Disfrutar y vivir de tu pasión, muchas veces, no es fácil, y menos aún, en lo que al deporte respecta, en disciplinas alejadas de los focos y de la competición de masas. Pero en ocasiones, el empeño entrega recompensas inesperadas. Allá por el año 2015 se puso la primera rueda de lo que hoy en día se conoce como el club Rollers de Córdoba, entidad que nació con la intención y el objetivo de aunar fuerzas hacia un objetivo común, que no era otro que disfrutar del patinaje. Varios colectivos de la capital, a los que se unieron amantes del patín procedentes de la provincia, en concreto, de pueblos como Montemayor, La Rambla, Montilla o Lucena, formaron este grupo que se puso en marcha desde la ilusión y la afición al patinaje de decenas de personas que querían compartir su pasión. Hay un dicho muy manido que viene a decir que los grupos, cuando se juntan, son mucho más fuertes, y precisamente éste es uno de esos ejemplos. De disfrutar del patín, ya sea en línea o sobre cuatro ruedas.
Ese acento cordobés compartido entre los pueblos y la ciudad se entrelazó para formar a los rollers, y a base de constancia y mucho esfuerzo, han logrado hilvanar una entidad referente a día de hoy, y que cuenta con quedadas semanales en busca de disfrutar de una marea de patinaje a lo largo y ancho de las calles cordobesas. Los miércoles a última hora se ha quedado ya grabado en rojo en la agenda de estos patinadores, que salen con el fin de vibrar en una nueva ruta. Y poco a poco, de empezar apenas unas pocas personas, esas famosas quedaban han llegado a rozar el centenar de patinadores.
Y por si fuera poco, de un tiempo a esta parte, además, estos mismos rollers quisieron poner su mirada fija en el futuro. No hay causa que sobreviva en el tiempo que no haya plantado previamente alguna semilla para el mañana. En este sentido, de ahí salió la escuela de aprendizaje en patines, que opera en varios puntos de la ciudad, aunque, a nivel formativo puramente, tiene su centro de operaciones en el Colegio Córdoba, donde cada semana se dan cita varias decenas de niños y niñas dispuestos a disfrutar de la pasión del patinaje. Y es que ellos, sin ser pioneros, sí que son verdaderos impulsores del patinaje en la provincia, dado que, antes de su fundación, “había algunos grupos, estaba Córdoba Patina, que era un club, y había algunas personas, 20 o 30 que se juntaban y eso, pero vamos cumpliendo años, compromisos familiares, y yo traté de poner los miércoles como día de quedaba”, subraya Francisco Valencia, uno de los fundadores del Club Rollers Córdoba.
Valencia, conocido por todos como Paco, acumula casi una década de enseñanza sobre patines, siendo él uno de los principales activos de la difusión de esta disciplina en la ciudad. “Yo tenía una escuela en Montemayor, siempre me he dedicado a dar clases particulares de patinaje, y hace tres años empezamos aquí en el colegio, que nos ha dado todas las facilidades”. En efecto, hay que puntualizar que, pese a que el centro neurálgico esta en la barriada del Colegio Córdoba, las clases están abiertas para todos los niños y niñas de la ciudad, independícenmele de que pertenezcan a este centro educativo o no.
Son cerca de medio centenar los niños y niñas que disfrutan cada semana del patinaje, sin tener la competición como punto de mira, aunque, tal y como admiten los entrenadores, es un recurso que está disponible para los más aventajados. “En Córdoba estamos empezando, pero hay muchas ganas e ilusión”, valora Valencia, que completa otro entrenamiento de manera satisfactoria. Entre conos en los que hacer slalom, cuerdas que saltar y demás obstáculos que superar. Del patio del colegio a la calle. Pura vida, libertad y buen rollo sobre ruedas.
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