Voluntad y juego sin gol
Las necesidades de los de arriba. Esa presión por ganar o ganar. Es lo que la marca la historia, el presupuesto y la plantilla. Y bajo esos condicionantes se medían UCAM Murcia y Córdoba en un encuentro de altos vuelos en la Segunda División B. Dos firmes aspirantes a estar en la fase final de la competición, con toda esa tensión que influye a los candidatos a todo. Y cuando hay tantos condicionantes sobre el césped, puede ser que el resultado acabe siendo un tanto descafeinado. Y tal que así fue en este caso, pues la contienda se resolvió con un empate que no termina de satisfacer a ninguno de los dos contendientes, en un caso por la condición de local y en otro por el continuo empuje. Así, el equipo de Alfaro puso las ganas, el ritmo y las oportunidades, de las que solo encontró fortuna en una, al tiempo que los azulones hicieron gala de una notoria efectividad, aunque ahí murieron todos sus argumentos.
Sobre el césped de La Condomina se daban cita dos de las plantillas más valoradas de todo el subgrupo, y se podría decir también que de toda la categoría de bronce. Y no se pecaría de falta de atrevimiento, sobre todo en clave blanquiverde, que salió en tromba en busca de dar la sorpresa ante el que durante buena parte del curso ha sido el gran rival a batir. Un cuadro universitario que contaba también con la imperiosa obligación de darle la vuelta a una dinámica que le hacía acumular dos derrotas consecutivas, amén de perder el liderato en el camino. No se vio (ni se ha visto más hasta la fecha) un Córdoba tan enchufado como el del día de la ida ante el Yeclano, pero quizá ésta sí que fue una de las salidas más incisivas en la circulación de balón en campo contrario desde que está Pablo Alfaro al frente. Se necesita gol, se quería y se buscó. Pero amigo, lo realmente difícil es encontrarlo.
El primer avisó lo firmaron los visitantes, mediante un gran centro de Moutinho cuyo remate de Valverde acaba en un pase para Javi Flores, que se topa con el poste en su golpeo. Formidable puesta en escena. Un arranque que sorprendió al cuadro de Salmerón, que sin duda se vio sometido a un cierto asedio inicial por parte de los cordobeses. De hecho, aun sin llegar al diez de juego, la situación esclarecía un rotundo dominio del Córdoba, que conseguía una y otra vez abrir el campo e imprimir una velocidad superior al juego de su adversario.
Pero esto va de goles. Y eso, y nada más, es lo que hace que el juego tenga sentido. Y de largo, en pragmatismo sobresalió el equipo local. Apenas dispuso de una jugada clara en todo el primer tiempo, y la materializó. Ahora que sean otros los que corren. Y así es. El tanto del UCAM llegó en un una jugada por banda izquierda, a través de un centro que acaba en los pies de Pablo Espina, cuyo primer remate se encuentra con las piernas de hasta tres defensores blanquiverdes, aunque el rechace cae también con algo de fortuna en el jugador universitario, que ahora sí logra batir por bajo a Becerra. Ventaja adquirida y a replegarse, una condición que fue propiciada también por el hecho de que fue el Córdoba es el que, como es lógico, tomó otra vez la voz cantante del partido. Quizá nunca la había soltado. Pero como se ha dicho, esto va de goles.
Pese a que un primer momento el tanto igualó las tornas en lo que a juego se refiere, fueron los visitantes los que más razones dieron para que hubiera una variación más en el electrónico. Y no le faltaron argumentos, pues los califas buscaron el empate dándole velocidad a la circulación de balón. Así, a la salida de un córner del UCAM se emprendió un contragolpe encabezado por Willy -que acabó por los suelos tras ser derribado por un jugador murciano-, Jesús Álvaro y Javi Flores, siendo éste finalmente el encargado de materializar la oportunidad, pero su disparo salió mal y muy lejano a la meta de Biel Ribas.
Otra más sumaría Moutinho minutos después, cuando un excelente control por banda izquierda del suizo le permitió dirigirse solo hacia la portería local. Sin embargo, una vez más se nubló la efectividad, en este caso debido al acierto del portero. Y es que por insistencia no iba a ser, ya que el Córdoba no cesó en su empeño del empate con buenas conexiones en los últimos tres cuartos de campo. No obstante, faltaba acertar con lo más importante: el gol. Una vez más, esto va de goles. Y esa carencia la acusó notablemente el conjunto de Pablo Alfaro durante toda la primera mitad, en la que no cesó de acumular acercamientos, como es el caso del que tuvo a la media hora, cuando un centro medido de Javi Flores finaliza en un remate alto de Farrando. Además, el propio lateral protagonizaría poco tiempo después un cabezazo más tras centro, que de nuevo la madera expedía ante la desesperación del banquillo califa.
Y por si no fuese suficiente todo lo descrito anteriormente, en una jugada enmarañada entre Moutinho y Javi Flores, en la que ni uno ni otro logró llevar el balón al área pequeña, fue Jesús Álvaro el que la colgó para que la enganchara Mario Ortiz, que ahora se encontró con una mano providencial de Ribas. El primer tiempo murió tras un potente disparo alto del centrocampista de Fátima.
Segundo tiempo, pero mismo guion. La insistencia y el dominio se mantuvo en clave cordobesista, que, no había que olvidarlo, luchaba también contra el tiempo y el marcador. De ahí las prisas. Y es que apenas tardaría nueve minutos en mostrar su primer acercamiento tras la pausa. Otra vez, en una conexión entre Moutinho y Flores, el cordobés se saca una rosca que ataja el guardameta local, de largo el mejor jugador de los universitarios. Pero tanta insistencia era imposible que, de un modo u otro, no tuviera su recompensa. Y llegaría.
A balón parado, un golpeo botado por Javi Flores que se resuelve con la jugada más efectiva del Córdoba en las últimas jornadas. Y esa tiene un denominador común. Incluso una zona corporal. Esa es la cabeza de Willy, que acabó siendo el más listo tras el centro e impactando un remate perfecto e inalcanzable ahora para el portero murciano. Con todo, el empate no varió la situación lo más mínimo en clave local, más allá de alguna oportunidad muy puntual del UCAM. De hecho, el Córdoba ganó en músculo y recobró fuerzas con la entrada de Piovaccari y Luismi. El italiano estuvo, como suele ser habitual en él, efervescente desde que pisó el césped, queriendo morder a la defensa murciana en todo momento, aunque le faltó precisión en los últimos metros. Entre desesperaciones, jugadas pasivas y diversos fueras de juego acabó claudicando un partido con mucho fútbol y pocos goles. Un empate insípido y que probablemente no contente a nadie. Voluntad sí, ahora faltan las dianas.
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