Una inyección de moral
Dosis de absoluta necesidad. El Córdoba contra las cuerdas. Una bala más o morir. Oxígeno o la asfixia. ¿Qué es lo que queréis? Precisamente eso fue lo que debió preguntar Pablo Alfaro a sus jugadores en los prolegómenos del encuentro. No había opción de mirar más allá de las cuatro esquinas del Municipal de Santo Domingo. Nada más que hoy. El mañana podría ser esperanzador o tormentoso. Y se cumplió en la primera contienda decisiva.
El choque en el feudo almeriense comenzó pastoso, con dos conjuntos que huyeron de la verticalidad durante los primeros compases. Juego estático, casi sin profundidad. Moutinho protagonizaría el primer acercamiento, eso sí, muy tímido, del Córdoba, pues su centro por banda derecha no acabó en nada. Y es que el balón se distribuyó por la zona central durante la mayor parte del primer tiempo, en el que el trabajo de los guardametas fue, por momentos, inexistente.
Y en esas, la primera oportunidad con relativo peligro la firmó El Ejido superado el diez de juego, a través de un cabezazo bajo que puso en dificultades a Edu Frías. Un acercamiento que permitió al cuadro local asentarse mejor sobre el terreno de juego. Serían esos los mejores minutos del equipo de Fran Alcoy, que se hizo entonces con la posesión y fue progresivamente acumulando llegadas. Por si fueran pocos los problemas, en una de ellas se dio el primer contratiempo del Córdoba, que se vio obligado a sustituir a Xavi Molina, aturdido tras un fuerte impacto en un balón botado al área.
En el 20’ llegaría la primera ocasión franca de los blanquiverdes, hoy rojiblancos, a través de un pase filtrado de Javi Flores al hueco de la defensa, y que recoge Willy impactando en velocidad un buen golpeo que detuvo Wilfred. Pareció despertar de su letargo el equipo de Alfaro, que subió líneas y consiguió desde ese momento enhebrar más acercamientos. El balón rodaba con más velocidad en la triangular formada por Alberto del Moral, Mario Ortiz y Javi Flores, lo cual permitía provocar desajustes defensivos de los locales, tales como el que aprovechó Jesús Álvaro para apuntarse un disparo desde la diagonal, aunque de nuevo se encontró con el cuerpo del meta.
Y de nuevo el partido volvió a ralentizarse. Ninguno quería arriesgar lo más mínimo, siendo por aquel entonces el Córdoba el que más se jugaba sobre el césped, más si cabe atendiendo a los resultados que se iban originando en los encuentros de sus adversarios directos. Una profundidad que transcurría a chispazos, y de otro de esos gozó El Ejido superada la media hora, cuando rozó el 1-0 en una incursión por banda derecha y que va a parar a Sergio Pérez, cuyo remate se marcha acariciando el poste.
El aviso estaba ahí y las alarmas ya parpadeaban en el banquillo califa, consciente de la dificultad que entrañaba recibir un tanto en ese momento. Pero del talento individual, a veces, también se vive, y de ahí extrajo el Córdoba su primer (y único) soplo de oxígeno durante los primeros 45 minutos. En el peor momento de los visitantes, cuando más dudas surgían sobre el césped, surgió la figura de Nahuel Arroyo para provocar un penalti en una gran acción individual a la contra. Como si del más veterano se tratara, Alberto del Moral no titubeó un solo instante y envió al fondo de las mallas la pena máxima. El primer paso estaba dado. Ahora tocaba rematar la faena.
No se vio una reacción de efervescencia tras la pausa por parte de los de Alfaro. Más bien todo lo contrario, pues el Córdoba, tímidamente dado que El Ejido tampoco salió en tromba a por el empate, se limitó a achicar y verlas venir, buscando la contra durante la mayor parte de las veces. Pero también faltaba velocidad en la punta de ataque. Fue eso lo que aportó Ródenas con su entrada, y desde ahí sí que pareció dar un paso al frente el conjunto cordobés, con la idea de sentenciar definitivamente la contienda, coincidiendo a su vez con una bajada de intensidad de su rival.
El delantero alicantino pudo poner el 0-2 en varias llegadas de peligro, aunque sus intentos acabaron siempre lejos de portería. El cuarto de hora final trajo consigo mayores imprecisiones por parte de ambos bandos, desde las que también quiso sacar partido el equipo almeriense. No obstante, la solidez defensiva, tanto por parte de Edu Frías como de la retaguardia, era máxima. La atención andaba muy puesta en mantener la meta a cero después de muchas jornadas, lo que también quedó en evidencia con la entrada de Traoré por Javi Flores.
No quiso el Córdoba forzar la máquina en los compases finales de partido, más allá de los intentos banda de Ródenas y Nahuel, éste último, de largo, el más peligroso de los cordobesistas durante todo el choque. Entre encontronazos, pérdidas y pases errados transcurrió una fase decisiva, en la que los de Alfaro supieron jugar bien con el reloj. E incluso tuvieron alguna para sentenciar. Willy buscó el segundo en un balón picado desde fuera del área, tratando de sorprender a Wilfred, que andaba muy lejos de su portería. Supo sufrir y aguantó las últimas embestidas locales para sumar tres puntos de obligada factura. Una auténtica inyección de moral.
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