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Sin el pasodoble del gol la letra del cuplé es otra

Miembros de una chirigota en las gradas de El Arcángel |MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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El Córdoba no logra ganar al Jaén en un partido con disfraces en las gradas de El Arcángel y con críticas dirigidas al palco cuando el balón deja de rodar

Las cosas no andan últimamente todo lo bien que se pudiera desear. Cuatro semanas sin recordar el sabor del triunfo quizá sean muchas. Además, hay cambio de rostro en uno de los papeles protagonistas. No importa. Mucho menos cuando la tarde invita a poner rumbo al coliseo que junto a la ribera del Guadalquivir espera un partido de los que tienen especial atractivo. Viene el Real Jaén. Viene acompañado por más de un millar de aficionados. Por falta de ambiente no va a ser. La temperatura es buena. No existen excusas en días de Carnaval para acudir a El Arcángel. En efecto, las gradas comienzan a tomar mejor aspecto conforme transcurren los minutos. Al fin y al cabo, la cita con el Córdoba es ineludible para la inmensa mayoría de quienes hacen acto de presencia. Algunos, incluso, aprovechan y aparecen ataviados con su disfraz. Por ahí están, en el Fondo Sur, algunos componentes de la chirigota Los que salimos por hobby.

Esto no es el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas, ya terminado. Pero es tiempo de sonrisas. Y la tarde invita a buscar la diversión. Sobre el césped se centran todas las miradas a partir de las cinco. El cambio de entrenador no se termina de notar en la primera parte. El Córdoba no acaba de encontrar el camino correcto para ganar la partida a su rival y éste coge el brazo del que ofrece la mano. Las cosas no andan del todo bien. Lo intenta el conjunto blanquiverde, pero sin acierto. Albert Ferrer no se sienta. El catalán también es foco de atención. El Real Jaén es mejor y se escucha a su afición. También al cordobesismo, por supuesto. Las manillas del reloj siguen con su avance y los que van de morado lo intentan. Lo peor llega al filo del descanso. Un error en la salida de balón, un intento de corrección, una llegada tardía y una tarjeta de color rojo. Seguro que a muchos se les escapa entonces algo así como “¡ay Señor!”.

A todo esto, el vídeo marcador no funciona. El negro de esa gran pantalla es el mismo que parece teñir por momentos el segundo acto para el Córdoba. Pero nada más lejos de la realidad. La tarde sigue bien. El conjunto blanquiverde se da cuenta y comienza a tomar la iniciativa. Alguna jugada dudosa con manos de por medio por parte del rival, una cesión que no se aprovecha y el gol que no termina de llegar. No importa. Ha de venir el tanto. Ahora sí, las cosas van mejor. En las gradas, mucho ruido. Del bueno, del que gusta. El de las aficiones que animan a los suyos. El de la vida en un estadio. Tiene que entrar el balón. Albert Ferrer sigue de pie. Su equipo tiene el control. Falta la guinda en día de Carnaval en un partido de fútbol. El pasodoble del esférico besar las mallas del adversario y el cuplé de la celebración.

No llega. Lo intenta el Córdoba, pero no lo consigue. Se acerca el final. Las miradas se mantienen en el terreno de juego. Aunque los oídos… Los oídos empiezan a percibir el sonido de una letra crítica. “Prepara los carnets (o carnés, como se prefiera)” se canta en algunos sectores del coliseo ribereño. También existe interés en torno al palco y a él se vuelve a dirigir una parte algo mayor cuando el árbitro está a punto de decir que todo se acaba, que cada cual para su casa y quizá Dios en la de todos. Se escucha “González vete ya”. La protesta es limpia, como cualquiera de las que se dan en tiempo de sonrisas y disfraces, pero también de reivindicaciones. No es un teatro, es un estadio, pero ahí también tienen cabida ese tipo de coplas que acompañan en estos días.

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