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Josan González, el comandante paciente

Josan González, en un partido del Córdoba Patrimonio.

Rafael Ávalos

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Ahora es mucho más fácil congeniar con la decisión. Porque también ahora es mucho más sencillo el respaldo al protagonista. Todo se ve, siempre y sin excepción, con más claridad a posteriori. Es lo que tiene no sólo la vida sino el deporte, y principalmente en este ámbito. La confianza es creciente a toro pasado, como se suele decir. Y a la vez cobra sentido cuando existe en los momentos de zozobra e incertidumbre. Magnífico ejemplo de ello es la situación que, precisamente, se da estos días dentro del Córdoba Patrimonio de la Humanidad. No en vano, la entidad anuncia la renovación por hasta dos temporadas más -esto es hasta junio de 2023- de su técnico en el instante quizá más propicio. Josan González va a seguir al frente del conjunto blanquiverde gracias a su trabajo durante esta temporada. Sin embargo, no es únicamente por los resultados más recientes. Como fundamento en la medida del club -y la aprobación del propio entrenador, como es lógico- se encuentra una premisa mucho más importante: se trata del triunfo de la paciencia y de la estabilidad de un proyecto concreto.

La prolongación de contrato del preparador de Puente Genil, anunciada por la entidad en la jornada del martes, no es fruto de tres partidos buenos, por decirlo así. Tampoco se produce tras una campaña sencilla, todo lo contrario. Según explicó el presidente de la escuadra califal, José García Román, el entendimiento existía desde hace unas cuantas semanas, cuando el equipo todavía atravesaba una etapa difícil en la tabla de Primera de la Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS). Una categoría a la que se aferró cuando más complicado parecía tenerlo. Apenas es necesario echar la mirada atrás a un par de meses antes para comprender la relevancia de la tranquilidad institucional en el club con sede -al menos competitivamente- en el Palacio Municipal de Deportes Vista Alegre. El 26 de febrero, el conjunto blanquiverde recibía al Peñíscola para una contienda vital después de cinco derrotas consecutivas, con hasta 26 goles en contra además, y caer en picado a la zona de descenso.

Todo a una carta era aquel choque en apariencia. En realidad, el aspecto del equipo no dejaba ser bastante malo, tanto en juego como por resultados. Mostraba la imagen de un rival frágil y un tanto perdido en la pista -en cualquiera-. Por este motivo estuvo ligeramente en la picota, no demasiado ni oficiosamente en verdad, el entrenador. Aun así, Josan González permanecía inalterable en su concepción. “Tenemos que tener mucha tranquilidad y las cosas claras. Nos tenemos que olvidar de ganar como fin y centrarnos en el cómo vamos a ganar”, afirmó dos días antes del trascendental duelo con los castellonenses. Sobre el parqué, el Córdoba Patrimonio de la Humanidad hizo lo que debía: vencer. Y poco importaba en ese momento si con un juego más brillante o más pragmático, lo esencial era sumar de tres. Superó al Peñíscola por 2-0, en una victoria que apenas fue la segunda ante un puntual rival directo y encima dejaba, como dice el propio marcador, la puerta a cero.

Ese partido fue el definitivo punto de inflexión para el cuadro califal, que de repente se hizo tan solvente que puso contra las cuerdas al Barça en el Palau Blaugrana (1-0) o goleó, esto con anterioridad, al potentado Jimbee Cartagena (5-1). Acumuló hasta el pasado domingo, cuando ganó -con remontada incluida- al Fútbol Emotion Zaragoza (1-2), cinco victorias en nueve choques, de los que cedió en sólo tres. El caso es que además de los resultados acompañó una variación drástica en la actuación del equipo en cada duelo. Cierto es que quizá hubo alguno más discreto, como el disputado en Burela (2-2), pero no menos que el Córdoba Patrimonio de la Humanidad tenía al fin un estilo propio perfectamente definido. No fue sencillo desde luego alcanzar ese nivel de identidad, ya que el conjunto blanquiverde permaneció en trayectoria errática en momentos determinados de la temporada. Sin ir más lejos, el ya mencionado de cinco derrotas consecutivas y a cada cual más dolorosa por la forma. Tal dinámica se dio al comienzo de año, en una fase en la que la regularidad competitiva de los cordobeses era casi nula como consecuencia de los muchísimos aplazamientos que sufrió por los efectos de la Covid-19 siempre en las plantillas contrarias. También tuvo que bregar con ello Josan González, así como su vestuario o la entidad en cuanto a calma con diversas circunstancias.

Curiosamente, el Córdoba Patrimonio de la Humanidad comenzó el campeonato, ya su segundo en Primera de la LNFS, después de proclamarse campeón de Andalucía por vez primera. A este hecho había de añadirse el teórico salto de calidad que logró darle la dirección deportiva en comandita con el cuerpo técnico a la plantilla. Por estos lares, en los que es fácil pasar del negro al blanco y al revés en un pestañeo, se creía oportuno pensar en un paso adelante en la competición. No significaba esto entrar en Copa de España o pugnar por el play off por el título, nada más lejos de la realidad. Sí iba la idea por otro lado, por la falta de apuros y el establecimiento en la zona media de la clasificación. Pero ni lo uno ni lo otro tuvo lugar, de forma que las dudas fueron a más conforme avanzaban -si se lo permitía la pandemia- las jornadas. Quizá en fútbol, donde el vértigo es incalculablemente mayor en cada aspecto, Josan González no habría llegado al citado encuentro ante el Peñíscola.

Pero la entidad presidida por José García Román optó por mantener el tipo y, cuando fuera posible, recomponer la figura. Transcurridas 28 fechas del campeonato 2020-21, plagado de incertidumbres -no en singular-, y aunque con un partido menos, el cuadro califal se sitúa más cerca del play off que del descenso. Aunque sólo sea en puntos y no en posición clasificatoria: está a cinco del octavo y nueve sobre el decimoquinto. Es el sexto equipo más en forma de la mejor liga del mundo, sólo superado por los tres colosos y el Ribera Navarra. Tiene muchos más de un average ganados, incluso el del Barça -aunque sólo sea anecdótico-. Y lo más importante, cuenta con una plantilla de garantías con futbolistas a los que, en algunos casos, es posible que sea difícil retener la próxima temporada. Todo ello, con un entrenador que supo controlar los nervios del entorno y seguir con su idea de proyecto -que no es cosa de un año para otro-. Al final, llegó la recompensa no sólo colectiva sino individualmente para Josan González, el comandante paciente.

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