos Alumnos. Creo que formaba parte de la junta de gobierno del Prendimiento, ya que fue hermano fundador, y cuando se creó la primera asociación de padres de alumnos salesianos fue también secretario del AMPA hasta bastante tiempo después de que yo acabase mi formación allí. Entonces, en el lugar donde ahora se sitúa el bar de los Antiguos Alumnos Salesianos había un patio, con una fuente hexagonal con un busto de Don Bosco que aún se conserva, por donde se accedía al colegio y allí pusieron un maniquí vestido con la túnica de la Borriquita. Entonces, mi padre, cuando yo apenas tenía 6 años, me preguntó que si quería salir y le dije que sí. Entonces, mi padre me compró la tela y mi madre me confeccionó la túnica. De hecho, le metió un falso que me duró la túnica hasta que tuve 16 o 17 años. Luego, esa túnica pasó por varias manos y con el tiempo conseguí recuperarla.

P. Sin embargo, a Francisco Román se le identifica con la hermandad de la Sagrada Cena. ¿Cómo fue su llegada a ella?

R. Cuando llego a la Universidad se produce un alejamiento de todo este mundillo cofrade. Aun así, tengo que reconocer que yo era fiel todos los Martes Santo y solía ir a ver al Prendimiento. Igualmente, el Domingo de Ramos siempre iba a buscar a la Borriquita. Por supuesto tampoco faltaba cada 24 de mayo a mi cita con María Auxiliadora. Fue por el año 1993 o 1994 cuando comienzo a regresar. De hecho, en 1993 es cuando se bendice la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Fe, actual titular de la hermandad de la Sagrada Cena, y es a través de un cartel con la imagen del Señor cuando me reengancho a esto. Yo conocía a la madre de Miguel Ángel González Jurado (autor de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Fe), a la cual le compraba fotografías antiguas. Ella me enseñó el cartel y aquello me impactó. Luego, coincidió también que en la oficina de una conocida entidad bancaria de la calle Alfaros estaba también ese cartel, y un día que entré me topé con Pedro Rojas, que ha sido durante muchos años hermano mayor de la hermandad de la Sagrada Cena. De hecho, él y yo habíamos sido compañeros de colegio y él me dijo que me apuntase. Yo le dije que me apuntaba, pero que pagaría sólo la cuota y poco más. De hecho, en aquel momento mi padre me ofreció pagarme la túnica del Prendimiento, pero al final aquello no llegó a nada y entonces me enganché aquí en la Cena.

P. Volviendo al pregón ¿qué es lo que van a escuchar los cofrades cordobeses en el Gran Teatro?

R. Van a escuchar mucha vivencia. De hecho, el pregón tiene tres bloques bien definidos. En el primero hablo sobre cómo llegó a la Borriquita y al mundo cofrade. Después, hay un núcleo central donde habló de la pasión según Córdoba, siguiendo el relato de la pasión a través de las imágenes cristíferas de las hermandades. Y una vez que terminamos eso el final es un canto a la Esperanza del Valle (titular mariana de la hermandad de la Sagrada Cena), ya que como puedes comprender, por mis raíces salesianas soy más mariano que cristífero. La cosa es que, en su momento, cuando se planteó la idea de la salida de la Virgen yo, al principio, era reacio a cambiarme, pero me dijeron te tienes que cambiar y así lo hice. Yo entiendo que los hermanos estamos al servicio de lo que la hermandad necesite en cada momento, por lo que tampoco me costó gran trabajo.

P. Entonces, ¿su pregón tendrá más parte de verso, de prosa? ¿Y su duración?

R. Yo no soy poeta, lo he dicho hasta la saciedad, pero sí, he intentado componer algunos poemas. En otros casos he utilizado fragmentos de autores como Pemán, los hermanos Arévalo y alguna saeta popular que he cogido por ahí. En otras partes utilizo pequeñas saetas que he compuesto yo mismo. Métricamente no son perfectas, pero vamos, tienen la estructura clásica. Sin embargo, básicamente el pregón está escrito en prosa, que es lo que yo sé hacer.

En cuanto a la duración, hasta ayer mismo le he metido algún tijeratazo. Inicialmente dije que un pregón no podía durar más de 45 minutos, aunque luego ya es muy complicado ajustarlo todo. Ayer, que estuve realizando algún ensayo en casa, con alguna parada, me salió en torno a poco más de una hora. Mucho más no. Supongo que habrá algún corte para que al menos pueda beber algo de agua (ríe complaciente).

P. Hablando un poco en general. ¿Qué le falta a la Semana Santa de Córdoba?

R. Formación. Mucha formación. Formación no sólo desde el punto de vista religioso, sino desde el punto de vista histórico, artístico, cultural. En los últimos tiempos se está perdiendo el norte de una manera extraordinaria y es una pena. Es una pena porque no sabemos estar en la calle, que es lo más elemental, y ahora mismo estamos asistiendo a nuevas generaciones de cofrades que… (inspira y niega con la cabeza). Nuevas generaciones que se saben todas las marchas a la perfección, que se saben los pasos de Córdoba, Sevilla, Granada, pero luego no saben el porqué de las cosas. El sentido que tiene todo esto. Y por supuesto, lo fundamental, que es que nosotros salimos a hacer estación de penitencia, una protestación pública de fe. Eso hay que tenerlo muy claro, esto no un desfile, no es una cabalgata. Yo he llegado a escuchar a un padre que venía a recoger la túnica de nazareno para su hijo decir que venía a recoger el disfraz de nazareno. Mire no, nosotros no vamos disfrazados de nazareno. Hay que diferenciar las cosas.

Por eso digo que hace falta formación. Luego ya sería mucho pedir, pero también pediría falta de implicación de la gente, incluso de las autoridades. Si consiguiéramos que cambiarán el chip y en vez de hablar de subvenciones hablaran de inversión en Semana Santa, sería mejor. Tenemos que reconocer que la Semana Santa es un hecho poliédrico que afecta a muchos sectores y desde el punto de vista económico tiene una repercusión importante. Por ello sería muy interesante que quiénes subvencionan, en vez de subvencionar, inviertan en Semana Santa porque eso significa invertir en la ciudad. Son muchas las carencias.

Otra cosa importantísima es la ausencia de una tradición familiar. Porque parecerá una tontería, pero el hecho de tener una túnica en propiedad genera tradición. Por mi edad, por mis condiciones físicas puede que yo no pueda seguir saliendo de nazareno, pero esa túnica puede pasar a manos de tus hijos, de tus sobrinos, etc. Eso en la Semana Santa de Córdoba no existe, porque a la hora de fidelizar a la gente en Sevilla se habla de la hermandad familiar y de la hermandad que luego cada uno elige, y aquí no es que no pase, pero no pasa con la fuerza que ocurre en Sevilla.

P. ¿Y qué le sobra a la Semana Santa de Córdoba?

R. Es casi lo mismo. Le sobra el querer ser lo que no es. Hay que asumir lo que somos. Somos una ciudad muy distinta a Sevilla, a Málaga. Somos lo que somos. Yo recuerdo que en las fotografías antiguas de Semana Santa se veía un planteamiento distinto, mucho más austero, severo. También faltaba dinero, no nos vamos a engañarnos, pero se juntaban muchos factores. Utilizando el símil de la literatura la Semana Santa de Córdoba ha sido siempre muy conceptista. Ha ido al núcleo duro, más sobria. Entonces, por falta de modelos o referentes, que muchos de ellos desaparecen con el famoso decreto del obispo Trevilla, hacen que tras la Guerra Civil las nuevas hermandades que surgen empiezan a mirar fuera de Córdoba.

En un primer lugar se tomó como referencia el modelo malagueño, con los palios ochavados, las bambalinas con paños independientes y abiertas, pero luego al final ha acabado imponiéndose el modelo sevillano. En ese sentido hemos perdido un poco esa esencia que teníamos en ir a lo concreto. Fíjate si somos especiales que el Nazareno de Córdoba no es un Nazareno (se refiere a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado, que representa la imagen de Jesús Cautivo) y sin embargo es el que concita la devoción de la ciudad. En Córdoba somos muy especiales y en algunas cosas se debería haber mantenido ese espíritu que nos caracterizaba. Somos una ciudad de interior, somos más serios, más secos. Sobrar, lo que es sobrar, sobran cangrejeros, sobran personas gritando delante de los pasos, ya que no estamos en una romería. Esa gente no tiene ni puñetera idea de donde está y sobran. Todos. Además, la Semana Santa exige participación, tanto de los cofrades como del público. En eso, por ejemplo, admiro a los sevillanos, ya que ellos saben estar en la calle, porque lo han mamado, y cuando llegar un paso de silencio se callan y cuando hay una levantá no aplauden. Aquí, como se dice en muchas ocasiones, se aplaude hasta la levantá del Vía Crucis. Eso no puede ser. Esas adherencias, cuanto antes se quiten, mejor.

P. A la vista de todo esto, ¿crees que la sociedad cordobesa, cofrades o no, entienden la importancia y la relevancia que tiene la Semana Santa en la ciudad?

R. No, en absoluto. Estoy convencido de que no porque su carácter es muy particular, por no decir puñetero (ríe). Nosotros queremos tener de todo. Queremos Semana Santa, Carnaval, Feria… pero lo primero y fundamental es que no queremos que sea en la puerta de nuestra casa. Si es en la puerta de otro mejor. Entonces, esa falta de compromiso con la vida de la ciudad se percibe clarísimamente. También te digo que los cofrades cordobeses tampoco somos capaces de transmitir entre nosotros mismos la fuerza que podríamos tener si en vez de estar cada uno mirándonos nuestro ombligo mirásemos más para la generalidad. Desde el punto de vista asociativo somos el movimiento que más personas aglutina, pero de aquella manera, aunque también es verdad que hay mucho niño.

P. Podría decirse entonces que por ese motivo a la Semana Santa cordobesa le falta madurez.

R. Claro. Los padres y los jóvenes ven esto como una cosa de niños y los adultos que estamos metidos en esto nos ven poco menos que como zumbados. Entonces no funciona la cosa.

P. Por último, ¿qué esperas de la Semana Santa de 2023?

R. Yo espero que sea una Semana Santa esplendorosa, en la que todas las hermandades podamos salir a la calle y que la participación sea masiva y modélica, tanto por parte de los cortejos nazarenos como del público que los contempla. En definitiva, que todos podamos disfrutar de una Semana Santa que para mí es la gran fiesta de Córdoba. La Semana Santa es la fiesta que nos define como ciudad. Se perdió en su día la gran fiesta que era el Corpus Christi, que en Córdoba se celebraba de una manera extraordinaria y entonces sólo nos ha quedado la Semana Santa, con todas sus luces y sus sombras. Ojalá todas las hermandades podamos realizar estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, que es lo importante.

Etiquetas
stats